Parte sin título 10

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"Un paseo por el pueblo"

Al terminar el jornada escolar tomé mis cosas, pero esperé dentro del salón al darme cuenta que él aún seguía ahí. Dragomir no había realizado ni un solo movimiento, mientras que todos nuestros compañeros ya habían salido al instante en que la campana había soñado -hacía casi 5 minutos. Él estaba tieso y sus cosas aún estaban en su pupitre como si no quisiera irse. Por segunda vez en el día decidí que debía darle un empujón y tratar de que se abriera conmigo.

– ¿Quieres que te pase mis apuntes? - pregunté en voz baja pero la falta de ruido y de alumnos molestos hizo que mi voz retumbara en todo el salón.

Él me miró dándose cuenta que era el último y que debía irse. Con un gesto se revolvió su cabello y comenzó a guardar rápidamente sus hojas y cuadernos.

Antes de hablarme tosió como si tuviera un nudo en la garganta, como si no supiera cómo hablar – Si, sería bueno.

– ¿A dónde tienes que ir ahora?

"¿Que estás haciendo, Selene?", me grite a mi misma mientras me daba cachetadas mentales.

Dragomir se quedó quieto, mirándome sin saber porque le preguntaba eso, y sinceramente yo tampoco. Pero había algo en él, algo que me atraía como si de alguna forma tuviera que protegerlo de algo. Odiaba ese sentimiento, sentir ese tipo de sentimiento por alguien a quien a penas conocía.

Gracias a dios no hay nadie cerca que pueda ver este espectáculo. No se escuchaban pasos cerca ni ningún tipo de charla en todo el pasillo y estaba agradecida con los estudiantes que estaban desesperados por no pasar ni un segundo más en aquella institución.

– ¿Por qué preguntas? – dijo inquieto mirando de reojo al piso para evitar verme a los ojos.

Un gesto que me hizo sonreír al ver que él si podía ser tierno. Algo que no era muy propio de Dragomir, pero que aún así casi me vuelve loca.

– No lo se, pensaba qué tal vez si no tienes prisa por ir a tu casa o al lugar donde tengas que ir, podríamos recorrer un poco de Barlfom. Como te múdate hace poco no creo que hayas visto todo lo que esté pueblito olvidado por dios tiene para ofrecer.

Él se rió y mirándome de reojo asintió con la cabeza sin poder negarse.

– Si, debería conocer un poco de este pueblo.

Yo, alegre le devolví la sonrisa y tomando su hombro jaleé de él para que comenzara a caminar. Cuando el ya era capaz de seguirme el paso, me volteé y le dije; "Debemos apurarnos entonces. Son casi las tres y media de la tarde y debo volver a mi casa antes de las seis. Tengo mucho que mostrarte, aunque es pequeña no es tan pequeña como otras ciudades y tiene muchas cosas de entretenimiento. Este es un pueblo pero es baste acogedor, es algo que aprenderás con el tiempo".

– No creo que me quede mucho aquí – murmuró seco, al escucharlo decir eso sonaba seguro como si supiera que en cualquier momento él se iría de allí.

Vi algo de vacío en sus ojos, lo que me puso triste y al mismo tiempo curiosa. No podía preguntarle el porque, no teníamos tanta afinidad, pero podía animarlo.

– Bueno, en ese caso, al primer lugar que iremos es a Junker's es una heladería artesanal. Prepárate porque es el mejor helado que probaras en tu vida.

No hicieron falta palabras, supe al instante que no quería que nadie le preguntara sobre su vida personal. Aunque mi querer del saber porque era grande y él me digiera sus secretos, no sería correcto. Los dramas familiares eran solo para la familia. Cuando los ajenos a la misma saben tus secretos... bueno, yo más que nadie debería saber lo qué pasa cuando un chisme está en boca de todos.

Selene: el mundo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora