FAST AND FURIOUS ®

capítulo 01

DOS AÑOS DESPUÉS

Miro las herramientas con aburrimiento, llevo horas intentando arreglar el maldito auto y no podía todavía. La puerta de la cochera vieja es abierta dejando ver a Scott con un cigarrillo en la mano mientras caminaba hacia a mi.

—¿Todavía no puedes? — Niego. — Sabes que necesitas.

—¿Que pregunté cortante? — Pregunte cortante.

— Aire fresco, salir y divertirte. — Rio mientras me levanto.

— No sabía que había carreras ilegales aquí en Los Angeles. — Murmura tomando mi chaqueta de cuero. — Pero vamos.

Los dos subimos a nuestros autos y comenzamos a manejar hacia el lugar donde sería las carreras, después del accidente en el cual Santaana me salvó nunca había salido, me la había pasado entrenando con los demás del equipo que eran un poco mayor que yo. Debes en cuando imágenes de mi pasado me invaden haciendo que me den ataques de pánico, pero al que veo como un padre está para mi.

El me contó que me salvo de un auto en llamas al ver que mi familia no lo hacía, dice que al ver como se iban en sus autos sin siquiera mira atrás el fue quien me salvó y me cuido desde entonces, le debía mi vida y estaba dispuesta hacer lo que sea por el.

Al llegar al lugar la gente abre paso dejando pasar nuestros autos, abarcamos en el centro del lugar para después bajar viendo como la gente se acercaba a nosotros mirando nuestroa vehículos.

—¿Vas a correr? — Pregunta Scott a mi lado.

— No lo sé. — Me encogo de hombros.

Los rugidos de unos autos hace que mire a su dirección, en total era 7 autos en los cuales se bajan su dueño. Mi vista se posa en un hombre mayor calvo de aspecto frío y en la mujer a su lado que mantenía una mirada Seria, dirijo mis ojos a un grupo de chicos compuesto por tres chicos y dos chicas los cuales pláticaban animadamente.

—¿Los conoces? — Pregunte mientras dejaba de mirar al grupo.

— La familia de Dominic Toretto. — Responde con odio. — Ellos fueron los que mataron a la hermana de Santaana y también asesinaron a mi papá.

Miro de nuevo al grupo llevandome la sorpresa que el hombre me miraba con un brillo en los ojos, frunzo el ceño y le doy un trago a mi cerveza.

— Quiero correr. — Da un brinco, lo miro con el ceño fruncido. — Pero no solo.

— No tengo ganas. — Murmure dejando la botella en el suelo.

—Vamos, Nao....

—¿Naomi? — Los dos miramos hacia donde provenía la voz encontrándonos al hombre junto a la mujer de hace unos minutos.

Detrás de ellos a unos metros se encontraban los demás mirándome con sorpresa, frunzo el ceño y miro a la pareja con desconfianza.

—¿Quienes son ustedes? — Pregunte poniéndome en alerta.

—¿No nos recuerdas, cariño? — Pregunta con dolor la mujer

— Soy Domi.... —

— Dominic Toretto. — Lo llama.

Nos giramos hacia la voz viendo a nuestro equipo parado a unos metros de nosotros, el tal Dominic Toretto aprieta los puños con fuerza al igual que su mandíbula.

— Santaana. — Dice con rencor. —¿Que le hiciste?

— Nada, solo le conté la verdad. — Se acerca a mi. — Le conté de cómo la dejaste sola dentro de un auto en llamas, que ni siquiera miraste atrás.

Entonces era el, fue por eso que se me hizo conocido. Un sentimiento de odio y tristeza creció dentro de mi, ver que jamás me busco o que ahora éste con su nueva familia me hace odiarlo.

— Eso no es cierto, Naomi. — Habla la mujer. — El causó tu accidente.

Miro a Santaana que se va acercando lentamente a mi hasta colocarse a un lado mío.

— ¿Les vas a creer a ellos que te dejaron y prefirieron a otra? O ¿A mi que te rescate de las llamas de ese carro y te cuide como una hija? — Lo miro y una oleada de tranquilidad me invade.

— En ti. — Murmure.

Veo en los ojos de la pareja, dolor y furia.

— Pues ya que aclaramos dudas. — Me toma de los hombros. — Es hora de irnos. — Mira al hombre — Yo que tu no me acerco a ella. — Sonrie. — Ya no es la misma chica de antes.

Dicho eso hace que me adentro a mi auto al igual que los otros, miro por la ventana como los ojos cafés del hombre me miraban con tristeza y dolor. Cierro los ojos y borro esa imagen de mi, enciendo el motor del auto y acelero con fuerza haciendo que las personas se hagan a un lado dejándome pasar.