Purgatorio. Capítulos del 10 al 14

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10.  Corazón delator.

- Quiero que te quedes conmigo. Quiero que te quedes aquí conmigo- anuncié secándome las lágrimas del rostro-. Te necesito a mi lado. Yo no podría continuar existiendo si tú no estás junto a mí.

- Tu corazón te había delatado antes, ante mí, pero pensé que tú cerebro ganaría la contienda, que terminarías pidiéndome que me fuera y que jamás volviera a acercarme a ti- entonó en voz baja. En un paso se plantó delante de mis pies, alzó su mano izquierda y la posó sobre mi pecho, mi corazón retumbó sobre sus manos-. Tu corazón está tan vivo- me susurró.

Se me erizó el vello de la nuca.

Bajó su mano y tomó mi muñeca izquierda para alzarla hasta la altura de su corazón.

- Aquí no hay nada- susurró-. Todo está muerto.

Vicente dejó de respirar, lo hacía solamente para olfatear el aire, por lo cual, podía prescindir de ello. Cuando se quedó quieto, noté la extraña pasividad que moraba en su cuerpo. Todo en él estaba quieto, silencioso.

- Lo notas, ¿no es así?

Asentí con la cabeza. Nunca antes me lo había enseñado.

- Cuando entregué mi alma, lo perdí todo. Era poco lo que quedaba de mí por aquel entonces, pero eso poco era mío… era mi ser, mi esencia. Pasé ciento cincuenta años no siendo nada más que un cuerpo vacío. Pero te conocí a ti y fue como renacer. Sé que yo no tengo perdón de Dios por lo que he hecho y no entiendo porqué él te ha puesto en mi camino, es probable que no haya sido él, es probable que esta sea una trampa del Diablo para hundirme todavía más-. Inspiró una gran bocanada de aire y su pecho se hinchó. Sus parpados cayeron con suavidad-. Tu perfume- susurró. Abrió los ojos y me miró-. Retenerte a mi lado ha sido el peor de mis pecados y el mayor de los milagros. Todavía no comprendo cómo es que soy capaz de amarte tanto si no soy más que una cáscara hueca.

Vicente liberó mi muñeca dejando que mi mano trepase libre por su cuello hasta posarse en su mejilla. Lo acaricié y él volvió a cerrar los ojos.

- Voy a arder en el infierno por toda la eternidad- jadeó dejando que su cabeza cayese levemente hacia atrás-. Deberías dejarme- añadió en un hilo de voz al tiempo que mi meno derecha llegó hasta su fuerte cuello-. Deberías pedirme que me vaya ahora mismo-. Su voz fue tan baja y tenue que apenas si pude oír lo que decía.

- No pienso pedirte que te apartes de mí. Nunca podría hacer semejante cosa, tú y yo ya somos uno solo. Si tú mueres, yo muero, si tú vives, yo vivo-. Me estiré todo lo que pude. Enterré mis dedos en su cabello y él me agarró con una fuerza casi salvaje de la camisa. Escuché la tela crujir y rasgarse entre sus dedos. Los labios de Vicente chocaron contra los míos en un fuerte golpe que me dejó un gusto a sangre en la boca. Sus dedos se enterraron en la parte baja de mi espada. Se apretó tanto contra mí que creí que me aplastaría, pero no era capaz de detenerme, una pulsión obsesiva se apoderó de mí en cuanto sentí el calor de su cuerpo. Tenía la sensación de que mi cuerpo ya no era nada, que no significaban nada, en lo único que podía pensar era en besarlo, en respirar el aire que emanaba de su boca, en convertirme en parte de él. Como pude me hice espacio entre su cuerpo y el mío y tironeé de su saco; yo no pude hacer mucho, él me ayudó: se lo arrancó de un tirón soltándome por menos de una fracción de segundo. Sin duda poder moverse así de rápido tenía sus ventajas. A continuación arremetí con mis torpes dedos para soltar los botones de su camisa, Vicente hizo lo propio con la mía pero de un modo mucho más certero y eficaz, yo todavía peleaba con el cuello de su camisa cuando él terminó de soltar todos los botones de la mía.

Los contundentes labios de Vicente bajaron por mi cuello besándome. Creí que iba a perder la conciencia. Mi corazón estaba demasiado acelerado y me costaba respirar. Pronto me di cuenta de que lo que dificultaba mi respiración no eran sus besos sino una mano pesada y dura en la base de mi cuello que apretaba con desesperación.

"Purgatorio" (segunda parte de "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora