CAPÍTULO 5 | AGITACIONES

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          —Ah, dame más duro, ah —gimió ella en el oído de Maxwell. El inglés la tomó de la cintura e intensificó las estocadas. La polla estaba húmeda del lubricante vaginal. Entraba y salía. Los dos cerraron los ojos, disfrutando del momento. La chica chilló, Maxwell tocó una parte sensible que la hizo expulsar un líquido transparente por todo el asiento. Estaban mojados—. Sí, ah, dame, sí.

CINCO DÍAS ANTES

El sonido del silbato sonó a la distancia. Los Aulladores Azules entrenaban en el gimnasio para el próximo campeonato en Brookfield High. En los pasillos, las animadoras repartían boletos sobre el concurso de Señorita Redwood Hikes. El Club de Drama buscaba integrantes. Liberia Cooper y su profesor de Cinematografía se besaban en secreto en la parte trasera de la secundaria, tenían un amorío prohibido. Savannah Bell salió de la clase de Botánica con su gran séquito de amigos.

Juliette Brooks les contaba sobre la noche fogosa que tuvo con un compañero de clase, ella solo omitió el pequeño detalle de que ese chico le pagó por tener sexo. Theresa Powell iba ansiosa, le preocupaba que su atracción por Savannah se le empezara a notar, no quería problemas con sus amistades solo por cosas del corazón. Odiaba sentirse así de enamoradiza. ¿Se podría contener?

Howard iba perdido en su celular, le respondía los mensajes a su novio Nicholas. Y Savannah dio pasos firmes en medio del pasillo. Metía abdomen. Sonreía. Saludó al líder del Club de Biología. Varias chicas murmuraban a su paso. La recorrían con la mirada. Era de esperar, la abeja reina le causaba envidia a más de una de ellas. El ruido de unos tacones altos hicieron que Savannah se volteara. Alabama Davis se acercó a Savannah con alteración y le dio una bofetada en la mejilla.

          —Esa bofetada es lo mínimo que te mereces —Alabama sacó las fotografías de su cartera—. Me enviaron estas fotos a la mansión, son bastante comprometedoras, te estás acostando con el hombre que me juraba amor eterno. ¿Intentaban verme la cara de estúpida? No pienso permitir que ustedes dos se burlen de mí. Savannah, soy muy tranquila, pero puedo ser la peor de todas.

          —¡Eres una maldita bruja! —le gritó Savannah mientras se acariciaba la mejilla—. No tengo la culpa de ser tan hermosa. No puedo evitar que los hombres se obsesionen de mí, bebé. Yo sé que debe ser horrible para ti el hecho de que Preston no te ame, pero mírame muy bien, no hay punto de comparación. Las brujas salvajes como tú nunca obtienen lo que quieren. Me das risa.

          —¡Y tú me das pena, créeme, eso es muchísimo peor! —Alabama no le tenía miedo, estaba a nada de darle otra bofetada—. Terminé mi relación con él. Preston y tú son tal para cual. Ahora sí van a poder vivir el amorío que tanto deseaban, sin obstáculos, sin secretos, sin yo de por medio

          —Yo a Preston le doy todo lo que a ti te hace mucha falta —la rubia sonrió con superioridad—. Le encanta como lo hago sentir en la cama. Nos reímos muchas veces de ti. Nos gustó mucho lo prohibido. Él me gimió al oído. Fui suya en el jardín de mi casa. Nos entregamos. Fue perfecto.

          —Que decepción escucharte hablar así —comentó Howard con furia—. ¿Eres consciente de lo que estás diciendo? Savannah, eres una gran amiga, te quiero, pero yo no acepto este tipo de faltas de respeto. Sí, Alabama está en todo su derecho de estar enojada, ustedes la traicionaron.

          —¿Entonces estás eligiendo un bando? —le cuestionó Savannah a Howard—. La decepción es mía, por confiar en alguien que aparentaba ser mi amigo. Lo sabía, en cualquier momento te ibas a ir en mi contra para defender a esta bruja. ¿Cómo olvidar el hecho de que ustedes fueron amigos en la infancia? Sí, eres un traicionero. Yo no perdono las traiciones... Te vas a arrepentir.

HAGAMOS TRAVESURAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora