El arte de nuestro compañero, compañero que todos hemos heredado, el compañero cual espera y se encarga de erradicar tu calor absoluto. El compañero al que le ruegas su ayuda con el plan en contra de tus propios huesos, para poder dormir. El arte que puedes usar sobre tu hermano, hermana o cualquier luz.
El arte que hemos industrializado mecánicamente, para que ellos programen, usen la brocha o el pincel, para cubrirlo fácilmente de la vista y de las manchas rojas hacia otras manos. Sus pasos que recorren praderas en todo momento, con sus pinturas a todo lados y sus marcas de piedra, marcas que los sangrantes visitan.
El arte que al que le hemos hecho crecer sus ramas, el arte que con el que el a teñido campos, mares, bosques, trincheras, el arte con el que muchos nos satisfacemos. Una de tantas artes, un arte tan amplio, antiguo, abundante, y que aún sigue sorprendiendo inesperadamente a todos, como una bomba soltada en lo alto, provocando un dolor que retuerce a los cercanos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Puedes observarlo de lejos, al frente tuyo con su pintura callendo de tus ojos, o con tus extremidades cubiertas de ella.
Obras que incluso se ejecutarán el domingo, para luego nuestro compañero desaparezca el lunes.
