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Jiang Cheng estaba simplemente abrumado. Por mas que intentaba poner su atención a sus demás deberes o inclusive si quería intentar descansar no había manera de que el mentado asunto de su decisión matrimonial se saliera de su cabeza. Y es que si era sincero consigo mismo no encontraba manera de solucionarlo.

Su secta era todo para él, su casa, el legado de su familia, el lugar y las personas en las que había invertido su sudor, sangre y lágrimas. No iba a dejarlos. Por otro lado ¿acaso no había sido algo similar para Xichen? En aquella horrible guerra él también había tenido que enterrar un padre y reconstruir una secta arrasada por el fuego, y después de eso había perdido tanto. Un hermano sumido en el sufrimiento, esos horribles ancianos presionándolo y sus "hermanos jurados" enloquecidos y perdidos uno por uno.

Si bien había prometido pensar en sus propias ventajas y desventajas, ¿acaso no debía también tomar en cuenta la vida de su futuro esposo?, el hombre con quien deseaba compartir todo...

O no compartir nada

¡no! No pensaba ceder ante la opción de simplemente vivir separados, no podría... no se lo perdonaría.

No soportaba esa imagen que lo atormentaba en pesadillas, la visión de Xichen sumergido en el Hanshi, en silencio, cansado, condenado a escasas horas de felicidad cuando "pudieran verse".

Era exactamente el enojo y la impotencia que le daba esa escena la que había desencadenado todo eso... esa frustración era la culpable del nuevo dolor de cabeza que ahora lo agobiaba.

WanYin abrió los ojos y sacudió su mente, se regañó a si mismo por el aspecto tan deplorable que estaba dando y ese arranque de debilidad que lo tenia sumido en el mas puro sufrimiento. Respiro hondo y se incorporó del piso volviendo a sentarse frente a su escritorio mirando fijamente los papeles que había ahí extendidos, pero su mirada se detuvo en aquel pequeño detalle que adornaba elegantemente su mesa, ese exquisito incensario con forma de loto realizado en la mas fina porcelana, regalo del primer jade cuando habían comenzado a salir.

- Soy un imbécil –

Se dijo mientras una sonrisa cansada se formaba en sus labios, su mente seguía siendo un lío, pero ¡diablos! Él era el líder de Yummeng Jiang, ¿acaso su lema no era "Intentar lo imposible"? el era quien mas debía poder llevarlo a cabo, no obstante, sentía que jamás había sido realmente bueno en ello. Si alguien era un verdadero y digno representante de aquellas palabras era Wei Wuxian...

"Wei Ying"

Pensar en el aun dolía, era una sensación agridulce. Ahora que sabia toda la verdad había entendido mucho sin embargo había situaciones que aún lo herían y sabía que él también podía lastimar al ahora habitante de receso de las nubes, sin embargo, podía decir que su relación iba sanando.

Oh, pero Wei Ying sí que había logrado lo imposible, fuera del hecho de revivir y todo aquel numerito. El maldito había tenido el atrevimiento de enamorar perdidamente al mas fiel y recto discípulo de Gusu Lan y tenido las agallas de irse a vivir con él a aquel lugar tan estricto y lleno de reglas, todo esto sin dejar de ser el mismo descarado y sinvergüenza de toda la vida. Inclusive se habían casado por todas las de la ley. Había que admitir que era verdaderamente sorprendente y que lo admiraba....

Lo admiraba por ser fiel a si mismo, a su corazón, por luchar para lograr sus objetivos por mas descabellados que fueran, aun cuando el mismo pensó que eran simples ridiculeces.

Y ahora lo envidiaba.

Ya comprendía que no podía culpar a su "hermano" por todas las locuras que había hecho pues ahora sabia lo que el amor podía causar y lo que te podía obligar a hacer.

Entre los Lotos  [XiCheng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora