Caer en las Profundidades

Capitulo 8

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Caer en las profundidades

CAPÍTULO 8:

Kazari miró por la ventana y vio un dirigible que vagaba perezosamente por el cielo azul de la mañana. Anunciaba el clima de la semana. Una imagen de un sol amarillo brillante apareció en la pantalla junto a la fecha de hoy, lo que indica un buen tiempo durante todo el día.

Un profundo anhelo hervía a fuego lento dentro de ella, y deseaba poder salir y caminar por las calles de la ciudad nuevamente con sus propias dos piernas. Si bien los médicos permitían que la llevaran al balcón todos los días para recibir su dosis diaria de aire fresco, ella quería poder deambular libremente cuando y donde quisiera. Echaba de menos su independencia; ir a la escuela, salir con amigos y ayudar con el trabajo de Judgement. El hospital se convirtió rápidamente en un lugar aburrido y ella solo quería irse y recuperar la rutina que recordaba.

Aunque le habían dicho que estuvo inconsciente durante un año y siete meses, Kazari sintió como si no hubiera pasado el tiempo. La única evidencia que tenía de la gran brecha en su vida eran sus músculos atrofiados. Además, estaba esa sensación persistente y desagradable de haber sido dejado atrás cuando era niño mientras todos los demás habían crecido.

Exhaló un leve suspiro y tiró de la manta para que se ajustara cómodamente debajo de su barbilla. Ella miró hacia el techo blanco liso. Tanta gente ya había venido a visitarla desde que se había despertado, para desearle una pronta recuperación: amigos de la escuela y otras personas que conocía del trabajo en la ciudad. Kazari estaba realmente agradecido, pero la mayoría de estas visitas se convirtieron en un torbellino en una tormenta de sentimientos confusos. Sus palabras la hicieron darse cuenta de lo que se había perdido sin darse cuenta y cuánto había cambiado en realidad. La realidad era surrealista y, a veces, se preguntaba si se había despertado con un sueño.

Saten-san y Shirai-san fueron los únicos que realmente la castigaron. Kazari sonrió suavemente para sí misma ante el cálido pensamiento. Especialmente Saten-san, tenía esta forma mágica de desafiar las imposibilidades y convertirlas en realidad. Ella le infundió fe y renovó la esperanza, y estaba sumamente agradecida por su leal amiga que continuó a su lado y la apoyó en esta mala racha de la vida.

Sin embargo, había un miembro de su grupo que Kazari extrañaba desesperadamente. La sonrisa en sus labios se desvaneció en un ceño sombrío al pensar en Misaka-san. A pesar de lo que le había asegurado la niña mayor, no había vuelto a verla después de esa noche. Su recuerdo de su intercambio era, en el mejor de los casos, confuso, pero Kazari pensó que podía recordar la mayor parte de lo que había dicho su amiga. Le molestaba que no supiera lo que estaba pasando. Definitivamente, algo andaba mal y la hacía sentir incómoda. El hecho de que Saten-san y Shirai-san siguieran evitando el tema solo lo empeoraba. No se tragó la explicación de Saten-san de que Misaka-san tenía novio. Por supuesto que no era imposible; Misaka-san era una joven muy talentosa, atractiva y admirable.

Aún así, algo estaba mal en toda la situación. Misaka-san había dicho que las cosas habían cambiado, y Kazari tenía la sospecha de que no era para mejor. La forma en que Misaka-san le había pedido que no le contara a nadie sobre su visita; la forma en que sus otros amigos evitaban el tema de Misaka-san como una plaga ... Todos eran signos reveladores de que ella tenía razón en su suposición.

Kazari infló las mejillas y exhaló frustrada. Ella quiere saber; quería confrontar a Saten-san y Shirai-san sobre este enigma. Pero al mismo tiempo, ella no quería. De alguna manera extraña, que quería de ellos para contar su primer sondeo sin ella. A Kazari le consternó saber que sus amigos cercanos le estaban ocultando cosas. ¿Estaban siquiera planeando informarle alguna vez de lo que había sucedido?