Casi no podía soportar la proximidad del chico sin la irresistible tentación de acariciar su cuello o hacer círculos con sus dedos alrededor de su ombligo. Jaime se incorporó. Trató de dominarse para no abalanzarse como un tigre sobre la tierna gacela. Ahora sí, estaba seguro de que no lo rechazaría. En el estado de receptividad que Nico parecía estar, se hubieran debatido y hasta llegado ambos a tener una satisfacción plena. Pero Jaime no quería que se resuelva todo en el hueco de un desvencijado sofá. Quería poseerlo en la cama de su cuarto , y durante la noche entera.
"Me voy a bañar", dijo Jaime, y se levantó y dirigió al cuarto donde Clara dormía. Tratando de no hacer ruido se desvistió y buscó la bata de toalla gris que estaba colgada en el placard.
Abrió el cajoncito de la mesita de luz y sacó un pomo de gel, ya con poco contenido, que puso en un bolsillo de la bata. Había utilizado casi todo en las noches de sexo con Clara. Eran una rutina que ya languidecía, y lo único que lo llevaba a Jaime en alcanzar un intenso final era pensar en Nico en el momento del supremo placer.
En el baño aún persistía el vapor y el espejo empañado. Al salir de la ducha usó el perfume que se ponía para acontecimientos especiales. Y qué más de especial podía traerle una noche como esa.
Cuando fue a la sala Nico estaba recostado en el sofá, tendido en todo su largo. Inmediatamente éste se incorporó y se sentó, dejándole lugar a Jaime.
"Qué estabas mirando?"
"Ni sé, casi me duermo", contestó el chico , que al cambiar de posición, su toallón se había movido dejando a la vista la pierna derecha en casi todo su largo.
Jaime no pudo evitar apoyar su mano por encima de la rodilla de Nico, sobre aquel blanco y suave muslo .
"Te depilás?" inquirió en voz baja, percatándose de que lo había hecho no hace mucho.
"Sí, me molesta, además para andar en bici es mejor", le contestó Nico algo avergonzado.
"Recién lo hiciste... fue por mí?, le preguntó en su oído.
"No... ya le dije porqué" y dejó sin embargo que Jaime le acaricie la pantorrilla.Tal vez así se decida y le compre el pequeño vehículo que le venía prometiendo, pensó Nico para sí.
Jaime, al no encontrar resistencia en el muchacho, siguió acercándose palmo a palmo a su cercana conquista. Pero Nico se sintió incómodo: no quería evidenciar su naciente erección.
Al querer levantarse, el hombre lo retuvo de la muñeca y lo atrajo hacia él. El chico se debatió para salir de entre sus brazos que ya lo rodeaban. Pero fue muy poca su resistencia. Sintió un extraño bienestar al sentirse envuelto en el suave tacto de su bata de baño.
"No... pare tío" murmuró el chico sin tratar de desprenderse del abrazo.
"Ahora ya no... " le susurró Jaime al oído, mientras buscaba quitarle del todo el toallón.
"No... que me hace cosquillas.... tío" se reía tratando de deshacerse de las manos invasoras del hombre.
"Shhh... no tan fuerte que puedes despertar a mamá" Y agregó Jaime: "si te portas bien haré lo posible para conseguir lo que quieras".
"No quiero que me lastime, tío", dijo ajustándose nuevamente el toallón.
"No te voy a lastimar" .
"Prométamelo tío"
"Te lo prometo corazón", dijo Jaime, y agregó:" pero también me tienes que prometer que te vas a portar bien".
El chico se calmó y volvió a recostarse contra Jaime, apoyando su cabeza en el hombro del viejo. "Está bien tío, se lo prometo".
"Así me gustan, los chicos que obedecen", dijo Jaime mientras acariciaba la cabeza de Nico. Y no pudo esperar más. Mientras le desanudaba el toallón, el chico volvió a acomodarse, sentándose sobre sus muslos y rodeando con los delgados brazos la ancha cintura. E imaginando ser una estrella de los tantos videos porno que miraba a escondidas, actuó en el beso que recibió en su boca, prolongándolo, para delicia de Jaime. Nico decidió no resistirse, después de todo aquel hombre no era un ogro y además le había prometido tantas cosas, que alguna de ellas iría a cumplir. De todas maneras no estaba tan mal sentir la mejilla rugosa en su cuello, y aquel pecho velludo, que al fin le podía pasar la mano, cumplía con esas fantasías que tan seguido tenía en su cama y que eran argumento para alcanzar exquisitos placeres.
"Vamos.. " era la única palabra que oyó decirle al tío, antes de abandonar la sala y entrar de su mano en en su dormitorio.
El televisor siguió prendido toda la noche con bajo volúmen, al igual que la sala. Quedaba la bata de toalla gris sobre el sofá y el toallón blanco había quedado sobre la alfombra.
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El señor del automóvil negro
General FictionNico, un chico adolescente, logra evadirse de la realidad de un hogar descalabrado. Su atractiva figura le sirve para sobrevivir. Capítulos cortos