Cualquier persona que los hubiera encontrado en su situación probablemente hubiera pestañeado varias veces para asegurarse que lo que veían sus ojos era correcto, para luego reírse a carcajadas. Después de todo ¿quién no se sorprendería al ver a los hermanos Holmes en una situación tan insólita como cómica? Porque a decir verdad, ni el más confiable de los profetas pudo haber pronosticado un escenario como ese, que en lugar de haberse desarrollado en años pasados como era casi predecible en unos adolescentes, ahora se tomaba en cuenta cuando rozaba en lo absurdo.
Y es que no era nada común que esos dos hermanos de mediana edad, cada uno pretencioso a su manera y ostentoso de su apatía humanitaria, se juntaran en una sala de estar a discutir acerca de posibles pretendientes mientras cenaban comida china de algún restaurante con dudosos permisos de sanidad.
A pesar de eso y de lo triste que puede ser la situación que los llevó a eso, Sherlock de cierta manera apreciaba el detalle, porque aunque la palabra "gracias" no era muy recurrente en su vocabulario, los años y las personas ideales les había enseñado a valorar ciertos gestos de sus conocidos. Mycroft había gastado casi cuatro horas de su importante vida en sus conflictos amorosos sólo porque compartían sangre y eso era algo que Sherlock había agradecido, sin palabras, pero igual lo había hecho.
De todas formas, el gesto no era lo único que agradecía... Es decir, tiene varios conocidos que pudieron e intentaron ayudarle; desde la señora Hudson hasta Lestrade, incluso Molly se había tomado la molestia de decir un "todo estará bien" acompañado de otras palabras predecibles, pero ninguno le había presentado su situación sin sentimientos de por medio, sin nada que pudiera influir negativa o positivamente en su pensamiento. Siempre eran oraciones para que él se sintiera mejor, sin hacerle sentir que había una razón o culpable, que las cosas "pasan" porque así deben ocurrir.
Pero él no necesitaba eso pues ya su cabeza se estaba encargando de arruinar su perspectiva gracias al abandono de su objetividad, reemplazada por los sentimientos auto-saboteadores que no podía evitar tener. Por lo que es comprensible que quisiera a alguien sin ese estorboso impulso de consuelo injustificado.
Entonces se presentó su implacable hermano al rescate, dejando en la mesa la realidad de la situación. Sin romanticismo ni fatalismos, sólo la verdad que necesitaba para aceptarlo y las opciones que tenía para seguir adelante. Resultaba incluso irónico que la persona que menos comprendía las magnitudes del amor fuera quien lo pusiera en perspectiva, pero era lo que necesitaba y en esos momentos de su vida no estaba en disposición de rechazar alguna muestra de cariño ni interés que reflejaran sobre él
Fue ahí cuando examinaron el expediente de varias personas, poniendo en un balance sus virtudes y defectos ante la posibilidad de un futuro planificado. Sherlock se forzó a imaginarse queriendo a cada una de esas personas como lo hizo con John, o por lo menos de una forma parecida, pero nadie superó la indiferencia y eso exterminaba todas las posibilidades de conseguir algo con eso.
Mycroft se percató de eso y aunque él no entendiera mucho sobre el amor, las parejas y las impredecibles influencias que tenían sobre sus involucrados, supo que el amor que profesaba su hermano no era como los que había leído, visto o criticado. Tal vez era algo que no podía subestimar, serio e irreparable, parecido al de mamá y papá. Un sentimiento que rozaba en lo orgánico y que más allá de provocar lágrimas, dilatación de pupilas e incremento de la velocidad del puso, se arraigaba en su cuerpo haciendo y deshaciendo conforme su pasión era correspondida o ignorada.
A lo mejor era algo parecido a su amor por el detective, sólo que menos fraternal. Algo que se instalaba con el simple hecho de existir, imposible de hacer de menos o de eliminarlo de su vida. Un amor que estaba ahí y se mantendría hasta el fin de sus días, arrastrando la necesidad de protegerlo, de estar cerca de él y de hacerlo feliz.
Así que cuando se dio cuenta que estar ahí fingiendo tomar en cuenta posibles pretendientes era una pérdida de tiempo, se retiró sin dar muchas explicaciones, sabiendo que en algún momento Sherlock se daría cuenta de lo mismo y aceptaría el destino al que se había rendido desde el momento en que pensó que sería una buena idea iniciar una relación con alguien tan distinto a él.
No se refería a que esas diferencias fueran algo estrictamente malo, mucho menos cuando John se había mostrado tan abierto, tolerante y conforme con lo que tenían. Pero siempre existiría un "margen de error" y Sherlock había parecido olvidar tomarlo en cuenta a la hora de idealizar su relación.
De todas formas, Mycroft Holmes no estaba dispuesto a que esas horas de su vida y ese esfuerzo invertido se fuera al caño, por lo que antes de partir se permitió dejarle algo por el que pensar a su hermano, para que descubriera qué había detrás del que él mismo declinara de continuar la búsqueda por pensar que era algo inútil, pero de todas maneras le dejara con la ocupación de seguir examinando todos esos documentos que cargaban información ajena.
Al pelinegro le costó un buen rato entender para qué querría su hermano que siguiera al tanto de todas esas personas si ya ninguno de los dos le veía futuro al plan de conseguir otro interés romántico. No fue hasta que recordó que su hermano sí parecía ser más que un robot cuando entendió lo que trataba de decirle, haciendo uso del siempre confiable "Cuando todo lo imposible es descartado, lo improbable resulta ser la única opción".
Puede que Mycroft no fuera ningún moralista, ni un terapeuta o simplemente un buen hermano, pero a la hora de hacerle sentir conforme consigo mismo, él era todo un experto. Porque entre tantos nombres y el suyo propio, había una cualidad que todos compartían que nunca podría ser cambiada, ya que era lo que los definía y lo hacía actuar como lo hacen. Habían nacido de esa forma y vivirían conforme su cuerpo y mente les guiara, sin tener ninguna razón por la cual adaptarse a un mundo ultra sexualizado ni sentirse mal por no poder seguirle la corriente.
Si bien era cierto que Sherlock Holmes es una rareza en el mundo, ser asexual no contribuía nada a ese estatus.
Y si John lo amó a pesar de no coincidir con sus preferencias y todavía lo amaba, pues no tenía por qué sentirse menos por la forma en que era.
Tal vez aquello era lo que le daba un sentido de importancia tan grande. Que John, siendo un gozoso recibidor de los placeres sexuales, le diera un lugar tan alto en su corazón era la confirmación de que de todas maneras Sherlock tenía mucho para dar. Una vida y un corazón entero a disposición de quien más se lo mereciera... Mejor dicho, de quien se lo ganó, porque John Watson seguía siendo el causante de todo ese vibrante calor en su pecho y receptor indirecto de todo su amor.
Porque el detective todavía lo amaba y mientras el doctor siguiera amándolo como lo hace incluso estando casado, no tenía razones ni personas para dejar de hacerlo. Porque amarse es lo único que puede hacer John por Sherlock y todo lo que sabe hacer Sherlock por John.
Asimismo, teniendo en cuenta que el sentimiento seguía siendo correspondido pero no accionado de forma física, era casi como si volvieran a ese punto en su relación en que todo era bueno porque había amor y lo malo se veía lejano e insignificante frente a la fuerza de sus pasiones.
Así que como Sherlock lo amaba, mientras supiera que John todavía lo hacía ellos dos volverían al ser una pequeña parte de la relación que mantuvieron. Y es que esa era una situación que sólo le dejaba una sola opción a escoger, sin darle seguridad de que ese oscuro y único camino a recorrer que le daba paso a una prolongación de su relación sería reconfortante o simplemente terminaría de destrozarlo.
![](https://img.wattpad.com/cover/143239356-288-k54589.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Asexual - Johnlock
FanfictionEl sexo no era una de las aficiones de Sherlock, pero eso no tenía por qué impedirle mantener una relación con el amor de su vida... Aunque esto fuera más difícil de lo que ambos habían pensado. "La ausencia del deseo abre los ojos para notar sentim...