7. Crepitus

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No sé cuánto tiempo llevo caminando entre las solitarias calles de Lucerna, lo único que puedo reconocer es que he recorrido mucho más de lo que suelo hacer en todo el mes y por ello estoy exhausta.

El atardecer no puede apreciarse del todo porque pareciera que está a punto de caer un diluvio, inclusive las nubes se muestran oscuras y aterradoras.

No me he molestado en ver las condiciones del clima solo por esta semana y parece que me he perdido de mucho. 

Soy consciente de que número uno, no llevo un paraguas conmigo, dos que posiblemente tendré que detenerme en un punto antes de llegar hasta la casa de Sebastian.

Si es que alcanzo a tener aliento para continuar.

Y numero tres, que aquello ha sido la peor pelea entre hermanas que hemos tenido, creo que todas habíamos construido y alimentado todo ese rencor con el paso del tiempo.

Ha resultado catastrófico, pero liberador en partes iguales.

Unas pequeñas gotas de lluvia comienzan a pintar el pavimento así que me veo en la necesidad de refugiarme debajo de una tienda de cosméticos simulando poner atención a sus productos.

Cuando parece desaparecer la lluvia logro hacer mis últimos esfuerzos hasta llegar a la casa de Sebastian, que por cierto es una casa muy bonita.

Su madre la pasa plantando y protegiendo a sus rosas en colores vibrantes así que le da un tono bastante alegre.

Después de tocar el timbre dos veces puedo escuchar un grito desde dentro diciéndome que están por llegar a la puerta así que espero pacientemente recargada contra el muro. Con el paso de los segundos mi audición se agudiza al grado que puedo escuchar los suaves pasos contra la madera de la casa.

Solo espero que pueda hablar con Sebastian ahora y no esté demasiado ocupado porque siento que voy a morir por deshidratación.

La puerta marrón enorme es abierta dándome de lleno la imagen de un hombre calvo con un gesto de desagrado.

Es el padre de Sebastian, Rob.

—Hola—saluda rascándose la barbilla nervioso—. Cualquier cosa que esté vendiendo de una sola vez te digo que no, largo—me dice intentando cerrar la puerta, pero lo detengo con rapidez colocando mi pierna de titanio. 

—Soy Eliette—le explico al hombre que se gira para verme con fingida sorpresa—. Eliette Keller la amiga de Sebastian.

—Ah, ya—asiente viendo a sus costados—. Pues Sebastian está ocupado y no creo que pueda atenderte ahora mismo—me dice realizando una mueca con una mezcla de altanería dándome ganas de escupirle el desagrado que me causa en cada ocasión que lo veo. 

—Es de carácter importante—le reitero la petición está vez elevando un poco mi tono de voz.

—¿Importante? —ríe sin mucha gracia—. Importante es que se prepare correctamente para su siguiente batalla de boxeo en lugar de... —duda un poco en lo siguiente que dirá moviendo sus manos de manera extraña—. Mantener visitas que lo distraigan—termina viéndome como si hubiera ganado algo más que mi odio incremente hacía él. 

—Vale—asiento aversiva mientras me llevo el aparato electrónico a la oreja para poder responder la llamada entrante de un número desconocido.

—¿Qué estás haciendo? —grita Rob rabioso haciéndome sobresaltarme del tono agresivo que usa—. ¿Estás llamando a Sebastian? —me reta con la mirada mientras lo observo perpleja.

Él no quiere que moleste en hablarle o llamarlo aunque ni siquiera lo estoy haciendo realmente al parecer es un número equivocado por lo que escucho al otro lado de la línea, aún así que retiro mi pierna de la puerta para alejarme de inmediato de ahí.

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