《Era Trujillista: Pesadilla》

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Sus ojos se abrieron de golpe, estaba sumergido en una penumbra interminable en donde flotaba en la nada en la cual podía verse asi mismo pero como su versión mujer vestida completamente de blanco. Bajo sus tacones pudo sentir la estabilidad de una superficie que permanecía invisible ante sus ojos.

Avanzó temerosa sin saber exactamente a donde iba, seguía a sus pies que solo le daban la opción de moverse en línea recta. Sus ojos se veían fríos, inexpresivo y profundo denotando el hueco que albergaba su alma.

Se detuvo debido a que casi tropezaba con algo, sacandola de su ensoñación. Frente a ella no podía ver absolutamente nada, pero podía sentir como su pie lo tocaba; era algo pesado, más no imposible de mover. Se agachó a, la que creía era, la altura del gran bulto, su mano logró tantear la superficie parecía estar revestida con un material suave, parecido al algodón. Continuo tocando el objeto tratando de adivinar de que se trataba hasta que en su mano se manchó por una sustancia algo caliente, miro horrorizada su ahora manchada mano con sangre.

Su alrededor comenzó a tener color, oscuros y muy lúgubres. Estaba en un terreno marchito, a su alrededor descansaban un océano de cadáveres a los cuales no les podía distinguir el rostro pero se le hacían terriblemente familiares. Soltó un grito agudo, alejándose de lo que vio era un hombre adulto con varias heridas de bala en el pecho, en un punto los rostros de los cadáveres portaron su bandera y unos cuantos la bandera haitiana.

Ahí comprendió, todas esas personas eran su pueblo y parte del pueblo haitiano. Entro en pánico tratando de encontrar a alguno vivo, sostuvo el cuerpo de un infante quien había recibido el golpe de una cuchilla justo en la espalda, lloró de impotencia al no poder haber hecho algo al respecto.

Una brisa fría le produjo un escalofrío y unas pisadas la obligaron a mirar al frente. Una figura no tan alta caminaba en su dirección, vestía un traje militar blanco adornado con varias medallas que brillaban en su pecho. No podía distinguir su rostro pero, ese porte, esa forma de caminar no la olvidaría nunca. Tembló cuando el tirano se detuvo frente a ella, apretó los dientes dispuesta a atacarlo pero una segunda figura sostuvo sus brazos; reteniendola.

Forcejeó, tratando de librarse pero por más que lo intentaba no podía ni mover a su cautor. La primera figura tocó su rostro, acariciandolo antes de que sus piernas sean atrapadas por otras manos que emergían del suelo las cuales se veían y vestían exactamente como el tirano.

Pataleo, grito, lloró y clamo por ayuda, pidiendo inútilmente que la suelten pues no recibía respuesta alguna. Su cuerpo se hundió en penumbras, siendo arrastrada hasta el suelo.

— Mi amada Quisqueya —

Trato de librarse aferrándose a cualquier cosa, pero por más que lo intentaban no podía mantenerse en la superficie.

— Siempre serás, mi amada Quisqueya —

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— ¡NO! —

Despertó exaltado y sudoroso, con terror observo todo su alrededor para calmarse al darse cuenta de que estaba en su habitación. Su mano fue a parar a su pecho, lo sintió plano como era cuando estaba en su versión masculina.

Suspiró aliviado de estar a salvo, observo la hora: 7:15 A.M. Bueno, a quien madruga, Dios lo ayuda. Se puso de pie, tambaleándose un poco todavía por el nerviosismo e ingresó al baño, se observó así mismo en el espejo.

— Todo está bien — afirmo el dominicano. — Ya nadie le hará daño a mi gente. Primero tendrán que matarme —

Lavo su cara y se dio palabras de aliento, lo mejor sería darse prisa para poder tomar una buena taza de café, empezar su día como era acostumbrado y olvidar aquello que lo atormenta por lo menos hasta la próxima pesadilla.

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Se estima que durante el gobierno de Rafael Leónidas Trujillo Molina hubieron más de 50,000 personas asesinadas de las cuales 17,000 fueron haitianos residentes de la República Dominicana en lo que fue "La Matanza del Perejil".

Los 31 años de gobierno de Trujillo se caracterizaron por el asesinato, la violenta represión, tortura, exilios, violaciones, persecuciones y desapariciones, todo esto orquestado por el presidente.

La era Trujillista fue una de las tiranias más sanguinarias de toda América Latina.

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