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- A-ah Daichi... No podemos hacerlo aquí...y ahora tampoco

Se escuchaban suspiros exasperados por toda la habitación.

- Claro que si...

Besos apasionados, muy, muy ruidosos.

- pero abriremos pronto Chocolatito...

Maldición. Chasqueo la lengua rindiendose ante su pareja tras soltarlo, pero sin separar sus manos del trasero del albino. Si, le gustaba esa parte, era un pervertido, pero después mejor las dejó en la cintura de Sugawara.

Bien, Sugawara tenía razón. Primero era la cafetería, tenían que ser responsables al abrir y no quedarse jugando y dándose amor... Pero quería hacerlo, hace unas semanas que no lo hacían. Y esa vez fue su primera vez.

Sin embargo siguió dándole mimos a la cara rojiza del contrario, sacándole varias risitas por las cosquillas. Su punto débil era atrás de su oreja, por lo que le gustaba besarlo en esa parte, verlo retorcerse y suspirar con jadeos entre medio.

- Ya Daichi... Hay que detenernos, en un minuto debemos abrir y tenemos clientes esperando a veces...- oh no, esa carita de Daichi, no otra vez, le estrujaba el corazón verlo como un perro abandonado. Tomando las mejillas ajenas, lo miró directamente para que lo entendiera - cariño... Te prometo que lo haremos ¿si? Quizás cuando acabe la jornada de hoy ¿que dices?

El castaño asintió en silencio y volvieron a besarse, un beso casto y cariñoso. Así volvieron al trabajo, empezando la jornada laboral del dia.

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Ya estaba terminando su trabajo agotador, aguantando todo la excitacion de la mañana. Ordenando las mesas y entrando las sillas y pequeñas mesas de afuera, un gran avance en estos meses de que aumentaron los clientes. Ya no había nadie más tras entrar nuevamente a la tienda, sólo se encontraba Sugawara  ordenando las cuentas y las propinas extras. No dudó en posarse tras sus espaldas con esto, dejando que sus manos se colocaran en las caderas del albino, empezando un suave vaivén donde ese trasero rozara su entrepierna.

Como Sugawara estaba un poco distraído, no se le hizo difícil notar sus expresiones se puro placer que quería ocultar. Sabía que le gustaría algo así.

- Daichi...

- ¿qué? - preguntó inocentemente -

- uh...estoy... Ordenando aquí, ganamos mucho hoy...

Sin embargo no le escuchó, no mas jaló las caderas un poco más fuerte, simulando una estocada penetrante. Mal que sólo eran roces de prendas.

- Daichi... Eso fue tan caliente...

- sabía que te gustaría...

- pero estamos en la cafetería Daichi, n-no podemos... A-ah... te odio

Otra estocada más y el movimiento de las caderas seguía. Le encantaba que aunque el contrario se oponía, su cuerpo decía otra cosa.

- sé que me amas y que amas que lo estemos haciendo aquí. ¿No es que era un deseo sexual, chocolatito?

- mnh... Si, si lo recuerdo - ronroneo como un gato muy gustoso de las caricias, donde al girar su rostro se topó con el del castaño, comenzando a besarlo muy pausadamente. Menos mal habían apagado algunas luces y que era de noche. Nadie pasaba a esas horas. Y dios, se sentía fantástico hacer eso en un lugar público. Ya no vería la barra como sólo un lugar de trabajo. Se regañaria por ello.

A continuación, sintió como lentamente sus jeans fueron bajando hasta caer a sus pies y unos dedos curiosos se asomaban en su entrada, muy húmedos y viscosos, siendo persuadido por varios besos a los largo de su columna desnuda. Daichi le hacia tanto suspirar, aunque fuese muy lento en sus acciones, eso lo calentaba aún más, donde ya una erección crecía en su entrepierna.

-... Daichi quiero algo más que sólo tus dedos empujandome ahí adentro

- sólo espera ¿si? - siguió dilatando la entrada sin dejar de besar esos hombros delgados, y para cuando supo que ya estaba listo, se desabrochó su cinturón, bajando así su pantalón y asomó su carne erecta en la cavidad del albino. Soltó un suspiro, hasta que se hizo paso por dentro, sacando un gran gemido doloroso al ajeno. Tomó su rostro para mirarlo primero, pequeñas lágrimas se asomaban, pero las limpió con pequeños besos, haciendo un recorrido con ellos para llegar a esos ansiosos y esponjosos labios. Un beso cálido, lleno de amor y placer para aminorar el dolor de sus lentas estocadas.

Largos suspiros placenteros, gemidos que gritaban su nombre al aumentar sus movimientos, tanto de las penetraciones como de su mano que tenía preso el miembro contrario para que se viniera, no dudó en decirle cuanto amaba a Sugawara en el oído, mordisqueando la oreja a su alcance y lamer su orificio para poner tembloroso el cuerpo de Sugawara. Así, penetraciones más profundas que llegaban a ese punto dulce, llegaron a su fin cuando llenó de su esencia al chico, soltando su ronco orgasmo.

Las piernas de Sugawara temblaban, aún así se mantuvo de pie, dándose por último una media vuelta para solamente besar al castaño como último movimiento para que toda la calentura bajase.

- te amo Daichi... Eres todo un pervertido...

- tu más por dejarme hacerlo aquí. Te amo Chocolatito

- y yo a ti...

Asi, con un último beso tierno, cerraron su círculo de amor.

✨🍫✨

ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora