La figura del imponente Zeus descansa sobre una cama elegante, con un aura mágica transparente, con leve tono amarillento, cubriéndolo, dando la impresión de ser una especie de capsula, parecida a las que los seres humanos crearan dentro de algunos milenios.
Allí, el rey del Olimpo se recupera, totalmente ageno a su situación. De un momento a otro, sus ojos se abren con pereza, adaptándose a la luz que lo acaricia. Pero tras unos segundos, la deidad se da cuenta de su posición, destruyendo el aura que lo rodea de un golpe y levantándose de un salto, estando preparado para la batalla. Sus ojos no tardan en notar que se encuentra en una habitación pequeña, completamente dorada donde su única compañía es la cama en la que despertó.
Sin bajar la guardia, abre la puerta con algo de violencia, arrancándola con facilidad para arrojarla dentro del cuarto. Al salir, se toma de frente con una hermosa mujer.
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- Veo que has despertado- habla con una dulce voz la fémina. Zeus queda maravillado con su belleza unos segundos, pero controla sus impulsos para hablar con un tono autoritario, aunque no amenazante.
- ¿Donde estoy? ¿Quién eres tu?-
- Soy Eir, diosa de la medicina y tu te encuentras en Asgard, dentro del palacio de Odín- le comunica con toda tranquilidad.
- ¿Acaso piensa tenerme de prisionero?- pregunta el dios, dejando que la electricidad recorra su cuerpo.
- Para nada, tu batalla contra mi rey dejo en muy mal estado a ambos. Frigg atendió a su esposo y me encomendó sanarte a ti-
- No es posible que mis heridas hayan sanado tan rápido- menciona sin pensarlo mucho, dejando de lado su ego.
- No lo hicieron, has estado en reposo por casi una semana- eso alarmo un poco al dios.
- ¡¿Donde esta mi familia?!- pregunta con verdadera preocupación.
- Todos están bien, ningún dios murió en la batalla, pero no puedo decir lo mismo de tus guerreros- dijo un tanto apenada, pero a Zeus esto no le importo.
- Eso no es lo que te pregunte-
- Tras la lucha, la mayoría regresaron a su hogar, solo tu y tres de tus hijos permanecen aquí, y es por su propia voluntad-
- Quiero verlos-
- Y lo harás, pero antes tienes una audiencia con el padre de todo-
- No tengo que hacer nada por él- el griego da la espalda a la Aesir, pero antes de dar el segundo paso, una barrera mágica se forma frente a el, impidiéndole el paso.
- El exigió tu presencia-
- No me asustas niña- le dice con tono burlesco, pero la expresión en el rostro de la fémina cambia, a uno mucho más serio.
- No es a mi a quien debes temer- tras escuchar eso, imágenes del rey Aesir aparecen en la mente de Zeus, recordandole su batalla y la derrota frente a el. Eir noto la aceptación en el rostro de Zeus y simplemente extendió su brazo derecho para indicarle que siguiera el pasillo. El rey del Olimpo camino por el dorado pasillo, hasta llegar a una gran puerta, que se abrió de par en par ante su presencia. Adentro, se encontraba Odín, sentado en su trono con Jupiter posada en su brazo, a quien estaba acariciando con el dedo.