Capítulo 21 - Pasado, presente, e incertidumbre

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-Sabes perfectamente que estoy bien, ¿Acaso no se me nota? -Dijo risueño Miguel a Riley-.

Los chicos se encontraban en el dormitorio de Miguel, quien se encontraba empacando la poca ropa que tenía, sus armas, y un reloj de bolsillo que aún funcionaba, importante para él porque se lo dieron en una de las tantas comunidades en las que el grupo estuvo mucho tiempo atrás. Guardaba todo en una maleta negra que lo acompañaba a él desde hacía mucho, en estado de deterioro, pero aún funcional. No se podían dar el lujo de ir a comprar cosas a la tienda.

-Claro que lo noto. Pero también noto en ti algo que está más o menos enterrado que guarda dolor y rencor. -Decía la chica, parada en la puerta, de brazos cruzados, hablando con un tono dulce y a la vez estresada al ver que Miguel no cedía-.

-¿Te mentiría? -Cuestionó Miguel, mirándola ahora a ella, quien no respondió a la pregunta-. Eres mi mejor amiga, a ti te cuento todo, así que no, en mí no hay ni dolor ni rencor. -Concluyó él, al mismo tiempo que cerraba por fin la maleta con sus pertenencias-.

-Salimos cuando el sol esté en lo más alto. Nos vamos a ver afuera, en la entrada A, donde están los autos. Te veo entonces ahí. -Anunció para finalizar la chica, soltando sus brazos, y saliendo de la habitación del chico-.

Habían pasado ya 5 semanas desde que Laura terminó con Miguel. Y sí, como era de esperar, estuvo con bajones de ánimo durante 2 de estas, pero supo que las cosas debían de ser así por alguna razón. Ahora se sentía más libre que antes, incluso más seguro de sí mismo. Se sentía en capacidad mental de acabar con cuanto infectado o Z se le atravesara. Le costó lágrimas llegar a ése punto, pero él sabía que ahora las cosas mejorarían. Era un nuevo renacer en el apocalipsis, más concretamente en su vida sentimental, lo cual no significaba que quisiera o tuviera ganas de estar metido en otra relación.

-Sabes que fue mi culpa, ¿No? -Aseguró Nicholas, mientras se colgaba su maleta en el hombro, dirigiéndose a su hermano Derek, quien estaba a punto de salir por última vez de su dormitorio-.

-No sirve de nada sentirte así... -Manifestó Derek-, eso no le va a devolver la vida a Briana.

-Carajo Derek, en esos momentos mientras agonizaba pensé que hubiera sido mejor quitarle la vida por mi cuenta... no hubiera sufrido tanto. -Expresó con dolor y culpa Nicholas-.

-Sí, sí, síguete repitiendo eso hasta que Briana reviva... ése cuento de que era mi vida o la de ella es una mierda. Sabías que si le contabas a alguien, ése imbécil no hubiera vivido, pero no, escogiste ser cobarde.

Nicholas tan sólo lo miraba con ojos de tristeza y más culpa. -No lo entiendes, y no lo harás si después de varias semanas no lo has hecho. ¿Sabes qué hermanito?, vete a la mierda. -Finalizó él, enojado más consigo mismo que con su hermano-. Déjame solo como siempre lo hiciste. -Murmuró para sí-.

Estos dos eran ya los últimos dentro del lugar. Los otros chicos se encontraban subidos en los autos. Su destino era totalmente, o bueno, más bien parcialmente indefinido. Debían de ir al norte, y ya se habían tardado en irse. La horda avanzaba a una velocidad más rápida de lo normal. Daniel días atrás, exactamente 2 días antes de ellos partir, se dio cuenta de nuevo sobre la ubicación de la horda. Se encontraban ya rodeando Colombus, así que estarían pasando por Milledgeville en más o menos un par de horas, teniendo en cuenta que los Z no caminaban a igual velocidad que los humanos.

-¿Estás bien? -Consultó Riley a Daniel, quien se encontraba aparentemente desanimado por la partida-.

-Es sólo que este fue mi hogar casi desde el inicio de todo esto, y, no creas que es fácil dejarlo a causas tan... -Afirmó él desanimado-, tú sabes.

The Infection II: En busca de un finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora