VIII

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JeongHan y Joshua caminaban junto a SeungCheol mientras le contaban todas las aventuras que pasaron cuando eran adolescentes. Desde su primera vez en una fiesta o citas con algún otro adolescente. 

—Debimos entender que ambos éramos demasiado gays como para querer intentar algo con alguna chica dijo entre risas el menor de los tres.

SeungCheol estaba fascinado por la forma en que JeongHan se desenvolvía estando con Joshua. Parecía ser un chico sin heridas, sin emociones mal planteadas. Parecía como si nunca hubiera sufrido. Parecía alguien nuevo... 

—Entonces SeokMin me invitó a salir. Pero ¿sabes? Aún no estoy listo para retomar una relación considerando que hace unos meses terminé con Mina.

SeungCheol casi se atraganta al escuchar a Joshua mencionar el nombre de su amiga. ¿Acaso ellos habían tenido algo y nunca se enteró? ¿Qué demonios? 

—¿Mina Myoui?—se atrevió a preguntar SeungCheol. Joshua palideció ante su pregunta y una risita nervios abandonó sus labios—. Ella es una de mis amigas...

JeongHan y Joshua casi se desmayan. Aquella información había sido demasiada. Ni siquiera sabían que probablemente Mina estuviera en su grupo de amigos. Todo parecía ser un lío entre ambos grupos. Además, ninguno de los dos sabía si decirle la verdad o no a SeungCheol.

—¿No te contó de mi?—preguntó Joshua, sintiéndose ligeramente dolido por no haber sido importante en la vida de Mina—. Bueno, no importa. Debió tener sus razones. 

—Suenas como un ex despechado—bromeó JeongHan—. ¿Irás a casa?

—Tengo que hacerlo. Debo ayudar a mi madre con algunas cosas de la veterinaria—comentó Joshua, estirando sus brazos a lo alto como si quisiera intentar alcanzar las estrellas—. Y debo prepararme para la universidad. 

JeongHan asintió y dejó que su mejor amigo se retirara. El rubio prefería mantenerse a lado del otro chico. No sabía si las cosas se tornarían raras por el simple hecho de que el tema de Mina salió a flote, pero en el fondo esperaba que los asuntos de su mejor amigo no afectara en lo que se supone tenía con SeungCheol. Continuaron caminando, disfrutando de la suave brisa de la primavera. El clima no era tan insoportable como el verano y aquello facilitaba las cosas al momento de querer continuar con su paseo nocturno. 

—Solo vives con tus tíos, ¿verdad?—se aventuró a preguntar, rozando su diestra con la zurda del rubio—. Y tu padre sigue en Seúl.

JeongHan asintió con tranquilidad, lo cual le tranquilizó también. No deseaba sonar como un entrometido. Aunque en el fondo lo estaba siendo. 

—Sí. Mi tía es hermana de mi mamá. Y ambos me vieron crecer siempre—dijo con cariño—. Siempre me cuidaban cuando mis padres salían o me dejaban estar en su hogar casi siempre.

—Seguramente eras su consentido—molestó el castaño, guiando al rubio al parque más cercano. Apenas eran las siete de la noche, así que habían niños, adolescentes y ancianos en aquel lugar. Incluso los animales se mantenían jugando y correteando por todo el lugar. Era una vista agradable. Tomaron asiento en una de las tantas bancas cerca a la fuente y disfrutaron mucho de la música que alguien tocaba cerca.

—Sigo siéndolo. Es que ellos no pudieron tener hijos y adoptar se hizo difícil—dijo con cierta pena el rubio, observando sus manos—. Cuando mamá murió, ellos hicieron lo imposible por llevarme con ellos. Aunque papá no quería, sabía que estando con él hubiera sido aún peor.

SeungCheol escuchaba maravillado como aquel bonito ángel contaba las cosas que había pasado en su vida. Incluso si era una parte pequeña de su vida, el castaño se sentía feliz de que el menor confiara en él para que le contara cosas así. Esperaba incluso subir de nivel en cuanto a los lazos que tenían se refería. 

—¿Te sentías solo? O sea, ya que no tienes hermanos... Tal vez debió ser frustrante para ti.

JeongHan sonrió. Sabía que SeungCheol se sentía curioso por la vida que llevaba tanto en Jinhae-gu como en Seúl. No sabía si era solamente curiosidad o si tenía que ver el interés, aunque en el fondo esperaba que el castaño tuviera un interés más allá del amistoso.

—Un poco, pero no estaba del todo solo. Joshua es mi amigo desde que tengo memoria, aunque su salida no hizo las cosas sencillas—JeongHan llamó a uno de los hombres que vendían algodones de azúcar—. Deme dos. ¿Qué sabor quieres, Cheol?

—Uno de mora.

—Perfecto. Yo deseo una de fresa—pidió el ángel, pagando.

—Ten, niño—habló el hombre mientras les entregaba los algodones de azúcar. Finalmente se alejó, dejando a ambos en su burbuja personal.

Mientras comían, hablaban de situaciones que rozaban lo random y también de lo sucedido sobre el accidente de NaYeon. Lo extraño de toda la situación, era que ambos se sentían perfectamente bien estando juntos, parecía que ambos estaban destinados a estar. JeongHan se atrevía a decir que lo conocía más que a Joshua. Era simplemente... raro.

Las horas avanzaban y el parque comenzó a quedarse vacío. Unos cuantos indigentes paseaban por los senderos del lugar, algunos adolescentes también comenzaban a irse, pero tanto SeungCheol como JeongHan no tenían intenciones de regresar a casa. La noche era perfecta y ninguno estaba listo para decir adiós. Tal vez la manera en que se miraban y sonreían confundía a más de uno, pues cuando algún joven se acercaba para pedirle el número a JeongHan, se alejaba al notar como SeungCheol se acercaba al rubio a susurrarle algo. Hasta las señoritas entendían que era en vano coquetearle a Yoon, pues era imposible hacerle competencia a Choi SeungCheol.

—Me gusta este lugar—aceptó JeongHan, guiando al castaño hasta la parte más alejada del parque—. Siempre venía a leer o a escribir aquí. No suelen molestar.

SeungCheol observó los árboles de cerezo sobre ellos y sonrió con ternura. Era un escenario digno de un drama. Le encantaba.
Se sentaron cerca al pequeño lago del lugar y retomaron su conversación sobre sus experiencias de amor y otras tonterías. El rubio se había recostado en las piernas del castaño, disfrutando del canto de los grillos. Hacia tiempo que no se había sentido de esa forma.

SeungCheol se encontraba del mismo modo: feliz y algo nervioso también, como si algo estuviera por suceder. El silencio les invadió de repente, al menos hasta que JeongHan comenzó a cantar en voz bajita, cautivando a su acompañante.

You and I—susurró. Choi reconoció la melodía al instante y deslizó sus dígitos a través de la cabellera dorada del menor para después cantar.

We can fly...

JeongHan volteó rápidamente. Sus pupilas se encontraban dilatadas y se sentó rápidamente.

—¿Te gusta IU?—SeungCheol asintió—. Es mi cantante favorita.

—La mía también—comentó entre risas el mayor—. Tiene una voz preciosa... ¿Piensas ir a su concierto?

—No tengo el dinero suficiente, pero la recibiré en el aeropuerto—intentó animarse el ángel, desviando la mirada—. Es la tercera vez que no podré ir.

SeungCheol tomó su mentón e hizo que volteara a verlo. Sus ojos se encontraron y tomó aire para poder hablar.

—Yo tengo un boleto libre... Tal vez quieras venir conmigo.

—Cheol, no es necesario.

—Para que no te sientas culpable, me puedes devolver el dinero después, ¿te parece?—JeongHan lo dudó, pero finalmente aceptó—. Además, es IU. Tienes que verla definitivamente.

El ángel rio suavemente ante ello, al menos hasta que notó que SeungCheol le seguía observando, o bueno, a sus labios. Tragó saliva y simplemente cerró los ojos cuando el castaño se acercó hasta él. Fue una eternidad para Yoon, pues nunca supo en que momento sus bocas se encontrarían. Pero cuando sucedió, quiso largarse a llorar.

Ese beso no solamente era suave y hermoso, sino también existía para lastimar.

Y ambos no tenían idea sobre lo que podría pasar.

Incluso si las estrellas batallaban por ayudarlos, solo el destino decidiría su camino.

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Flower Festival • JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora