Capítulo 3 - My oh My

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Atención: A partir de este capítulo pueden ir haciendo su playlist de 1460NER o 1460 Noches en Roma, todos los títulos de este y los siguientes capítulos son canciones y les pondré los videos de las respectivas canciones aquí arribita, disfruten ese regalito. 


My oh my.

De forma increíble Santi rompe a reír en medio restaurante haciendo que varios comensales lleven su vista a donde él se encuentra. Se levanta de su mesa y se acerca hacia donde me encuentro, le hace señas a un maître y este se acerca con una silla para ponerla frente a mí al otro lado de la mesa.

Éste sí es pasado ¿quién le dio permiso?

-Espero no te moleste que compartamos mesa, la verdad es que detesto comer solo. –se encoge de hombros, como si esa simple explicación fuera más que suficiente.- pero a veces es lo que toca.

-La verdad es que hubiese preferido que me preguntaras antes de simplemente tomarte la libertad. –contesto.

-Y la verdad yo aprecio mucho lo sincera que eres así que yo lo seré contigo –se inclina un poco en la mesa, haciendo que yo también me incline porque parece que lo que va a compartir es un chisme fresco y bueno ¿a quién no le interesa un buen chismorreo a veces? Él susurra.- la verdad es que ando un poco colocado. –se ríe como si fuera muy gracioso.- créeme, esa no fue mi intención,en el lugar que estaba se llenó de humo muy rápido gracias a los fumadores, creí que solo eran cigarrillos pero resultó ser hierba.

-¿y crees que eso es muy divertido? –pregunto. Estoy un poco mosqueada porque quería un tiempo a solas, pero la historia de este tipo es entretenida ¿o simplemente me le estoy revelando a Gio?

En eso llega el mesero a NUESTRA mesa.

-¿Desean ordenar ahora? –pregunta sin inmutarse que en una mesa para una persona se encuentren dos. Decido no prestarle atención ya que en este momento lo que verdaderamente importa es mi hambre atroz.

-Como sea. –Suspiro y prosigo.- Quiero una pasta cuatro quesos y una copa de su mejor vino rosado, lo dejo a su elección, gracias.

Me podré permitir una copa, me lo merezco y con una comida nunca se niega.

-Perfecto, no la defraudaremos con la elección. Usted caballero ¿Qué desea? –yo tipo ¿really nigga?

Dijiste que no te ibas a prestarle atención.

Ya sé, cállate

¿Sabes que te estás mandando a callar tu misma?

No, porque yo no pienso las mismas estupideces que tú.

No, solo hablas tú sola contigo misma.

...

Dah, adiós.

-Pasa lo de la mesa 12 a esta por favor, y cambie la copa por una botella de vino rosa, igualmente a su elección, y agrega dos copas. –lo dice como si tuviera todo memorizado, que horrible. Espera ¿dijo botella?

-En seguida señor.

Aturdida no he podido remediar lo que ha dicho. No me puedo permitir una botella en un restaurante, del mercado sí claramente porque nunca debe faltar en mi casa pero, no. No me la puedo permitir, aquí deben ser horriblemente caras. Además no me voy a embriagar con el señor ando colocado por inhalar humo de los demás no, me niego.

-No pienso pagar una botella entera ¿es que acaso eres idiota? –estoy rabiando, me está cambiando todos mis planes de relajarme una tarde.

-¿Me hace un idiota invitarte a un almuerzo? –pregunta él de lo más relajado. Apoya los codos en la mesa y luego coloca su barbilla entre sus manos, sus ojos oscuros están dilatados y brillan, seguramente por el colocón, se ven divertidos y sus labios intentan no alargarse en lo que ya es una pequeña sonrisa. La verdad luce adorable.

Urgh, amiga no usamos esas palabras.

Cállate pues.

Digo, no soy una perra insensible, pero apenas conozco a este tipo y ya lo veo ¿adorable? Sí, no lo creo. No puedo evitar que mis ojos se deleiten con tal espécimen, la verdad Santi está muy bien físicamente, eso no se le puede negar.

-Tierra llamando a Lady. –Sacude su mano muy cerca de mi cara haciendo que la aparte de un manotazo. Él ríe y yo lo imito porque la verdad es que ha sido un buen momento. Pude liberar algo de tensión.

-Entonces. –prosigue él.- ¿me hace un idiota que te invite el almuerzo?

-No, es decir, apenas nos conocemos y realmente no es que hayamos sido muy amigables ¿sabes? Yo te llamé cabrón y –me encojo de hombros, como disculpándome, sin disculparme la verdad.- bueno, tú te comportaste como tal.

-¿Y no te parece esta una buena manera de comenzar?

-¿Comenzar qué? –pregunto cuidadosamente, éste no me va a engañar.

-Comenzar una nueva amistad, conocernos mejor ya sabes. –Se ríe, haciendo que sus ojos se vuelvan chiquitos y sus blancos perfectos dientes brillen. Joder, que hermoso es este hombre.

-Me alegro divertirte.

-Gracias, pero ya en serio. ¿Por qué las mujeres se ponen tan a la defensiva? –pregunta muy interesado.

-Podríamos crear un debate aquí y ahora, pero no quiero después tener que tirarte mi pasta cuatro quesos encima porque te molestan las cosas que dije y que de paso son ciertas. –alzo mi ceja, la verdad es que amo debatir, más cuando tengo un conocimiento bastante avanzado de lo que voy a hablar, como debería tenerlo todo el mundo antes de abrir la boca. Lo siento, me alteré.

-No te molestes, créeme soy un activista del movimiento en nombre de la mujer, pero es la primera vez que me pasa lo de la agresividad con una, mis amigos ya me habían contado sobre eso, pero nada que ver, hasta ahora. –se ve realmente impresionado, como si las mujeres que están "a la defensiva" fueran un completo mito inventado por otros hombres.

-Me alegro de ser la primera, bien si vamos a hacer esto, lo del almuerzo, permíteme que yo invite entonces el postre. –Soy consciente de que implica pasar gran parte de la tarde juntos, pero ¿cómo le voy a negar la posibilidad de conocernos a este hombre? ¿Ah?

-Hecho nena.

-Y no me digas nena. –quién sabe a quién más llamará así.

-Hecho Lady.

-Entonces es un placer conocerte Santi. –le tiendo la mano por encima de la mesa.

-Discúlpame Lady, pero el placer es enteramente mío. –él toma mi mano por encima de la mesa y coloca un beso en ella, sin apartar sus oscura y brillante mirada de la mía. Las reacciones al contacto piel-labios son instantáneas, la piel entera de mi brazo derecho se eriza completa y divino sea el momento en la mañana en el que decidí vestirme con mi camisa rosa de manga larga. Lo que no puede tapar es el pequeño temblor de mi brazo, cosa que él nota por su pequeña sonrisa comemierda.

¡Cazzo!

¿Desde cuándo eres tan grosera?

¡Somos!

¡Bien, de acuerdo!

-Aquí tienen su orden, pasta cuatro quesos por aquí. –Deposita mi plato y de pronto mi olvidada hambre aparece.- Y una sopa de cruce para el caballero. Este es el vino señor. –el muy amable camarero le muestra la botella elegida y el asiente en aprobación.

-Perfecto. Muchas gracias.

Siento que esto es todo menos perfecto, pero tampoco diré que está mal. Solo... veamos qué pasa.


Hola! Es un capítulo bastante corto pero necesario, recuerden, aquí empieza el playlist.

 Besitos con gloss, Grex.

*My oh my -Camila Cabello. 

1460 Noches en RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora