Haruno De Nombre. Hoshigaki De Sangre

-Su Risa-

❀𖦹❀𖦹❀

Orochimaru salió del baño justo a tiempo para encontrar a Kisame caminando hacia la cuna con la mano en la empuñadura de Samehada.

"Nao-San no va a lastimarla, Kisame-Kun"

"Tu que sabes viejo murciélago, te agradecería que me dijeras que hace una serpiente en la cuna de mi hija"

"Por favor, tranquilo, Hoshigaki-San". Dijo Nao. Ella levantó la cabeza hasta estar a la altura del padre de la niña. "Su hija es simplemente preciosa y le aseguro que no le haría nada para lastimarla"

Kisame se relajó visiblemente y puso su espada contra la pared y se volteó hacia Orochimaru.

"Bueno parece que ustedes dos les ha ido bien con Sakura. ¿Hay víctimas?"

"Los pañales dieron sus vidas mientras no estabas". Orochimaru respondió con sequedad.

"... Lo tomaré como un no"

Orochimaru se fue poco después, pero no sin mencionar casualmente que no le importaría ser niñero otra vez. Kisame oculto su sonrisa. Nao también se fue diciendo que su marido la necesitaría de vuelta en la cueva Ryuuchi y que ella volvería cuando tuviera tiempo. Después de esto el hombre agarró a su hija y se fue a sentar en el sillón de cuero que tenía al lado de la cuna. Sakura estaba profundamente dormida vestida con su pijama verde claro. Él suspiró.

"Saki te hubiera amado tanto, pequeña", murmuró suavemente. "Siento que ella no pudiera estar aquí para ti. Pero papá estará aquí para ti y te amara siempre"

Sakura se retorcío un poco antes de abrir los ojos. Estaban somnolientos, pero se alegraron cuando miro el rostro de su papá. La sonrisa no llegaba a sus labios, pero brillaba en su ojso.

Cuatro meses después

Kakuzu estaba harto. El papeleo y los asuntos de dinero se habían acumulado en su puerta cuando la casa Akatsuki en el país del té había sido destruida. Se había encargado de rediseñar la casa de nuevo y tuvo que reestablecer el presupuesto para la reconstrucción. Para añadir a ese estrés, todo esto había pasado hace tres días.

Y era la niñera de Sakura por el día.

Ella estaba cómodamente acurrucada en su asiento de seguridad en el piso de atrás de él. Ella estaba babeando su anillo de identificación y estaba siendo excepcionalmente tranquila. Su atención volvió a los planos sobre la mesa de su cocina suspiró mientras sus zarcillos recogían el plano y lo rompían por la mitad.

RIIIP

La risa tintineante resonaba detrás de él. Lentamente se volteó en su silla, ambos pedazos de papel rasgado estaban en sus zarcillos . Sakura que sonreía con sus brazos moviéndose hacia arriba y hacia abajo amablemente. Tomo una parte del plano roto y lo rompió de nuevo. Sakura se rió  —esta vez más fuerte— con un placer infantil.

RIP

RIP

RIP

A las seis en punto, Konan entro por la puerta abierta del departamento de Kakuzu. Lo primero que vio fueron los pedazos de papel que estaban esparcidos por todo el piso, y lo primero que escucho fueron las lindas risitas alegres de Sakura.  Sus cejas se seguían hacia arriba, perdida, mientras alzaba la mirada hacia el hombre de cara blanda que estaba sentado al otro lado de la habitación.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó. Kakuzu se encogió de hombros.

"Nada"

Konan estaba lejos de estar convencida, pero lo dejó. Se Acerco al asiento especial y agarro a Sakura.

"Lo que sea que digas. ¿Cómo son tus planes con respecto a la casa del país del té?"

"Mi mente están muy distraída"

"Ya veo. ¿Cómo planeas dividir el presupuesto?"

"Divide por la mitad"

Ella suspiró y cargó a Sakura, que había vuelto a jugar con su anillo.

"Solo asegúrate de recibirlo antes de la fecha límite, Kakuzu-San. Ahora te quitaré a Sakura de las manos para que puedas enfocarte"

Konan dobló el asiento y se dirigió a la puerta. La parte superior del cuerpo de Sakura se asomó por encima del hombro de la mujer. Con una mano envuelta alrededor de su anillo de identificación y la otra se agitaba hacia arriba y hacia abajo en dirección a Kakuzu. Cuando le inclino la cabeza a cambio, ella le sonrió y dejó de saludarle.

Antes de desaparecer junto a Konan. Kakuzu dio una mirada a su alrededor, ahora ya no podía distraerse, y suspiró.

El desorden, correcto.

Konan siempre había amado a los niños a pesar de ser apática por naturaleza y no poder tenerlos.

Todos se sorprendieron cuando Kisame llegó un día con un bebé. Se sorprendieron aún más cuando Pein dejó a Kisame cuidar de su hija. Talvez su líder no quería profundizar demasiado en sus vidas personales, o talvez había sido demasiado generoso ese día, o incluso talvez había sentido lástima por la niña que había nacido de uno de los hombres más peligrosos y buscados de las cinco naciones ninja.

Nadie lo sabía, y nadie se atrevió a cuestionar la decisión de Pein.

Una vez que Konan llegó a su apartamento, se sentó en un asiento y colocó a Sakura sobre una manta en el. Luego se dirigió a la nevera, saco un biberón con leche materna artificial que tenía y lo puso en un recipiente con agua tibia y espero. Miro a través de la cocina para ver que Sakura se estaba divirtiendo meniando los dedos de los pies. A veces esa niña hacía que Konan se maravillara.

¿Habían nacido los shinobis despiadados como un dulce e inocente bebé?

. . .

Aparentemente si.