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Odiaba la escuela. Odiaba ser tan bueno. ¿Por qué tenía que entender las materias más rápido que el resto?

Ser el cerebrito nunca fue mi objetivo. Pero no pasaron cuatro meses en primer año para que todos me conocieran con ese apodo que tanto odiaba. Odiaba que ninguno de mis compañeros pudiese llamarme simplemente Namjoon.

– Joonie oppa.

Levanté la vista de los apuntes de Biología al escuchar a mi hermana llamarme desde la puerta del salón. Agradecí que no hubiese más nadie allí. Por eso el horario del almuerzo era mi favorito.

– ¿Almorzaste? – preguntó Namhee acercándose a mí con una bolsa de papel en la mano

– Hace cinco minutos. – respondí y aparté los cuadernos cuando se sentó en la silla a mi lado

– Vine a hacerte compañía. No te he visto por el colegio en lo que llevamos de semana. Y apenas te veo en casa porque siempre estás encerrado estudiando o en la biblioteca. ¿Por qué sigues insistiendo en quedarte solo en el salón?

– Me pesa bajar tres pisos para hacer algo que puedo hacer aquí. Pierdo tiempo. Y necesito hacer los deberes.

– No entiendo cómo tienes tantos deberes. No llevamos ni una semana de clases.

– Es mi último año. Mamá y papá quieren que tenga buenos resultados en los exámenes de acceso a la universidad.

– Mm. Ellos. No tú.

– No sigas por ese camino, Namhee. – le advertí, no queriendo volver al tema de qué quería hacer con mi futuro

– Como quieras. – mi hermana abrió la bolsa café de papel y sacó dos sándwiches – Ten. Alimenta ese cerebro tuyo.

– Ya almor...

– Sí, claro.

Sonreí por su gesto y tomé el alimento con una mano. Si había alguien que me conocía bien, era mi hermana. Solo le llevaba un año, y para ser menor, era bastante madura.

– Gracias. – dije y le di un mordisco al pan – ¿Qué tal el nuevo curso? ¿Te gustan las nuevas materias? ¿Y los profesores? – pregunté al tiempo que masticaba, a lo que Namhee solo rio

– Oppa, deberías preguntarme por mis amigos y esas cosas. No por mis materias favoritas.

– Los estudios son más importantes. Y sé que tienes muchas amigas.

– Los estudios son más importantes para ti. – recalcó – En serio me preocupa tu inexistente vida social.

A mí también, quise decirle. Pero seguí masticando el sándwich en silencio. No es que yo no quisiera tener amigos. Simplemente los chicos del colegio no querían fraternizar conmigo. Y eso me lo habían dejado claro desde primer año, cuando comenzaron a alejarse de mí porque era un cerebrito. Había aprendido a vivir con eso.

De todos modos, sí tenía amigos. O bueno, contaba a Jiho hyung como uno. Claro que Namhee no sabía nada de él. Pertenecía a esa parte de mí que no era mi vida. Él era de los pocos que conocía a otro Namjoon. Por eso trabajar con él era un escape para mí, porque nadie de mi círculo lo sabía.

El ruido de la puerta siendo abierta nos sobresaltó tanto a mi hermana como a mí, y ambos nos giramos para ver de quién se trataba.

Fruncí el ceño al ver a Im Seol entrar sola al aula. Aún faltaba media hora para que empezaran las clases de la tarde, y ella siempre pasaba el horario de receso fuera. Supongo que con los chicos populares que siempre venían a buscarla a su asiento.

Moonchild [K.NJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora