5

5.3K 762 311
                                    

Desde aquel dia en que fingió ser el novio de Daichi, algo en su corazón le decía que debía confesarle sus sentimientos. Pero demonios, era tan difícil. No estaba tan seguro de que iba a ser correspondido y si quedaba como payaso confesandose ante un tal "hetero no tan hetero" después de lo sucedido, moriría con saber que ya no podían trabajar juntos o sólo estarían incómodos. Maldita sea, de sólo pensarlo se le helaba la piel.

No se había enamorado tanto en su vida. Quizás algunas veces en la escuela, pero Daichi era un adulto, amable, responsable y divertido. Y para combo, le gustaban los chocolates al igual que él ¿no eran almas gemelas acaso?

Bueno ¿a quien no le gustaba el chocolate? A no ser que seas alérgico, si señor.

Con toda esa reflexión acabó por abrir la cafetería bien temprano. El castaño aún no llegaba por lo que se dedicó a ordenar las mesas y sillas, decorarlas con lindas servilletas color amarillo limón y unos portavasos simples pero elegantes. Después sacó los pastelillos del refrigerio y comenzó a ponerlos ordenadamente por sabor de los carteles en las bandejas dentro de los cajones vistos por una limpia ventana de vidrio. Comenzó a calentar la cafetera y así se relajó en la barra para comer su chocolate blanco de dia a dia.

"Chocolatito"

Rápidamente se le vino a la mente aquel mote amoroso y sonrió inconsciente.

- Oh Daichi... Si supieras cuantas veces he soñado con estar en tus brazos...- mencionó al aire en un enamorado suspiro.

Sin embargo al escuchar la campana sonar y la puerta abriéndose y cerrándose, se escondió rápidamente como instinto. Alzó poco a poco su rostro, viendo que Daichi lo estaba viendo un poco perplejo al otro lado de la barra. Quiso reirse de lo ridículo que se veía tirado en el suelo

- ¿que haces escondido ahí Sugawara?... ¿Acaso asaltaron?

- ¿que? No, no, no... Es sólo que se me había caído un pedazo de mi barra de chocolate

- Oh, ya veo "Chocolatito blanco" - marcó aquel nombre y le dio una de esas sonrisas deslumbrantes y algo coquetas. Después desordeno el cabello del albino y se fue a la sala de empleados para cambiarse.

J O D E R.

Le dijo Chocolatito Blanco, ese mote tan cariñoso, hermoso, que lo derretia como chocolate en un microondas para hacer alfajores...demonios. Estaba harto de tener que fingir que no le atraía, que no lo miraba como si babeara por él, como si fuera un ángel esculpido por los dioses...quería morirse de la vergüenza.
Al fin y al cabo tuvo que empezar a trabajar ya que unos trabajadores del área empresarial del lugar llegaron a servirse.

El día comenzó.

🍫

Bien, podía hacerlo. Pudo actuar normal frente a Sugawara mientras que por dentro sentía su corazón latiendo fuerte como si se fuera a morir, como aquel día en que estaba jugando voley en la escuela y chocó con otro compañero. Si que se murió por un instante, no quería hacerlo por segunda vez solo por sentir una atracción gigante con el albino.

Bien, sólo era hablarle, ir a un lugar privado y confesarle.

"¿que pasa si se te olvida todas esas partes y ya lo quieres comer a besos?"

Las malditas palabras de Asahi...¡No se lo iba a comer a besos! Claro que no haría eso, obviamente no... Ugh, si, de hecho si quería hacer eso, pero podría asustar a Sugawara y quizás no sea con consentimiento. Ya dispuesto a irse de la sala de empleados para ir a atender, dandose cuenta que estaba ya mucho tiempo en los vestuarios, y también diciéndose así mismo que después de que cerrarán la cafetería se le confesaria... Todos sus planes se le olvidaron cuando al abrir la puerta se encontró cara a cara con Sugawara y sus labios se estamparon de sorpresa.

Oh demonios... ¿Ahora como iba a detener su poco autocontrol?

ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora