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¿Estoy viendo lo que creo que estoy viendo?

Me acaba de poner un guiño.

Un guiño.

¿Qué hago? ¿Morirme de un infarto? Es lo más lógico, porque no creo que pueda seguir respirando bien después de esto.

Vale, cálmate mi ciela. Tranquilizate.

Es solo un punto y coma y un paréntesis. No tiene por qué afectarte tanto.

Respira, expira.

Ya una vez calmada, me dispongo a escribirle una respuesta en otro trozo de papel.

Es la hora del descanso, y él suele estar con sus colegas en el comedor. Mientras, yo estoy en la biblioteca escribiendo las notas que le dejo.

Por alguna razón, esto empezó siendo una forma de desaburrirme, si es que esa palabra siquiera existe, y ha acabado convirtiéndose en rutina.

Y parece que a él no le molesta del todo.

Tkm, ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora