En el parque

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Cuando el automóvil negro se aproximaba junto al cordón de la vereda del parque, Nico se levantó del banco y fue a su encuentro. El auto se detuvo y el muchacho miró por la ventanilla.

Sí, era él, el hombre con quién se había estado mensajeando hace uno tres meses.

Le indicó que subiera del otro lado. Sonriente, abrió la puerta y se sentó en la butaca.

"Pareces más chico de lo que pensaba... o me has querido hacer creer", le dijo el hombre.

"Todo el mundo me dice lo mismo, pero soy mayor", respondió.

El hombre apoyó su mano sobre la rodilla de Nico antes de arrancar el auto. Al chico le agradó esa mano grande y áspera. "Adónde vamos?", preguntó.

"Debes tener hambre, según me dice tu aspecto. Del otro lado del parque venden hamburguesas, son muy buenas, quieres?".

El chico asintió."Creí que quería llevarme  a su casa o algo así..."

"Mmh.. sabes, tengo familia, creo que ya te había escrito algo de eso... Además" ,agregó el hombre, " no estoy seguro de que eres mayor como me has dicho...

"Lo dice por mis piernas?" Miró sus pantorrillas y les pasó la mano. " Me afeité ayer", se apuró en responder. 

El hombre sonrió. Le era realmente atractivo. Apenas podía soportar sus cautivantes ojos negros, el izquierdo semiescondido bajo un largo mechón de pelos.

El automóvil bordeó el parque y estacionó casi frente al puesto donde vendían las hamburguesas. Había un agradable aroma a carne asada que entró por la ventanilla.

"Toma, es lo que habíamos convenido". El hombre le extendió tres billetes que desaparecieron enseguida dentro del bolsillo sano de la bermuda raída.

"Las hamburguesas son invitación mía. Puedes comer las que quieras.. tienes que engordar un poco, sabes..."

Salieron al parque.

 El hombre se metió en la fila frente al puesto, mientras, Nico buscaba  una mesa encontrando una alejada que encontró vacía. El chico se fijó en el tipo con quién había acordado la cita. Se había vuelto loco de remate? se preguntó. Salir con ese desconocido, un hombre grande, que quién sabe qué cosa se le pasa por la cabeza... Vio acercarse la figura maciza, de cuello grueso como un toro, con la bandeja con las hamburguesas. Era el último momento para salir corriendo. Ya tenía los billetes, él jamás lo alcanzaría si disparaba y se perdía por el parque.

Pero no lo hizo. Acaso volvería corriendo a su casa?. Tropezaría con una botella vacía al entrar; el amigo de su madre, al que quiere que lo llame "tío", lo perseguiría si ha estado bebiendo. No. El cuarto suyo, ya no podría encerrarse en él, la llave había desaparecido. No, no quería volver. Al fin y al cabo, el tipo este no parecía malo. Suspiró y miró el cielo atraído por una nube de palomas que volaba haciendo círculos antes de aterrizar en el camino. Volvió a observar el auto negro allí estacionado, un modelo ya viejo. "A qué se dedicaría? Se dijo que por las manos que tenía debía ser albañil o algo así. " Si me viera Rolo, se reiría y me diría que por fin le hice caso".

"Bueno, al menos no saliste corriendo." el chico sonrió, como si le hubiera adivinado el pensamiento. " Espero que te guste lo que traje", dijo el hombre mientras apoyaba la bandeja con las hamburguesas, dos vasitos de plástico y una gaseosa sobre la mesa y se sentaba frente a Nico. "Toma esa, que es una completa, tiene de todo un poco ".

Nico aguardó antes de tomarla. Conteniendo sus ganas de comerla sirvió la gaseosa en los vasitos. Cuando el hombre dio la primera mordida, el chico tomó la hamburguesa con ambas manos y comenzó a devorarla.

"Cómo se llama?", le preguntó con la boca llena. El hombre tomó la gaseosa y volvió a vertirse.

"Llámame tío, si quieres"

Nico negó con la cabeza.

"Entonces... bueno, llámame Juan si te gusta".

El chico sonrió. Siguió comiendo en silencio, echando furtivas miradas al hombre que tenía enfrente suyo. No le inspiraba miedo. De alguna forma misteriosa se sentía atraído.  

Estiró las piernas y miró sus zapatillas, tenían la suela tan gastada. se compraría otras.

"Tienes que comprarte otras, verdad?". El chico asintió observándolas pensativo.

"Qué hacemos ahora?" preguntó Nico . No tuvo una respuesta .Se levantó para dirigirse al puesto y traer servilletas.

"Vamos", dijo el hombre. Y apoyando su mano sobre el hombro del chico se dirigieron hacia donde estaba el automóvil.

"Adonde vamos?", preguntó Nico después de haber cerrado la puerta.

"Dime por donde queda tu casa, que te acerco", y el motor se puso en marcha.

El chico lo miró extrañado.

"Estuvo bueno estar contigo, pasamos un buen rato no es cierto? Estuve tan curioso por conocer aquel que me tiraba mensajes..." agregó el hombre con voz calma.

El chico miró por la ventanilla, las imágenes se le empañaban. No, a su casa no volvería,  sentir el aliento denso de su tío...en su cuarto que no podía cerrar con llave.

"No voy... me bajo entonces", dijo Nico sombrío.

El hombre volvió a apagar el motor.

El señor del automóvil negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora