¿Te Arrepientes?

5K 338 18
                                    

***


Querido diario:

Tengo miedo.

La mañana ha transcurrido con bastante calma y eso es extraño.

Mamá tiene como nuevo proyecto, arreglar el jardín, así que hace un rato salió a comprar algunas cosas que le hacían falta. Hace bastante ya, que no tenía un fin de semana completo para ella, se lo merece. Es bueno que quiera aprovecharlo para hacer algo que siempre quiso hacer y por fin tener su tan preciado jardín.

En cuanto a Pau, no la he visto por la casa. Creo que no llegó a dormir después de todo. Sin embargo, mamá está de buen humor así que lo más probable, es que ya se hayan comunicado. Tampoco me ha dicho nada después del mensaje que no respondí ayer... Una vez más, lo siento Pau.

Y luego está el mensaje de Leandro... Tiene razón, no puedo huir por siempre, pero puedo intentarlo al menos hasta mañana. Ambos sabemos lo que dirá, así que no hay apuro en hablar... Al menos para mi.

¿Por qué es tan difícil esto? ¿Por qué no me dejas disfrutarte un poco más, Leandro? ¿Por qué?

En fin... Las cosas parecen normales hasta ahora, y aunque eso no es común y me aterra, prefiero que se queden así. Nunca había sentido tanta incertidumbre por saber que pasará mañana, siento que los nervios me comen viva.

Solo quiero sobrevivir este domingo. Sin preguntas, sin pensar de más, solo respirar y olvidarme de todo.

Necesito relajarme y distraerme del mundo, fingir que todo está bien en mi vida.

Al menos hoy.

***

Un portazo me hace saltar, debe ser mamá, que viene con las manos ocupadas. Si no bajo ahora y la ayudo, es mi fin. Porque su humor suele ser como una bomba de tiempo y nadie quiere ver a mamá enojada... Nadie.

Me levanto y bajo corriendo las escaleras con tanto apuro, que las pantuflas me hacen tropezar en el último escalón. Una mano amigable se asoma para ayudar a levantarme. El jodido golpe me hizo raspar las rodillas y las manos por caer con todo mi peso sobre ellas.

Recibo la ayuda y me pongo de pie con una mueca de dolor, pero el dolor queda en segundo plano cuando veo la sonrisa radiante de Leandro frente a mi. ¿Qué hace él aquí? El corazón comienza a latirme con fuerza y quedo perpleja.

—¿Por qué eres tan porfiada? Te he dicho un montón de veces que no corras por las escaleras, menos con esas cosas gigantes. —Mi mamá aprovecha de regañarme e insultar mis pantuflas de garras de oso. Pero mi rostro no deja de mirar con asombro la presencia del chico que me quita el sueño.

—Tú... Tú... —Oh Dios, ahora no. No puedo estar balbuceando ahora. Soy una idiota, es la primera vez que lo veo después de aquel beso y comienzo a tartamudear. Pensé que ya habíamos superado esta fase.

—¿Contenta de verme? —Su voz suena igual de ronca y sensual que siempre. ¿Por qué está aquí? ¿Vino para aclarar lo del beso? ¿Frente a mamá? No, no puede hacerme esto hoy. Aún no tengo listo mi discurso, donde comienzo a reír, golpeo su hombro como broma, le digo que no se preocupe y solo eso, porque no sé cómo terminar. Soy una idiota. Mis nervios no me dejan reaccionar. —¿Estás bien? —Dice con el ceño fruncido ante mi inmóvil y atónito rostro.

Ale! No eres invisible. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora