Fate: Daño Nervioso

Capítulo 1

Daño Nervioso

"Honestamente Emiya-san, no tienes que hacerlo todo en un día. Puedes continuar mañana si quieres." Issei no podía creer lo afortunada que era la escuela a veces de tener a Shirou Emiya en ella. El chico era agradable, educado y tan increíblemente servicial que ni siquiera era divertido.

Shirou solo sonrió y negó con la cabeza. "Está bien Issei. Prefiero lidiar con los problemas todos a la vez de todos modos. Solo deja la lista de cosas para arreglar aquí y vuelve a casa. Los terminaré todos hoy".

Issei suspiró, luego se inclinó en agradecimiento. "Una vez más, gracias Emiya." Dijo antes de irse.

Shirou asintió cuando el otro adolescente se fue, antes de mirar el calentador roto frente a él. La verdad era que necesitaba que Issei se fuera si quería arreglar los electrodomésticos rotos, ya que su método para arreglarlos parecería completamente imposible si otras personas lo vieran.

Se arrodilló frente a la estufa, colocando una mano sobre la máquina rota e imaginando el gatillo que activaría su magia. "Seguir".

En sus ojos apareció, una red increíblemente compleja y gigantesca hecha de miles de hebras de hilos dorados. Sonrió e imaginó que una sola hebra se prendía fuego. Ese fue su disparador, y un solo circuito mágico cobró vida dentro de él.

Con eso, usó su magia para analizar el calentador, y su estructura completa se hizo conocida en un instante. La sonrisa se ensanchó cuando descubrió el problema.

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Pasaron horas antes de que terminara con todo, y para ese momento, ya era tarde en la noche. Shirou volvió a atornillar la tapa del último aparato que había arreglado; un AC.

"Bueno, ese es el último de ellos." Murmuró, tachando el último aparato sin marcar de la lista, antes de guardar sus cosas y salir de la habitación hacia la salida de la escuela.

Fue cuando se acercaba a dicha salida que comenzó a escuchar algo inusual. En concreto, el sonido de los impactos, del acero al encuentro del acero en una continua cacofonía de ruido.

Un escalofrío de terror recorrió su columna vertebral, salió lentamente, haciendo todo lo posible por pasar desapercibido mientras intentaba ver qué estaba causando tal ruido. ¿Había hooligans tratando de desfigurar la escuela?

La realidad fue peor.

Dos figuras, una roja con espadas blancas y negras, y otra azul con una lanza roja, lucharon entre sí. Era una imagen sacada directamente de la fantasía mientras los veía luchar con golpes más rápidos y fuertes que cualquier cosa que hubiera visto nunca. Sus brazos se balanceaban como pistones mientras aplastaban sus armas una y otra vez, sus golpes producían pequeñas ondas de choque por la pura fuerza en ellos.

Estaba más allá de todo lo que había creído posible. Era algo que solo podía existir en las historias, y en ese instante, Shirou supo que esas cosas peleando entre sí no eran humanas. Eran demasiado grandes, demasiado poderosos, demasiado hábiles para ser algo tan frágil.

Fue en un momento de respiro cuando saltaron el uno del otro que el azul lo vio, y Shirou sintió el terror sacudir todo su cuerpo cuando sus ojos se encontraron con los rojos del portador de la lanza.