AU HUMAN

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No dejaría de sonreír a pesar de sentirse tan tenso como ahora. Le daban asco ese tipo de lugares, pero Oscar lo había prácticamente arrastrado hasta ahí luego de que terminara su trabajo en la estación de radio. Soltó un suspiro volviendo su sonrisa más bien una patética excusa de ella, se veía claramente la repugnancia en su semblante.

-Bueno, he venido y ahora me iré. Gracias por la invitación –dijo dándole un par de palmadas en la espalda a su único amigo.

-Ni no pienses, bastardo. Te la pasas encerrado en casa siempre haciendo quien sabe que porquerías cuando podrías hacer esas porquerías con alguien –dijo con su voz rasposa producto del consumo constante de alcohol. Alastor contuvo sus ganas de reír.

-Créeme, no creo que alguien aquí comparta mis gustos –a menos que desee morir, claro está pensó.

Se encaminaron a la barra de aquel local mirando los cuerpos de jóvenes –tanto hombres como mujeres –moviendo sus cuerpos sensualmente para disfrute de otros quienes veían con lujuria sus pieles perladas de sudor como si se trataran de manjares listos para devorar. En eso quizá tenían similitud con el conductor de radio, aunque por diferentes motivos.

Ambos hombres pidieron algunos tragos, el castaño pidió un whiskey en las rocas mientras el ex militar pedía vodka. Entonces un hombre de tez oscura pasó envuelto en sus ostentosas ropas, con un abrigo que llegaba casi hasta el suelo. Se sentó al fondo del local sin percatarse de la atenta mirada de Alastor.

Dos chicas, demasiado jóvenes para estar ahí se acercaron al hombre frotando sus pechos con sus costados siendo bien recibidas; no supo por qué pero aquel hombre no le agradaba. Entonces las luces aumentaron su potencia solo en uno de los tubos centrales del local, algo bueno iba a pasar al parecer por la atención que todos centraron en el lugar.

Un chico usando solo una corta falda y medias de red que eran sostenidos por ligueros junto con unas botas que llegaban hasta la mitad de los muslos. Hizo a un lado su cabello tan rubio que parecían hebras de oro mirando al público con coquetería mientras pasaba una mano por la piel de su torso extremadamente blanca para ser natural. Alastor se imaginó cortando aquella carne viéndola pintarse en carmesí deliciosamente y sintiendo su suave carne entre sus dientes. Solo de pensarlo le hizo agua la boca.

La luz siguió la figura del chico quien comenzó a bailar en el tuvo haciendo movimientos imposibles para un novato. Se movía con gracilidad enredando sus piernas y brazos de forma sensual que era increíble como su piel no se manchaba de moretones por la presión que tenía que ejercer al tubo para bailar así. Oscar lo miraba no tan interesado como por su vaso de vodka, pero el resto de la gente estaba extasiada y –por qué negarlo –excitada por tal muestra de sensualidad pero los ojos del chico no se despegaban del hombre al fondo del local, parecía retarlo. Esa mirada llena de rebeldía fue lo que hizo que algo dentro del pecho de Alastor se removiera.

Los ojos del joven se posaron por un segundo en él, creyó ver mal pero cuando la sonrisa del rubio se amplió en su dirección pasando su lengua por sus labios confirmó sus sospechas. Fuera de todo pronóstico el joven bajó de aquella superficie elevada contoneando las caderas aun escuchándose la música de fondo pero él ya no escuchaba nada, su corazón dio un salto al sentir la aproximación del chico aún más contra su cuerpo. Con movimientos serpenteantes se sostuvo de las piernas de Alastor para curvarse en su dirección casi frotando su torso contra la entrepierna del castaño, manoseó sobre el saco al contrario llegando hasta sus hombros y enredando sus brazos en su cuello solo un segundo antes de darse la vuelta y regresar al tubo aun balanceando sus caderas.

Le regaló una sonrisa antes de regresar mostrándole un único diente dorado que brillo casi como si le guiñara.

-¿Quién es él? –preguntó Alastor con voz queda.

RADIODUST WEEKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora