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El primer dia de trabajo del moreno estaba por empezar. Desde que lo contrató el día anterior, en toda la noche se quedó pensando en como debía lucir al día siguiente. Quería impresionarlo, que viera que era maduro, que podía con una cafetería...que lo mirara con esos ojos oscuros llenos de determinación... Ya veia que se desmayaria de su cama.

Ya comenzando el dia, volteó el letrero de cerrado a abierto y se sacudió sus manos para tener una buena mañana. Ordenó las mesas y las sillas, puso los pasteles en las vitrinas y limpió los grandes ventanales que daban hacia la calle. Y mientras hacía eso, se asustó nuevamente por Daichi cuando a través del ventanal lo estaba mirando. Algo tenía ese chico de querer asustarlo así cuando sus miradas se encontraban. Sonriendole, lo fue a recibir en la puerta, dándole una cálida bienvenida.

- buenos días Daichi, te presento mi cafetería ¿esta bonita, no?

- si... Muy bonita. Ya quiero empezar a trabajar - sonrió cálidamente al voltear a mirar al albino, notando como el contrario estaba casi babeando - ejem...

- ¡a-ah!... de eso no hay problema, al medio día vienen empresarios de aquí cerca a tomarse un café y son demasiados que no puedo atenderlos a todos... ¡Me has salvado la vida! En serio necesitaba una mano izquierda por aquí... Ja... Ja- ni siquiera se había dado cuenta de que estaba con la saliva cayendo por dios, que vergüenza presentarse así. Sus mejillas se acaloraron y mejor caminó hacia la caja registradora para olvidar aquella escena. - co-como sea... En la sala de empleados hay un delantal para ti, espero que te guste

- Gracias Sugawara, eres muy amable

"y tu muy sexy..." pensó de la nada, muy embobado en sus pensamientos, que fueron interrumpidos por la campanita. Pues, empezaba el día, un muy acompañado día.

...

Debía admitir que trabajar en una cafetería se le hacía bien cómodo, pero no solamente eso, si no que su lindo dueño de cabellos albinos era su amor a primera vista. Eso si, se sentía mal por haberle mentido de que había trabajado en un restaurante antes.

Era una mentira piadosa...pero era sólo para conseguir el trabajo. La explicación era que desde que fue la apertura de la cafetería se había quedado flechado por su dueño. Sonaba acosador, pero a cierta hora, a la otra vereda veía desde lejos como el albino atendía a su clientela, con esa dulce sonrisa, tan confiable y para él, un tanto seductora. Y el día anterior estaba en esa rutina cuando notó que el chico puso un cartel de que necesitaba un empleado. ¡Era su oportunidad!

Asi que ahí estaba. Su primer día trabajando y su primer dia estando cerca de su chico... Que algún día lo seria. Bien, eso sonó muy acosador, se sentía mal por ello. Pero le restó importancia. Al llegar a la sala de empleados vio el ordenado y planchado delantal, se lo puso y vio que tenía un logo de un limón. Adorable.

Tras salir, soltó un suspiro para relajarse y actuar lo más normal cerca de Sugawara, volviendole a sonreír cuando se toparon.

- Daichi, necesito que atiendas las mesas ¿si? Yo me encargo de la barra ¿entendido?

- si, jefe

- no me digas asi...tenemos como la misma edad, me haces sentir viejo...

Oh por dios... Ese puchero en ese fino labio inferior... Se lo quería comer.

- no te preocupes, yo me encargo

- ¡genial! Para algo deben servir... Esos músculos ¿no?

Bien, podía notar en esos ojos como Sugawara se quería comer sus brazos...pero mejor iba a actuar como si no lo supiera. Tenía un punto para poder hacer que Sugawara lo note.

- sip, para llevar bandejas

- e-exacto, si, eso, obviamente... ¡A trabajar! No pierdas el tiempo

Y fue empujado por esos debiluchos brazos hacia la sala donde se encontraban los comensales, así que empezó a tomar los pedidos y traerselos al rato, así en una larga rutina. Pero bueno, todo solo para estar cerca del albino que no dejaba de observarlo. Dios...era muy lindo, muy lindo.

ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora