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¿Se notaba mucho lo tanto que le estaba atrayendo Daichi? Tenía toda una lista de las cosas que le gustaban de él. Y no le avergonzaba tenerla. Daichi era su tipo, su hombre, su príncipe azul, cualquier cosa fantástica del universo que lo haya atraido hacia él para que fuera el amor de su vida.

Número uno. Es muy amable y determinado. Cuando atiende a los clientes se les acerca con esa sonrisa y es muy apegado a su trabajo. ¡Siempre daba lo mejor de si mismo!

Número dos. Era un muy buen ayudante, más al limpiar cuando la cafetería debe cerrar. Es tan lindo con tal solo verlo mover esos brazos fuertes barrer y mover la escoba...mnh...

Mejor debia seguir dando la lista.

Número tres. Era divertido. Cada vez que la cafetería no estaba llena, se ponían a conversar y no podría contar todos los chistes que Daichi le soltaba. Algunos de doble sentido que le calentaban la cara y debía simular que no había imaginado nada.

Entre otras cosas, Daichi era su amor, su media naranja. Le sería difícil confesarse si alguna vez lo quería hacer. Tenía ese miedo al rechazo o el miedo de que pudiera ser asqueroso para un hetero, aunque tal vez no era un hetero...¿Quien sabe? Pero existia ese miedo en su corazón que le apretaba el alma. ¿Sería correspondido?

Y también su mayor miedo era una nueva clienta que pasaba todos los días sin falta a la misma hora. No sabía su nombre, sólo sabía que pedía un capuchino y galletas de mantequilla. ¡Y también con solo verla sabía que venía sólo por su Daichi!. Bien, Daichi es atractivo, mucho que digamos, iba a ser normal que muchas chicas estuvieran atrás de él o chicos, claro, contándose así mismo. Pero... ¿Y si esa chica lo conquistaba primero? No quería ni pensarlo.

Pero aquel dia la chica ya estaba pasándose de la raya. La muy...tonta ya le estaba pidiendo el número a su crush y coquetamente siempre acariciaba esos brazos que deberían ser tocados por él.

Oh Sugawara te has vuelto algo posesivo. ¡Que mal!... ¡Pero también quería acariciar esos brazos, lamerlos, cualquier cosa!.

Bien, tenía el impulso de ir allá y enfrentarla... O también ser un poco travieso. Le gusta lo segundo. No sabía si saldría victorioso de eso, pero estaba cansado de ver a la misma chica siempre venir solo para ver a Daichi y sin tomarse su estúpido capuchino. Sin más preámbulos, ver que no venía mucha clientela aquella hora, se alejó de la barra para acercarse minuciosamente a la mesa. Podía escuchar la conversación ahora.

- Oh Daichi-San... ¿Siempre entrenas que te ves tan guapo?

- si, jugaba vóleibol en la escuela, por eso soy algo atlético supongo...- habló restándole importancia e incomodo -

¡Pero que pregunta más tonta! ¡Era obvio que entrenaba o si no, no tendría esos brazos! Le quería arrancar esos cabellos cortos de la tipa...

Calmate Sugawara, los celos no deben salir a flote.

- hola... ¿Que pasa? ¿De qué hablan? - se acercó finalmente, acercándose más de lo debido al castaño, viendo como la chica fruncia el ceño por interrumpir su tonto coqueteo -

- ¿quien eres tu para interrumpirnos?

Y la tonta seguia y seguia...

- soy el dueño del local y sólo quería saber como estaban, más como estaba mi chocolatito...

Oh si, en tu cara. Que buen mote amoroso también ¿no?

- ¿como estas amor...? - y con coqueteo se acercó al mayor, pasando sus brazos alrededor del cuello de este y dejándole varios besos en su mejilla. ¡Oh por dios! Lo estaba besando en la mejilla, era uno de sus deseos hecho realidad. Y Daichi no se veía incomodo para nada ¿sería una señal divina?

- estoy bien Chocolatito blanco...sólo hablaba, pero ya volveré al trabajo - le siguió el juego y abrazó la cintura del albino -

- ow...siempre tan trabajador mi Daichi- San...- oh dios mio, las fuertes manos de Daichi estaban en su cintura. ¡Iba a explotar! Y mejor antes de hacerlo, se separó lascivamente y volvió a mirar a la chica - humm... Espero que no le estés coqueteando a mi novio ¿bien? ahora si me disculpan, voy a reponer los postres en la vitrina, adiós chocolatito~...

Y la tipa se quedó pálida y callada, justo en su lugar como debía estar, lejos al alcance de Daichi. Con esto, se alejó, no antes de escuchar la despedida del castaño.

- Adiós bebé

-¡muack!


¡Ah! Iba a gritar, saltar, tirarse al ventanal, pellizcarse, cualquier cosa. Le había seguido el juego, no se había molestado cuando lo besaba, incluso le dio apodos amorosos también... Tan sinceros y llenos de cariño. Cuando se dio la vuelta para irse, no podía dejar de sonreír, sus mejillas ya estaban doliendo. ¡Eso había sido peligroso! Pero fue mejor de lo planeado. Al rato después vio como la chica se había ido.

Asi finalmente y más tranquilo, mientras tanto estaba en la bodega sacando nuevos sabores de helado del refrigerio, sin parar de sonreír, estaba bailando el baile de la victoria. Ya quería saber que pasara después de lo sucedido, porque al parecer dejó a un sorprendido Daichi.

"chocolatito blanco" no podía sacarse ese mote de su mente.







ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora