Prólogo: Cambios.

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Una risa escandalosa rompió el silencio del templo Ryuudou, como de un trueno que rompe la paz antes de una tormenta.

Una mujer de capucha púrpura que ocultaba su rostro, una apariencia de cuentos de hadas, pero no lo de una princesa o un hada, si no de un villano, una bruja. Muchos dirían que no es bueno juzgar por las apariencias, pero Medea, la bruja de la traición, era todo lo que una bruja debería ser. Un ser traicionero, que cubrió sus manos de sangre desde el momento en que los dioses la maldijeron para amar un hombre que la desechará como si un trapo viejo, sin valor y que nadie debía amar. Ella reía ante la nueva traición que los dioses dejaron caer ante ella. Ella podía culpar su ineptitud o incluso su poco entendimiento del cáliz hacedor de milagros.

Invocar un servant era el trabajo de un magus, el magus tenía el trabajo de anclar al espíritu heroico. Ellos contratan con el mundo para anclar a la existencia de los héroes a esta existencia. Ella, una bruja invocada desde la era donde los dioses vivían, era fácilmente uno de los seres más poderosos vivos, si se le podía llamar vivo a una existencia más cercana a un fantasma que a un ser humano, por eso era una herejía que un espíritu heroico intentará formar un contrato e invocar su propio servidor. Pero ella era capaz de torcer las reglas y las hizo, por un momento el reflejo de lo que debía ser un sirviente apareció, pero se desmoronó al instante. Sin hechizos de comando y sin un servants, ella solo pudo reír, porque ella sabía que podía invocarlo, no perfecto, un servants inválido, pero era un obstáculo menos y una nueva herramienta que manipular. Su mente viajo a todos los posibles escenarios que le negaron la invocación y en su mente chispeo la posibilidad, una gota en la lluvia de posibilidades que demostraba que los dioses seguían teniendo poder en la era moderna y que solo lo usarían para escupirle en la cara. Mientras hacía el ritual, chocó con el ritual de otro magus, el servant que le pertenecía fue arrebatado de sus manos. Si no hubiera sido una princesa durante su juventud, hubiera escupido en el cadáver del casi master que intentó invocar al espíritu heroico. Solo le entregó unas palabras de consuelo al ser su muerte inútil, porque incluso la bruja de la traición podía sentir pena por las muertes inútiles. 

No sería capaz de intentar otra invocación, debería que buscar un nuevo método. Extraer energía de la ciudad era su único método para volverse más fuerte y si tenía la oportunidad, robar los hechizos de comando y el contrato de un master.

—Caster.

Un hombre de cabellos negro la llamó. Su voz no expresa sentimiento, vacío, muchos dudaban, principalmente sus alumnos,  ¿El hombre alguna vez expresara alguna emoción?

—Souichirou-sama, disculpe la molestia.

Souichirou Kuzuki, un no mago, un asesino, su master. Para la bruja de la traición, encontrar a un hombre que deseara apoyarla y que la aceptara como lo que es, ha sido la mayor bendición que se le otorgó, solo tuvo que escapar a una época sin dioses o héroes caminando sobre la tierra.

Su nuevo master era todo lo que no era el antiguo, solo el recuerdo de este le hervía la sangre y maldecía entre dientes, pero ahora no estaba, su vida arrebatada por sus propias manos. Souichirou le ofreció otra oportunidad, le dio la mano en el momento antes de desaparecer sin poder luchar. Porque ella quería luchar para vivir la vida que se le arrebató en un capricho de los dioses.

La bruja de la traición buscaba otra oportunidad, una nueva vida, la guerra del santo grial se lo ofreció y ella lo tomaría.

Ningún héroe o dios le arrebatará esta nueva oportunidad.

*****

El joven pelirrojo y de ojos dorados solo era un idiota, el idiota más grande que había conocido. Un zopenco que aceptaba todo favor que le pidieran. Hace tres días los de club de atletismo le pidieron que revisara el equipo y él, sin conexión con el club de atletismo aceptó sin pedir algo a cambio. Hace dos días el club de cocina le pidió que limpiara el equipo y él, sin conexión con el club de cocina aceptó sin pedir nada a cambio. Hace un día el club de arte le pidió que fuera comprar unos materiales y él, sin ninguna conexión con el club de artes aceptó sin pedir nada a cambio. Hoy mismo él, Matou Shinji, sin conexión alguna con Emiya Shirou, le hizo que hiciera los deberes que a él le correspondí juntos a otros estudiantes, rehacer el letrero del festival cultural, no le dio una excusa o razón para pedírselo, solo lo hizo, Emiya sin conexión alguna con Matou, acepto.

Fate: Hombre de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora