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Lean el mensaje al final.

Su mirada, triste y perdida sobre los dibujos del decorado se flores para su boda, oscura, dolida, demostrando el cansancio y ansiedad que permanecía en todo su cuerpo, estando distraído en demasia desde que supo de la desaparición del rubio.

No podía seguir fingiendo, no podía permanecer como si nada sucediera cuando su corazón estaba cada vez más roto, cuando la alfa fue sostenida en brazos y calmada con varias palabras, llevándola casi a rastras fuera de la casa mientras su suegro establecía que la boda se pospondria, en ese momento en el que quedó solo con su prometido, se hundió en la desdicha, tirándose en el sillón de la sala y estando ahí durante un largo tiempo.

El de cabellos blancos, constantemente se acercaba para ofrecerle algún aperitivo o comida. Sin embargo, el pelinegro se negaba a aceptar algunos de ellos, respondiendo de manera distraída que no tenía antojos o apetito.

Alexander, sin poder rendirse, se sentó junto al chico, teniendo un libro entre manos de la colección que el pelinegro consiguió para él días atrás. Estaba en silencio, pero seguía lanzando esas feromonas hacia el pelinegro, intentando relajarlo, pero solo poniéndolo más tenso.

─Alex, basta ─soltó el pelinegro ─. No me gusta, no se me hace cómodo, deja de botarlas.

Se percató de la timidez que reflejó el cuerpo contrario, encogiendo sus pies y mordiendo su labio inferior, escondiéndose en el libro. El pelinegro suspiro, girando su mirada para observar a su prometido, su rostro se mostró en una mueca.

─Lo siento, Alex. Sé que intentas ayudar, pero no me siento muy cómodo con el aroma de los omegas ─confesó ─, no es nada en contra de ti.

El omega, bajando su libro lentamente, se sentó contal de tener frente a frente al pelinegro, dejando su libro sobre la mesa de centro de madera pulida para tener total atención en el chico.

─Entonces, si mis feromonas no pueden ayudarte, hablar tal vez lo haga. ¿Quieres hablarme?, ¿quieres contarme que te tiene así de triste? ─cuestionó, su mano sosteniendo su cabeza al apoyarse en el respaldo ─. Ya lo estabas, yo sé que ya estabas triste, pero ahora lo estás aún más, no tienes olor pero en tu postura se nota. La cambiaste drásticamente cuando mi hermana vino con la nota de Jimin...

El pelinegro tragó saliva con dificultad, sintiéndose atrapado, en un callejón sin salida, su mente manteniéndose indecisa entre decir la verdad y mantenerse callado hasta que Alexander se rindiera con él.

Conocía al chico lo suficiente para saber que podía decirle cualquier cosa, teniendo una amistad por las muchas horas que permanecían juntos hablando de cualquier cosa, pero no sabia hasta donde podía llegar. Todo tenía un límite, ¿cuál era el de su relación?, ¿podía contarle todo a él?, ¿hablarle sobre su relación con Jimin y el como tuvo que dejarlo por el bien de sus manadas?

¿Podría soportarlo?

¿Jungkook podría soportarlo?

El pelinegro no era alguien demasiado despistado, notaba el interés que Alexander tendría sobre él, sabiendo que había atracción desde el inicio y no estaba en sus planes romper el corazón del chico, herir los sentimientos de alguien que le había mostrado apoyo moral y con quien entabló una relación donde no habían tantas trabas a la hora de actuar.

─Jungkook, no soy tonto ─habló el chico, sus pies cruzándose arriba del sillón, sus manos tomando sus muslos para mirar a otra dirección ─. Me di cuenta de que te gusta él ─confesó ─, lo supo en la comida que tuvimos con mis padres, tu postura y la de él, el como se miraban. Aunque noté que tenían ambos enojo y arrepentimiento, habían veces en las que te enojaba porque no le ponían atención y en las que él se estrenaba porque te hacían sentir incómodo. Al principio no lo entendí, pero comencé a juntar puntos con las actitudes que logré ver y saber por mi hermana.

Be or Not | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora