Polvo de Estrellas

94 4 0
                                    


"Aunque parezca que nuestras vidas son insignificantes todas forman parte del universo, si logramos entenderlo y podemos sentirlo entonces le damos un valor a la vida, cualquiera que sea, a eso se le llama polvo de estrellas. Dime, esas hermosas estrellas en el cielo parecen polvo ante tus ojos? Crees que son basura?"

Después de que decidí seguir a ese anciano loco al santuario comencé a comprender el significado de las palabras pero he de admitir que aún faltaba algo que les diera un significado completo, es eso lo que aun busco en cada batalla... Encontrar el significado completo de las palabras de mi maestro Sage.

-Buen día Manigoldo, como te encuentras el día de hoy?

Una voz me saludó al momento de cruzar las puertas dobles que marcaban la entrada al salón del trono en el santuario

-Excelente, es un buen día para pelear maestro – respondí mientras me inclinaba ante el patriarca

-Desde que regresaste de aquella misión en Italia no hemos sentido ningún otro cosmos peligroso en los alrededores de esa zona, hiciste un buen trabajo. Levántate por favor

-Gracias maestro

-Pero eso no es todo lo que ha presentado un cambio notorio, si no también tu persona, hay algo que te perturba puedo sentirlo en tu cosmos

-No, no se preocupe maestro no es nada

La verdad es que el anciano como siempre tenía razón, aquel día no solo fue una experiencia más que viví, sino que también me introdujo una serie de sensaciones que no lograba comprender, mis pensamientos comenzaron a vagar y todos eran dirigidos a un mismo punto, La isla de la Reina Muerte

-Manigoldo, quiero pedirte que seas tú quien personalmente se haga cargo de llevar la máscara que recogieron aquel día a la Isla y que le informes también al caballero que se encuentra en ese lugar que deberá ser portador de la misma

-Pero Maestro, eso significa que?...

-Así es Manigoldo, él y tú deberán encargarse de eliminar a los santos negros restantes antes de que se conviertan en una amenaza para nosotros, recuerda que nos estamos preparando para la guerra santa y que no podemos permitir que ambas fuerzas de la obscuridad se unan

-Entendido, en este momento comienzo mi camino

-Muy bien Manigoldo, ten cuidado

Una vez que me retiré del santuario hacia el muelle para abordar el buque que me llevaría a la Isla de la Reina muerte mis pensamientos comenzaron a volar un poco más y en mi pecho comenzó a extenderse una emoción que no podía entender pero tal vez, y solo tal vez pudiera ser exactamente ese el lugar al que había querido ir durante mucho tiempo.

Todo el tiempo que duró el trayecto desde el santuario a la Isla mi mente vagaba observando la máscara que debía ser entregada al caballero que ahí se encontraba, pero ciertamente lo que mis recuerdos revivían no era la historia de la máscara, ni la manera en que la obtuve si no ella. Todos mis malditos recuerdos me llevaban una y otra vez a ella... a la maldita Gioca.

-Espero por lo menos se haya puesto buena, así no me molestará que ronde mi mente a cada segundo – Dije en voz alta mientras guardaba la máscara de demonio en la caja donde había estado reposando desde que Albafica y yo la llevamos al santuario por primera vez.

Esa mocosa me recordaba tanto a mí en los años en los que el maestro Sage me había encontrado vagando por las ruinas de mi pueblo, hablando con los fuegos fatuos que representaban las Almas de las personas que habitaban ese lugar.

A fin de cuentas ella había sido liberada del yugo de ese maldito caballero de segunda, no sin antes compárame con él.

En ese momento, aunque logré disimularlo me encontré sintiendo un terrible enojo. Como era posible que esta mocosa crea que yo puedo ser igual a él? Como puede ser posible que aun piense en él cuando me tiene a mí de frente? Como podía un asqueroso y miserable ser como ese capturar la atención de alguien como Gioca? Como es que yo no había podido hacerlo?

-Basta Manigoldo! Deja de pensar tonterías- grité reprendiéndome desde lo más profundo- como puedes seguir molesto por eso después de todo ese tiempo!

No salí de mi camarote ni una sola vez durante el viaje, me mantuve enclaustrado pensando en todo lo que había pasado hace ya algún tiempo en aquella visita a Venecia, además la verdad estar rodeado de personas no era lo que más me apetecía. El último día de viaje en barco fue extremadamente largo, lo único que deseaba era poder abandonar la maldita nave y pisar tierra firme, aunque no lo quisiera aceptar el movimiento de las olas en altamar estaba comenzando a hacer estragos en mi estómago por lo que escuchar el "Tierra a la Vista" que gritó alguien en el pasillo fue lo mejor del viaje.

Ya había obscurecido cuando por fin el barco ancló en el puerto de la Isla y todos comenzamos a descender del barco, la verdad es que quedé sorprendido por la cantidad de personas que bajaron del barco, no tenía idea de que hubiera tanta gente dispuesta a venir por propia voluntad aquí, justo cuando iba a comenzar a descender por la rampa que unía la proa con el suelo observé una menuda figura a unos cuantos pasos de mí enfundada en una capa cuya capucha le protegía del frio nocturno, en ese momento un pequeño mono se posó en el hombro de la figura que se alejaba más y más de mi entre el mar de gente, era ella... podía estar seguro de eso

Gioca!

-Disculpe!, Con permiso! Fuera de mi camino, estorbos! – Que no ven que se está alejando? que no ven que no podré alcanzarla?! – Porque demonios no se mueven, malditas tortugas!

Comencé a desesperarme y mandando al infierno todos los buenos modales tomé velocidad empujando a la gente frente a mí pero cuando me di cuenta ya era demasiado tarde... la había perdido.

Fuego FatuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora