Capítulo seis: El gran misterio de la expectativa popularizada

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El comportamiento extravagante de Sherlock Holmes es un hecho para todos aquellos que conocen al detective, pero aunque el pelinegro no sea la persona más fácil, mucho menos la más predecible y tampoco tuviera el comportamiento más común, John sabía cuándo su actitud era menos o más peculiar de lo acostumbrado.

Desde hacía poco menos de dos semanas Sherlock estaba bastante reservado, donde luego, cuando John buscaba de él, como por arte de magia se volvía más cariñoso de lo que se mostraba en los mejores de su ánimos. Un cariño que no pudo evitar sentirlo extraño e incluso, un poco forzado. Holmes parecía tener algo importante que decir, pero de todas formas siempre, cuando se mostraba a punto de revelar sus pensamientos, optaba por callar.

Eso era lo más extraño, ¿desde cuándo Sherlock se mordía la lengua? Él siempre sería el ser más franco en todo Reino Unido.

Con cada día que pasaban en las mismas circunstancias John se ponía más nervioso, pero mientras la preocupación lo consumía poco a poco, el valor para preguntar sobre qué ocurría se disipaba. Todo gracias a la incómoda realidad de que, después de aquel primer encuentro sexual entre ellos, ese comportamiento saliera a la luz.

Sherlock no podía estar molesto por eso, después de todo, él fue quien de la nada se mostró dispuesto a hacerlo. ¿Acaso estaba incómodo? No podía ser, él jamás se incomodaba por algo. ¿Arrepentido? Tal vez, pero John no quería pensar en eso. No cuando recordaba esa noche como una de las más bonitas de su vida.

Porque para él, no fue sólo una mamada o un orgasmo. Fue convertirse en el ser de mayor confianza y aprecio del detective, alguien a quien le otorgó más de lo que debería dar. Él se había vuelto el receptor de toda la pasión (física y emocional) que Sherlock podía darle, un puesto por el que daría la vida para mantener.

"Te amo, John"

Pero claro, siendo esa noche la cúspide de sus dichas, no podía permitir que algún detalle que no notó oscureciera ese recuerdo.

Era tan temprano que apenas el gris iluminador del cielo londinense se hacía ver por sobre el negro impenetrable de la noche. El calor de la taza de café calentaba sus callosas manos de guerra mientras tocaba la puerta de la habitación ajena, a sabiendas que a pesar de la hora, el pelinegro estaría despierto. La luz encendida de la lámpara de noche era suficiente evidencia para confirmarlo.

- ¿John? – Preguntó en primera instancia, sin siquiera levantarse de la cama.

- Buenos días - Saludó abriendo la puerta. Lo primero que vio fue a su pareja sentado en la orilla de su cama, guardando unos papeles en su mesita de noche - ¿Estás muy ocupado? –

- ¿A las seis y cuarto de la mañana? No lo creo – Respondió, acostándose de nuevo en la cama, pero esta vez dejando sus pies colgando - ¿Tienes algo que decirme? – Preguntó

- Pensé que tú tendrías algo para decirme a mí – Contestó, aceptando que ahora que había iniciado esa conversación ya no habría forma de evadirla – No pude dormir bien pensando en esto y sé que no te diré nada cuando llegue del trabajo. Quiero aprovechar que es temprano y no pienso mucho las cosas para hablarte de esto – Afincó su cuerpo a la pared junto a la puerta, terminando de tomar el poco café que aún mantenía en su taza.

- John, ¿es sobre la otra noche? – A pesar de que en su posición no podía alcanzar a ver muy bien a su pareja, sabía que él había asentido - ¿Sabes que no soy una niña sensible que se altera por cualquier cosa que no le guste, verdad? No hace falta que armes una intervención por cada situación comprometedora que tengamos –

- Pero algo tengo que hacer, porque cualquiera se puede dar cuenta que estás diferente desde esa noche –

Sherlock mordió su labio, tomándose unos segundos para finalmente preguntar: - ¿A ti te gustó mi felación? –

- Por supuesto - Respondió con toda la sinceridad que cupiera en sus palabras - ¿Cómo no podría gustarme? –

- John, a cualquiera le puede gustar un orgasmo – Opinó, inclinándose un poco para adelante afincando sus codos en el colchón y así poder ver el rostro del doctor – Me refiero a que si te gustó que yo te la mamara –

Pestañeó un par de veces, algo sorprendido por la peculiaridad de la pregunta – Claro que sí, Sherlock – Soltó una pequeña risa – Que lo hicieras significó mucho para mí, no podría esperar eso de alguien más que tú –

-Hubo un momento en que no quisiste más mi intervención – Recordó, observando detenidamente la expresión de John mientras buscaba en sus recuerdos lo que le estaba rememorando.

- ¡Dios! ¿Es eso? – Pasó su mano por su rostro, sonriéndole al aire casi aliviado de que no fuera otra cosa más grave - ¿Hablas de cuando yo te aparté y me corrí? –

- No fue así – Negó el pelinegro, dejando caer su espalda otra sobre sobre el colchón de su cama – Me apartaste, te masturbaste un momento y luego eyaculaste –

- ¿Te molesta que me haya masturbado? –

- No me molesta, pero me gustaría saber por qué lo hiciste - Contestó.

Por prudencia se tragó unas cuantas risas antes de hablar, dejando su taza de café sobre una mesa de considerable tamaño sólo para sentirse más libre - Sherlock, tú mismo me dijiste que jamás se la habías chupado a alguien, así que supuse que tampoco habrías tenido semen en tu boca, o mínimo, en tú rostro ... ¿Me equivoqué? –

- No –

- Exacto – Suspiró, tomándose la libertad de sentarse junto a Sherlock en la cama; algo que nunca habría hecho hasta ese momento – No estoy poniendo en duda tu asexualidad, pero hasta donde me has dicho tus únicas experiencias han sido la pornografía y masturbarte dos o tres veces, pero el sexo no es como lo muestra la pornografía... por lo menos no la mayoría de las veces. Si me masturbé fue para no correrme sobre ti o en tu boca, no voy a esperar que lo haga y te lo tragues cuando a no todo el mundo le gusta eso y supuse que a ti menos –

- Creo que tuviste razón cuando dijiste que esas cosas se hablaban – Dijo luego de algunos segundos – Si a ti te gusta podríamos intentarlo algún día poco a poco, claro está –

- Sherlock, estoy bien así. No tienes que sentirt... -

- Watson, cállate – Tomando de su camiseta lo jaló hasta él y lo besó – Si hago algo es por ti, para que estés tan feliz y cómodo conmigo como yo lo estoy contigo – Volvió a besarlo – Y por ti... - Otro beso, un poco más largo y húmedo –Hasta muero – 

Asexual - JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora