Senku y Kohaku eran contrarios de una manera que hasta resultaba graciosa. Ella era fuerte y rápida, él un enclenque. Ella amaba las artes marciales y el ejercicio, él la ciencia y el espacio. Ella era risueña y en general muy amable, él era sarcástico y directo. Él nació en invierno, ella en verano.
Así pues, nadie externo que no los conociera lo suficiente, creería que ellos podrían llegar a ser una pareja, pero sus amigos más cercanos y su familia sabían que no había dos personas más afines que ellos. Era hasta ridículo cómo todos se dieron cuenta de inmediato que esos dos acabarían juntos, menos ellos mismos.
Y Senku no dejaba de maldecir su suerte. Un cerebro enamorado era diez billones por ciento ineficaz y lo estaba comprobando ahora mismo. Se acercaba el cumpleaños de esa leona que logró cazarlo y no se le ocurría algo digno qué regalarle. Ambos se conocían desde hace mucho tiempo y habían pasado por mucho, al tener como amigo en común a Chrome y al ser este el novio de Ruri, hermana de Kohaku, solían verse muy seguido. Al final, y aunque ambos lo hubiesen negado y evitado con todas sus fuerzas, acabaron siendo novios.
Ni siquiera llevaban poco tiempo, ¡llevaban juntos casi cinco años! Pero esta fecha y la de su aniversario resultaban un dolor de cabeza para el científico, quien tenía que revolverse los cesos pensando en qué podía obsequiarle a su querida leona. Y pensar que, siendo ella la única mujer con la que podía verse incluso en muchos años a futuro, también le estresaba pensar que la experiencia se repetiría todos los años.
El romance era algo muy problemático.
Balancear su vida laboral y personal, aunque no tan difícil como pensó, tampoco era fácil, y ahora mismo se veía envuelto en aquel dilema a pesar de que debía estar pensando en cómo desarrollar para mejor la "Medusa", invento que lo llevó a ser famoso a sus veinticinco años, así ya fuera reconocido desde antes por su cerebro absurdamente dotado. Y la leona no parecía querer salir de su cabeza en ningún momento.
Y mientras estaba perdido en recordar su cabello y su mirada, a la par que muchos momentos y situaciones calaban en su interior, una idea pasó por su mente.
Estando en su laboratorio completamente a solas, con el regalo escondido entre su ropa, de pronto vio la puerta abrirse y a sus amigos más cercanos entrar como si estuviesen en su casa. Observó extrañado a Tsukasa, Ukyo, Chrome y Taiju, y con desconfianza a Ryusui y Gen.
—¿Qué hacen aquí?
Se extrañó aún más y tuvo un mal presentimiento cuando Ukyo y Taiju se disculparon, uno más ruidosamente que el otro. Chrome sonrió con culpa y Tsukasa también, mientras que Gen y Ryusui no ocultaban su cara de murciélagos y el hecho de que estaban, sin duda, tramando algo.
—¿Qué demonios se traen entre manos y porqué arrastraron a esos cuatro?
—Los necesitábamos~ Lo sentimos, Senku-chan, pero no sabíamos qué darle a Kohaku-chan de cumpleaños.