Capítulo 13 Jimin#3

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Su expresión debió traslucir que algo marchaba mal, porque Taehyung preguntó de inmediato. No quiso precipitarse, por lo que dijo que era algo relacionado a Jungkook, y sin especificar lo había ocurrido, cortó comunicación. El frío que le invadió desde la planta de los pies poco tenía que ver con la temperatura del ambiente o que estuviera descalzo. No había olvidado que Jungkook haría compras para la cena y que pasarían la noche juntos. Tampoco le era secreto que su novio tuviera permanente pase libre a su departamento cuando él mismo era el que le había dado las claves de acceso.

Lo que no había esperado era que fuese testigo de una conversación suya con Taehyung de tal calibre sexual.

—Mierda —murmuró al aire.

Con el peso aplastante de la infidelidad descubierta encima de sus hombros, se arrastró de vuelta a la habitación.

Trató de estudiar la situación con desapasionamiento, pero pronto se descubrió con un vacío terrible, como si tuviera un hueco en el estómago. Sus sentimientos por Jungkook no eran fingidos y la culpabilidad se instaló a sus anchas en sus poros. Ignoró el impulso de ir salir a buscarlo, sin encontrarle sentido. No había que ser muy despierto para entender que el teléfono abandonado junto a las bolsas era una señal inequívoca de "no me busques, no quiero saber de ti".

Una parte de él sabía que su relación tenía fecha de caducidad debido a que le era imposible sobreponerse a lo que sentía por Taehyung. Porque, en realidad, ni siquiera lo intentaba. Jungkook se había instalado con comodidad en su día a día, ocupando un espacio importante en su corazón, sin embargo, con unas anclas que solo podrían hundirse hasta cierta profundidad. Arrancárselas dolería.

Estaba doliendo.

Buscaría oportunidad para disculparse porque era lo que menos merecía Jungkook, y cerraría un libro en su vida. Si sabía todo eso, ¿por qué tenía los ojos inundados de lágrimas?

Se sintió peor cuando regresó a la cocina, ya vestido con un chándal negro, y vio que una de las bolsas del súper contenía una caja de cereales. Era la marca y el sabor que le gustaba a Taehyung, y Jungkook se lo comprobaba siempre sin falta porque pensaba que era su favorito.

No podía estar solo. Llamó un taxi y dio la dirección de Taehyung. El piso de su mejor estaba vacío; como ciego, se quitó los zapatos, se desvistió hasta quedar en interiores, y se refugió en la amplia cama, en el olor conocido del suavizante, en las sábanas y cobertores que tantas veces lo habían envuelto. El sueño le rehuía y el teléfono de Taehyung estaba apagado. La medianoche lo atrapó en posición fetal, el sonido proveniente de la calle tenue y amenazando con arrullarlo.

Había llorado un tanto más, esforzándose por bloquear memorias de Jungkook y desesperanza de que Taehyung no regresara.

Por fin el cansancio, las emociones del día y sus párpados hinchados se confabularon, haciéndole caer en un estado de letargo profundo. No estaba completamente dormido, apenas consciente de los pensamientos que se amontonaban y chocaban entre sí en su mente. Una imagen se apartó del resto, completamente clara: Jungkook observaba con atención su mano, que subía y bajaba, en el muslo de Taehyung. El recuerdo de sus miradas encontrándose le lastimó un poco; había sonreído como si nada pasara, desestimando lo que podría sentir su Jungkook. La memoria lo alejó un poco del adormecimiento, haciéndole reconocer que podía comportarse como un verdadero cabrón egoísta.

Jaló una almohada y la bordeó con sus brazos; estaba llena del olor de su mejor amigo y le calmaba, dándole incluso la falsa sensación de tener sus brazos rodeándole. Escuchó a lo lejos el ruido del pestillo de la puerta principal ceder. Quería levantarse, correr hacia él y refugiarse en su pecho, pero estaba agotado y su cuerpo quedó inmóvil. Taehyung no tardaría mucho en llegar a la cama para abrazarlo y hacerlo dormir en paz.

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