◇capítulo 6◇

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Kakashi bosteza bajo la máscara mientras ve el ir y venir de informes por revisar sobre los delgados brazos de Shizune.

El Sexto ha vuelto al mando de la Aldea, a pesar de las quejas de Konohamaru por haber querido ser el sucesor del puesto. Kakashi lo había consolado mencionándole que solo era temporal, que en cuanto llegase Naruto bien podría darle las quejas a él. Sarutobi había asentido, ya llegaría su momento y su abuelo, el Tercero, sonreiría orgulloso donde estuviese.

— Deja de mirarme así, Konohamaru, algún día llegará tu turno— le dice Kakashi con flojera y cierta sorna mientras toma entre sus manos un papel que necesita su firma.

Kakashi se recarga en el asiento observando uno de los pequeños cuadros que reposan sobre el escritorio, es la foto del Equipo Siete.

Habían transcurrido tres años del divorcio del Séptimo. La noticia había conmocionado a la Aldea, siendo tema de conversación entre los pobladores por al menos un año. Los divorcios en Konoha están contados con la palma de la mano y siempre causan cierta conmoción entre los aldeanos; que fuera el Hokage uno de los pocos divorciados en la Aldea hizo que el impacto de la noticia se multiplicara por diez.

Por un lado, Hinata había regresado a la residencia Hyuga, apoyando a su hermana en el liderazgo de su clan. Algunos aldeanos la habían visto junto a otro miembro de su clan en actitudes, según ellos, sospechosas, que bien podrían prestarse para especulaciones románticas. Nadie ponía el dedo acusador sobre ella, después de todo, nunca es tarde para empezar de nuevo.

Su hija menor, Himawari, había comprendido la separación de sus padres; si su madre había sido quien había pedido el divorcio, siendo ella una mujer paciente y amable, solo podía significar que el matrimonio de sus padres no tenía salvación. Con Boruto había sucedido todo lo contrario, le había costado asimilar la separación de sus padres y había juzgado y culpado a su padre de nuevo. Fue cuestión de tiempo, y también de las pocas pero acertadas palabras de su maestro que lo ayudaron a comprender un poco más a Naruto.

Algunos pobladores de la aldea habían visto al Séptimo visitar continuamente la casa de sus mejores amigos, la mayoría pensaba que se refugiaba en el matrimonio Uchiha para superar su separación. ¿Qué mejor que los amigos para distraerse?, comentaban.

El legendario Equipo Siete ha partido de misión. Es la primera vez que se reúnen luego de tantos años de dejar las misiones en equipo. Shikamaru se ha encargado de no alarmar a Konoha por la repentina salida de los tres ninjas, ha comunicado a la aldea que solo se trata de una reunión importante entre las demás aldeas.

Shikamaru intuye que Kakashi sabe algo más, ha intentado sacarle información más de una vez, pero el viejo sensei del Equipo Siete no dice nada. Que Kakashi haya accedido a volver a la vida del intenso papeleo, del cual siempre había renegado cuando en su momento fue Hokage, levantó sus sospechas. Él es el genio Nara y tiene sus conjeturas, mas le parece tan descabellada la idea que se está formando en su mente que la desecha, sin saber que está pensando en lo correcto.

Piensa mal y acertarás, le había dicho su difunto padre.

Pero que los tres estén metidos en un embrollo amoroso resultaba de lo más improbable.

Simplemente imposible.

.

Se acomoda entre las piernas del rubio mientras se inclina para recibir a su esposo.

Habían partido hace seis días de Konoha. Sakura recuerda recibir la noticia alarmada, sobre todo porque Sasuke había sido quien le había avisado sobre la misión, cuando él no le permitía realizar peligrosas misiones por Sarada.

Había dejado a su hija de quince años al cuidado de Shizune, la había abrazado tan fuerte solo para recordar su delgado cuerpo los días que durara la misión; la pequeña Uchiha la había reprendido, no era como si se fuera a morir.

Sakura siente sus paredes internas contraerse, sabe que está al límite. Naruto le pellizca el pezón derecho, gime fuerte, sus piernas están temblando y Sasuke no la ayuda acelerando el ritmo de sus embestidas.

Mas su sorpresa fue al llegar a una casa en medio de una tranquila pradera. Sakura no vio enemigos, no vio casas destruidas, no vio gente herida o en crisis, absolutamente nada sospechoso. Por el contrario, había escuchado la estruendosa risa de Naruto. Había observado al rubio con las cejas arqueadas, Sasuke lo miraba molesto mientras el rubio susurraba un «Te dije que funcionaría». Ella se había encerrado molesta en una habitación de la casa al enterarse que todo había sido un plan de Naruto avalado por Sasuke. Había puesto el grito en el cielo, había regañado a Sasuke por permitirle dejar en la aldea a su hija y había golpeado a Naruto por no tomar en serio su cargo como líder de la Aldea. Ambos habían intentado calmarla, diciéndole que no era lo mismo estar a solas fuera de la Aldea que dentro de esta, ya sea por los vecinos como por los hijos. «Es una semana solo para los tres», había mencionado Naruto sobándose la cabeza adolorido. «Los vecinos hablan, Sakura, no tardarán en darse cuenta», había mencionado su esposo. «Es la última estupidez que te perdono, Naruto; para ti también va, Sasuke», había terminado por ceder Sakura, para luego besar al rubio en los labios, halando del cuello de la camisa a su esposo, comenzando así su semana de vacaciones.

Sasuke sale de ella y cae a un lado de la cama, dejando un espacio para que ella se recueste entre él y su mejor amigo. Sakura sale cansada del rubio, quien la mira con ojos somnolientos y una sonrisa boba en el rostro, y se deja caer entre su esposo y su otro —no legal— esposo. Los ojos le pesan, últimamente ha tenido demasiado sueño, sin contar los dolores en la espalda y de estómago; lo que le recuerda la espera de Sarada, pero no quiere pensar en eso, porque se ha cuidado y la idea es tanto imposible como aterradora. Antes de dormirse los toma a ambos de las manos, y se las lleva al vientre. Sonríe antes de ver mariposas colarse en sus sueños.

Como si se tratara de un efecto dominó, Sasuke y Naruto también se dejan vencer por el sueño, tal vez porque siempre estuvieron sincronizados.

Naruto mira el cielo con una sonrisa tan resplandeciente que puede llegar a competir con el mismo sol que calienta su bronceada piel. Ríe, se emociona, escribe y sueña.

Sakura ríe, baila entre sus pasos y se pierde en sus románticos y dulces pensamientos. Su corazón ya no está confundido, ahora es más fuerte y decidido que nunca.

Sasuke sonríe, su alma por fin descansa, la culpa ya no es su oscura compañera; por fin se ha disipado, no ha dejado ni un rastro en su corazón suturado.

A escondidas, disfrutan del amor que la sociedad considera inmoral e incorrecto; cuando en realidad, es más sincero y real que cualquier otro.

No había sido Iruka ni la Academia Ninja quien los unió en un mismo equipo. Fueron sus corazones hambrientos de amor quienes se buscaron y solo ahora, pueden ser uno solo.

El corazón del Equipo Siete.

Siempre equipo sieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora