fructificación

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El inicio del fin de la vida como la conocían estaba muy cerca, y aunque nadie estaba consciente de ello, se dedicaron a recorrer ese camino sin siquiera pensar en algo además de ocupar sus propios papeles en ese juego de azar llamado vida.

Hijikata nunca esperó que ese bastardo fuera el doble del Shogun al cual protegían, sin embargo, tampoco podía estar cien por ciento sorprendido de ello, pues en cualquier situación de riesgo y grande, él tenía que estar involucrado. Amigo o conocido del shogun, realmente no estaba seguro, pero si había algo de lo que estaba completamente seguro, era de que el platinado estuvo relacionado con Shige Shige a lo largo de la historia, y aunque siempre le traía problemas y humillaciones al mandatario, también le ofrecía una extraña sensación de camaradería desarrollada a lo largo de esas tragedias.

Entonces ¿por qué al subcomandante no le agradaba la idea de que el yorozuya estuviera allí, arruinando su humor y la seriedad de la misión? Parecía que los cielos, y sin incluir al Tendoushuu, habían conspirado en su contra, no solo tenía que completar el recorrido sin fatigarse y dejar en evidencia su enfermedad, sino que ahora tenía que tratar con un trío de problemáticos, plus el causante de su miseria.

Junto al Oniwaban y el Okachishu, comandante y vicecomandante se enfrascaron en la misión por tierra, y aunque se decía la más peligrosa, algo muy dentro de él se mantenía confiado por la presencia del platinado. Su unidad debía dirigirse a la aldea de Iga, la antigua aldea oculta de los shinai, mientras rodeaban y neutralizaban los peligros que acechaban en los árboles y sombras.

En momentos como ese, mientras le servía té al "shogun" se preguntaba qué demonios le había visto al estúpido permanentado, porque una cosa es que estuviera enamorado y otra muy distinta que aceptara la personalidad de mierda que tenía el otro. Situaciones como la que vivía le hacían poner en jaque su propia conciencia, la constante mirada vacía del ojicarmesí parecida a la de un pez muerto lo hacía querer estrangularlo hasta al cansancio, él juraba que, si vivía lo suficiente, un día lo haría. En serio, alguien podía decirle ¿Por qué tenía que enamorarse de un imbécil como aquel?

Perdido en sus cavilaciones el ataque de los shinai vestidos de blanco lo tomó por sorpresa, incluyendo la traición de los cabecillas como cubierta para salvar al verdadero shogun mientras descubrían quién en realidad había dejado entrar a los Yato en su territorio y los había vendido, Hijikata a estas alturas ya no sabía qué era lo que realmente significaba esa misión además de mantener con vida a Shige Shige.

Todo pasó tan rápido que no podía procesar lo que sucedía. En un parpadeo se encontraba escuchando la historia de Momochi, una de los tres grandes de la aldea, junto a los yorozuya y su comandante y al otro veía a lo que parecía ser el Kiheitai y algunos del Harusame llegando a destruir todo a su paso. Juraba que escuchó decir a Gintoki que nada importaba porque él no se detendría por nada. ¿Quién era él? ¿El líder de los Hitotsubashi? ¿El capitán del séptimo escuadrón del Harusame? ¿El Tendoushuu? No, su mirada decía que era algo que solo el mismo Gintoki conocía, alguien que conocía muy bien.

Tōshirō obligó a sus neuronas a hacer sinapsis y entender la situación, si el Kiheitai era quién estaba detrás de esto, entonces a quién el yorozuya se refería tenía que ser al líder del mismo. Takasugi, su mente concluyó. ¡Maldición! eso solo significaba más problemas, porque no era tan estúpido como para no imaginar que eso sería una confrontación directa entre el idiota parado a unos metros de él y el terrorista que deseaba destruir al mundo. Una historia milenaria y enigmática parecía haber entre ellos.

Cuando cayó junto a Kondo en uno de esos pasadizos secretos, dejó que su modo supervivencia se activara tomando las riendas de su propio cuerpo y se dispuso a destrozar a los enemigos frente a él, tenía algo que proteger con su vida y además sobrevivir a ello. No podía dejar que unos estúpidos piratas espaciales o unos terroristas terminaran con su vida. Encomendó su existencia a lo que fuera que lo escuchara y pidió que la tos no lo detuviera y lo hiciera encontrar un final repentino.

梅花·|Ciruelo |GinHiji|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora