Capítulo diez

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~15 de julio, 2020 |París, Francia~

Se lamentaba por las esquinas de su habitación. Ya era casi medianoche y no se había atrevido ni a mirar el móvil que había vibrado con insistencia en más de una ocasión sobre su mesita de noche.

Se paseaba de un lado al otro entre aquellas paredes que por momentos la ahogaban. Paraba y se encendía un cigarrillo junto a la ventana, se tranquilizaba un poco y al apagarlo, volvía a entrar en bucle.

¿Pero cómo puedes decir otro nombre?

No es otro nombre, es SU nombre.

Eso, SU nombre ¿por qué lo has hecho?

No sé, tú me dirás.

No tengo nada que decirte por eso pregunto.

Ya... bueno, cuanto antes lo asumas mejor.

¿Asumir el que?

Que te gusta alguien que vive a tomar por culo de aquí.

Eso no es verdad.

Suerte con eso.

De nuevo, su móvil se iluminó y esta vez por una llamada entrante de su amiga. Se extrañó y descolgó.

- ¡Aleluya! - Gritó al otro lado de la línea. - Más de dos horas esperando que des señales.

-Perdona, he... he estado ocupada. - Musitó con un hilo de voz y eso preocupó a su amiga. - ¿Estás bien? - Preguntó aclarando su voz.

- ¿Y tú?

Silencio. Alba se quedó muda porque no sabía que decir. Suspiró y eso su amiga lo pudo escuchar.

- ¿Alba? - Volvió a hablar.

-Estaba con Angela y he dicho el nombre de Natalia cuando me... - Soltó sin pensárselo mucho más, logrando así sentirse peor al decirlo por primera vez en voz alta.

-Vaya. - Respondió realmente sorprendida, abriendo los ojos. - ¿Y cómo lo llevas?

- ¡Pues como el culo, Miriam! - Se alteró y volvió a moverse de un lado para otro, tocándose el pelo con nerviosismo. - Si es que ha sido una desgracia.

-A ver... - Carraspeó incómoda en su cama. - No es tan malo que te guste Natalia, ¿no?

-Pero es que no me gusta. - Dijo muy seria y Miriam rodó los ojos. - Y, además, vive en Inglaterra, dime tú qué hago con eso.

-Hay aviones, llevan años funcionando y... - Se quedó en silencio unos instantes, desesperando a su amiga. - Creo que llegaste a París en uno, llámame loca.

-Pero es que no es algo posible, viable. - Soltó con un hilo de voz. - Ella... ella seguro que no tiene se interés en mí y además sería muy complicado todo eso de "la distancia". - Hizo comillas con sus dedos, aunque su amiga no pudiera verla.

-Bueno, querida hablando se saben las cosas... - Le dejó caer y Alba resopló.

-Pero es que... - Intentó protestar, pero Miriam no la dejó.

- ¿Más excusas, Alba? - Se puso seria de verdad. Puso su espalda recta y bajó el tono de voz para no despertar a su tía que dormía en la habitación de al lado. - Deja de ponerte barreras tú sola y enséñale todas las cartas.

-Ya. - Murmuró y se quedó unos segundos mirando la pared. - Por cierto, ¿qué me tenías que contar el otro día? - Intentó cambiar de tema y Miriam, conocedora de aquella jugada, aguantó la risa.

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