4. Titanium

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No soy consciente de absolutamente nada más tras las palabras crudas que utiliza Billy, tras la manera drástica en que me ha escupido mi discapacidad frente a todo el mundo, lo único que hay a mi alrededor es silencio que me perturba y me enferma, aunque no más que el rostro hinchado de quien busca herirme.

Pero, el siguiente paso lo daré yo.

No necesito zafarme del agarre de Trevor, así como tampoco necesito atestarle una cachetada como le había dicho a Gigi por la mañana.

Con cautela y sin mucho escandalo logro mi cometido.

Mi pierna de titanio que desde hace seis años me ayuda a poder sostenerme y seguir mi vida normal, es mi mejor arma si sé como usarla con idiotas como el que tengo en frente.

Como el que acaba de recibir el jodido golpe de su vida.

—Soy un alma de titanio cariño—le vocifero elevando el mentón—. No te deberías meter conmigo a menos que quieras conocer la verdadera fuerza que tengo.

Lo siguiente que debo presenciar es el rostro contraído por el dolor de Billy que para este momento me importa un bledo la manera en que se queja tal como a él no le importo ventilar aspectos sobre mí.

Aspectos que son la perfecta comidilla para todos los estudiantes de la universidad.

No me he empeñado en esconderlo, es solo que no me siento cómoda llevando faldas o vestidos a la universidad, pero sabría a quién decírselo esperando que lo tomaran como lo que es.

Como una discapacidad con la que yo misma me tengo que vivir y no como una manera burlona de dirigirse a mí o barrerme con los ojos buscando lo que no hay.

Porque no hay pierna izquierda para mi.

Sin embargo, de un momento a otro a mis oídos llegan los gritos de horror que lanzan los profesores quiénes arman más escándalo del que ya había en el estacionamiento sur, pero parecen una horda de policías porque nos llevan prácticamente a rastras a todos los que estamos al centro.

Bueno pienso que a Billy lo llevaran los enfermeros, así como sé que su papá vendrá a defenderlo ante todos, como si de alguien ejemplar estuviéramos hablando.

Burns Burns.

En cuestión de minutos estamos siendo interrogados en una enorme oficina que pertenece al subdirector, mismo que nos observa de manera despectiva a todos los presentes y al decir todos, me refiero a Sebastian, Trevor, los dos amigos de Billy así como su padre que no para de removerse en la silla y por supuesto, yo.

—¿Se está dando cuenta de la acusación tan espantosa que están dando estos chicos sobre mi hijo que está en el hospital? — se levanta el padre de Billy enfurecido mirándonos a todos furtivamente.

—Bueno que esté en el hospital no asegura que sea una buena persona—comenta Sebastian sin mucho interés a pesar de que el señor Burns parece querer arrancarle la cabeza—. Así como que esté estudiando medicina— termina victorioso mi amigo llevándose una papa a la boca mismas que se están compartiendo Trevor y él como si de una película se tratase.

—Señor Jensen— dice le subdirector regañándolo con sus enormes anteojos de un peculiar color celeste—. Le pido que deje de interrumpir a todo el que habla.

—Pues—vuelve a interrumpir Sebastian hasta que la mirada de todos cae contra él y se lleva la mano llena de comida a la boca—. Vale.

—Vamos a tomar medidas muy drásticas con ustedes—nos declara el hombre saliendo de su enorme silla casi presidencial y a paso lento se coloca al centro de la habitación.

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