Día 7: IwaKen

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Día 7: IwaKen

Confesión

Kenma se asomó por la puerta del gimnasio en busca de Iwaizumi. No lo halló. Los únicos a los que reconoció en el interior fueron a Oikawa, Yahaba y un par de chicos más de primer año, quienes izaban la red de vóley para iniciar con su entrenamiento.

Frunció los labios.

Si no lo veía, no se podría dar una idea de cómo había tomado el mensaje que le había escrito la noche anterior, el cual había sido tan conciso como un «Me gustas, ¿tengo alguna oportunidad?». Nunca recibió una respuesta. Solo una marca azul que delataba que el mensaje había sido leído.

Comenzaba a arrepentirse de haber dado el primer paso.

Quizá la falta de respuesta era el rechazo implícito de Iwaizumi y que la manera correcta de proceder era actuar como si nada hubiera pasado. Quizá era así, quizá no. Kenma aún no sabía cómo funcionaban las relaciones sociales.

Bueno, sea como fuera.

Se iría de allí, se albergaría en la cafetería para pasar el rato y luego, se encaminaría hasta su clase. Ya no iría a la biblioteca. Con el paso de las horas, de los días y de las semanas, Kenma se olvidaría de que había sido lo suficientemente inepto para pensar que sería correspondido.

Bien. Ya tenía todo el mes planeado.

—Buenos días.

Kenma pegó un respingo cuando escuchó esa voz. Se apresuró a darse vuelta, topándose con ojos esmeralda que lo miraban sin mayor problema. No ceño fruncido. No señal de mal humor. Parecía terreno seguro; aun así, Kenma no estaba listo para una confrontación.

Evadió el contacto visual.

—Buenas... —respondió Kenma, ejecutando un leve inclinamiento de cabeza. Enseguida, lo pasó de largo, aceptando que tal había sido solo un saludo de cortesía; no más.

No tenía que darse falsas esperanzas.

—¿Planeas evitarme? —dijo Iwaizumi. Los pies de Kenma se detuvieron. Ah, se había olvidado: Iwaizumi no era la mejor referencia al momento de hablar de buenos modales—. ¿Es por el mensaje que me enviaste ayer?

Tan directo.

Las orejas de Kenma se incendiaron en un sentido metafórico. No había escapatoria. Tragó saliva y volteó hacia esa dirección. Se acomodó la mochila que llevaba en su espalda, como una excusa para mantener su atención dispersa.

—¿Lo leíste? —preguntó Kenma en voz baja, cabeza gacha. Sabía la respuesta a eso, por supuesto, pero no le haría mal recibir una confirmación verbal.

—Lo leí.

—No respondiste.

—Quería darte una respuesta en persona —aclaró Iwaizumi.

—Oh.

Kenma alzó su cabeza. Se volvió a encontrar con esos ojos verdes que componían una de las imágenes más estéticas que había visto. Se preguntó si ese color de ojos era su debilidad o solo Iwaizumi lo era.

Esperaba algún día poder encontrar la respuesta. Por el momento, le tocaba lidiar con una debilidad a la vez.

—¿Y bien? —formuló Kenma—. ¿Cuál es tu respuesta?

—Ahora no —dijo Iwaizumi, cuya mirada se desvió al interior del gimnasio—. Hablarempos después de la práctica de vóley. Quiero tomarme mi tiempo para hablar contigo.

Kenma Ship Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora