El Bolígrafo.

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***


Querido diario:

Soy pésima en esto del amor. Mi mejor amiga y yo acordamos decir quien nos gusta al mismo tiempo. Se suponía que a la cuenta de tres diríamos el nombre del chico en voz alta, pero soy una boba y estúpida niña tímida. No fui capaz de decirle a mi mejor amiga quien me hacía suspirar en clases, en cambio ella confía en mi con todo su corazón. Si hubieras visto su carita de emoción e ilusión cuando nombró a Leandro... Ahora, te imaginarás la cara de sorpresa y terror que puse yo, porque bien sabes que ese era el nombre del chico que no me atreví a decir.

Pero es obvio que no puedes ver ni imaginar nada, al fin y al cabo... Solo eres mi diario.

***

—¡Alejandra! ¿Estás ahí? ¿Qué tienes?

—Perdóname Yeni, me distraje. ¿Qué decías?

—Por el amor de Dios amiga. Eso no es distracción, eso es amor. A mi no me engañas ¿Eh?

—Pero que dices. Solo no dormí bien anoche... —Escaneo a mi alrededor y me alarmo. —¿Y a dónde fueron todos?

—¿Tampoco oíste a la maestra? Debemos ir a la sala de talleres. ¿Donde tienes la cabeza?

Mientras guardamos todo, miro a Yeni de reojo. Luce tan alegre, tan brillante y despreocupada. A veces quisiera ser como ella, no le afectan las cosas o por lo menos es lo que me dice y demuestra.

Una vez en la sala de talleres, la maestra nos separa con Yeni. Ese fue nuestro castigo por llegar tarde, por ende quedamos a un extremo la una de la otra y eso me hace sentir tan sola. ¿Mencioné que ella es mi única amiga? Si. No soy muy sociable que digamos.

—Bueno, se preguntarán el por qué los traje aquí. —La maestra habla y me siento mal por ella. —Vamos a hacer una clase divertida, traje un montón de incentivos y vamos a premiar los primeros lugares.

Nadie le coloca atención, y a pesar de que ella puede notarlo no hace nada y sigue hablando. La mayoría de mis compañeros conversa y se ríe, mientras que los que quedamos en silencio somos realmente pocos.

Y dentro de la mayoría está Leandro, quien no para de hablar con Christopher, su mejor amigo. Él es uno de los más rebeldes de nuestra clase además de ser uno de los más populares... Un imposible.

Mientras la maestra habla y habla, aprovecho de sacar mi cuaderno y mi estuche. Pero por más que busco como desquiciada, no encuentro este último. Al parecer se me quedó en la sala anterior. ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo escribo? Yeni está muy lejos para acudir a ella.

—Ten. —Levanto la vista que tenía perdida en mi cuaderno y me encuentro un bolígrafo azul frente a mi rostro. —Parece que te hace falta uno. Tómalo, sé que me lo devolverás al finalizar la clase, no te preocupes.

Me quedo helada. La voz de Leandro me deja perpleja. Sé que es algo bobo lo que diré, pero aunque somos compañeros desde el kínder, con Leandro jamás habíamos hablado antes. Llegué a pensar que simplemente era invisible para él y con el tiempo eso se convirtió en un hecho.

—Gra... Gracias. —Tartamudee en un balbuceo, sintiéndome una idiota y le arrebaté el lápiz de las manos sin mirarlo a la cara.

Ale! No eres invisible. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora