El pateo de entrenamiento se trataba de un amplio trozo de campo tras la base e igualmente custodiado por militares. Había una serie de elementos desperramados, como redes para escalar y obstáculos.Veinte nuevos reclutas fueron llevados temprano por la mañana y ordenados en una fila. Todos vestían el uniforme que les fue entregado y fingieron obediencia al pararse rectos.
- Bien, como el soldado Murroc les comunico ayer, tendrán dos semanas de instrucción en dónde se encargarán de venir por su cuenta al campo de entrenamiento a primera hora de la mañana. Les recomiendo esforzarse para maximizar su capacidad de supervivencia - Fenneck caminó frente a ellos mientras predicaba; - Entrenarán por la mañana. Por la tarde se dividirán en sus especializaciones y serán llevados a una sala en donde se les enseñara a perfeccionar sus habilidades. ¿Preguntas?
Hubo un breve silencio. Seúl estaba esforzándose por mantenerse de pie en su lugar. Habían sido obligados a despertarse incluso antes de que el sol saliera y ni siquiera les dieron de desayunar. Ahora, finalmente los rayos de sol comenzaban a abrirse paso entre las nubes y el discurso de Fenneck parecía llegar a su final. Seúl estaba dispuesto a pasar directamente al entrenamiento si con ello podía ahorrarse las palabras de aquel cyborg. Sin embargo, cuando Fenneck se vió dispuesto a acabar con la presentación se oyó una voz infantil.
- Yo tengo una pregunta.
La voz provenía de una pequeña chica con dos coletas. Tenía un flequillo rubio desordenado y lo que Seúl cálculo como un 50% de modificación. Sus piernas brillaban de un plateado metálico donde sus pantalones demasiado largos se enrollaban. Fenneck mantuvo una cara sería al verla, sin la usual suavidad que un adulto adoptaría frente a una niña.
- Habla.
-¿Cuando vamos a comer? Prometieron proveer todas las comidas del día en el contrato que firmé.
Se oyeron algunos resoplidos de risa. Fenneck, sin embargo, no pareció divertido. Al igual que él, la pequeña chica parecía preguntar sinceramente, atribuyendo mucha importancia a la respuesta. Seúl, cuyo estómago comenzaba a gruñir, también prestó atención.
- El desayuno será servido cuando finalice el entrenamiento. Si eso es todo, los dejo a cargo del general Manson, quien será su instructor.
Una hora más tarde Seúl comenzó a cuestionarse su decisión de alistarse por sobre la cárcel. El sudor caía por su rostro ruborizado por el esfuerzo. Sendai trotaba a su lado, ni la mitad de lo afectado que él estaba.
- Tienes un cuerpo demasiado débil - comentó.
Habían sido dejados atrás hace mucho. La niña cyborg de las coletas pasó junto a ellos y volvió a perderse entre la multitud de cyborgs que corrían por delante.
Seúl estaba indignado con la diferencia entre las personas.
-¿Cuántas vueltas va?
Sendai sacudió la cabeza.
- Perdí la cuenta.
La chica era realmente rápida. Aunque no era la única; cinco personas llevaban dando casi el doble de vueltas que los demás. Seúl supuso que se trataba de los encargados de llevar el sensor. Pero de ser así, ¿no deberían ser cuatro?
- Son increíblemente buenos.
- O tu eres demasiado malo.
Agotado, se secó el sudor que le caía en los ojos y observó a la cyborg de rasgos asiáticos a su lado.
- Tu también estás última.
Ella sonrió y lo palmeo en el hombro, casi empujándolo al suelo.
- Es diferente, mi amigo. Yo solo aprovecho para ser perezosa.
El entrenamiento duró tres horas de agonía. Llegó al comedor con las piernas temblando y el estómago revuelto. Todos desayunaron el mismo plato insípido de avena, un jugo de naranja aguado y una caja de leche. Algunos con suerte consiguieron una manzana.
- Te digo, niño, sobreviviré a esta mierda y seré rico. Ya lo verás -. Un cyborg en sus cuarenta hablaba con Marc, el chico rubio que había conocido ayer. El hombre era uno de los pocos con un nivel alto de modificación, rondando el 70%.
- No tiene la capacidad.
Seúl y Sendai volvieron su mirada al frente. Había un cyborg comiendo tranquilamente frente a ellos. Seúl le cálculo un 30% de modificación. La gran mayoría centrado en sus ojos y manos. Unos finos dedos metálicos sujetaron una cuchara de avena y se la llevaron a la boca.
-¿Por qué lo dices? - preguntó Sendai, siguiendo su actitud sociable.
- Lo examiné. No tiene más aspiraciones que el dinero, buenas modificaciones si se trata de fuerza pero pierde en agilidad. Demasiada confianza, intelecto pobre - agregó, para luego volver a escarbar en su tazón de avena.
Seúl lo observó con atención. Había pasado apenas un día desde que estaban en la base. Aunque fuese superficial ¿cómo tuvo tiempo para examinar a alguien?
-¿Por qué lo examinaste? - preguntó.
El chico mastico y se tomó su tiempo para tragar. Luego lo miró con aquel par de ojos robóticos similares al sensor de una cámara.
- Voy a formar mi propio grupo.
-¿Por qué te dejarían formar tu propio grupo? - preguntó Sendai.
-¿Por qué no? Si formo mi propio grupo, será un grupo con una mayor probabilidad de supervivencia. Si la supervivencia es mayor entonces será mayor el espacio que nuestro sensor logre cubrir. Todos ganamos.
Seúl jugó con la avena. Su estómago aún seguía revuelto tras la sesión de ejercicios inhumanos a la que había sido sometido.
- ¿Piensas que creerán en tu juicio? - Estaba curioso.
El cyborg parecía convencido;
- Lo harán.
- Entonces, mi amigo -. Sendai se inclinó sobre la mesa - ¿quién tendrá la suerte de entrar a tu grupo elitista?
- Apenas es el primer día. Hasta ahora solo he descartado a cinco. Tres encargados del sensor, un técnico y un capitán.
-¿Quiénes? -. Sendai parecía interesada en el chisme. Seúl también estaba un poco interesado, ¿realmente lo dejarían armar su grupo?
¿Cuál sería el criterio que tomarían los militares para formar grupos?
El cyborg ennunero casi distraídamente:
- Gurg, capitán. El hombre robusto que estaba alardeando sobre volverse rico hace un momento. Ciig, Charles y Boris. Tres buenos corredores, pero no lo suficiente para ser el encargado de llevar el sensor en mi grupo. La mocosa de las coletas es mejor que todos ellos. En cuanto al técnico... Seúl.
Se le cayó la cuchara dentro del tazón.
-¿Por qué yo? - se sentía insultado.
Sendai se echó a reír, casi ahogándose con el jugo. El cyborg frente a ellos apenas le echo una mirada, como si no tuviera nada que ver con el sentimiento de ofensa en Seúl.
-Demasiado lento, retrasaría a los demás - explicó.
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Tierra de Lata
Science FictionSeúl no tuvo oportunidad de conocer la forma de vida anterior: sus primeros recuerdos estaban plagados por el caos. Un cyborg independiente en una ciudad que intenta dejar atrás los vestigios de la gran devastación. Al final, llevar una vida tranqui...