Planes

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Tener todo en la vida siempre tenía un costo, un costo muy caro que exactamente ella pagaría.

Pensaba en su futuro y el desear ser libre, ser solo ella, Momo no la gran heredera de un empresario, no quería tener que sonreír frente a cámaras del brazo de un hombre que obviamente la usaría para bien propio, en un matrimonio donde tendrá que fingir ser la perfecta esposa para complacer a su marido, ser la perfecta madre a quien engañaran con su secretaria.

No, ella no quería esa vida, quería ser libre, poder estudiar una carrera en lugar de saber modales.

Pero el destino tenía preparado lo contrario y todo lo anunciaba aquél chico de cabello bicolor, que llegó a su vida sin que ella quisiera y que estaría a su servicio, bien podría despedirlo pero sabía que su padre no lo tomaría bien, fingió frente a él una sonrisa amarga que cayó cuando entró en su habitación.

Cayó de espalda contra su puerta mientras lágrimas se acumulaban en sus ojos, tal vez debería aceptar su destino pero no era lo que quería, sentía que había algo más en la vida que aparentar ser la perfecta señorita, al ponerse de pie limpio sus ojos con un fino pañuelo blanco que traía consigo siempre, camino a paso lento observando el retrato de su madre que murió cuando ella tenía diez años, recordó la forma en la que ella estaba llena de bondad y suspiro recordando sus amargos sueños que dijo dejar por su padre, camino a lo largo de su habitación suspirando con zozobra, entonces sus pensamientos fueron interrumpidos por el llamado a su puerta.

— Momo-sama, la señorita Kyoka esta aquí —anunció con respeto su sirvienta.

— Hazla pasar —dijo en respuesta con la cara más sería que tenía.

La sirvienta de nombre Uraraka noto el rostro de su ama, bajo la cabeza y se retiró asintiendo, y le abrió la puerta pocos segundos después a Kyoka Jirō, la mejor amiga de Momo hija de un músico famoso.

La de cabello azabache entró saludando con alegría pero vio en el rostro de su amiga la agonía que la quebraba poco a poco.

— Yaomomo, ¿que paso?.

— Mi padre ya trajo al mayordomo, eso significa que muy pronto me comprometerán.

— Nena, eso es horrible —se acercó mirándola con pena— lo lamento tanto, si tan solo dejaran que seleccionaras pareja serias...

— No —interrumpió ella— no lo sería, Kyoka yo sería más feliz siendo libre —aseguró con ojos aguados.

— Debe haber una solución —pensó sin decir nada más.

— No la hay, no hay nada que haga cambiar a mi padre —las lágrimas que contenía comenzaron a derramarse.

Jirō la observo con pena, no sabía que decir o hacer, ella si pudo elegir a su futuro esposo e incluso eligió la carrera que quería, amaba mucho a Kaminari Denki un joven heredero de compañias de electricidad, pero su amiga ya había negado que no quería enamorarse, si no su libertad, pensó con la cabeza fría mientras abrazaba a su tierna amiga de infancia, ella nunca había desobedecido a su padre y tal vez era momento que lo hiciera para demostrar que no la podría manejar.

Bingo, pensó ella con una sonrisa apartó a su amiga y con una sonrisa dijo.

— ¡Yaomomo! —grito eufórica— haz algo que desafíe a tu padre.

Momo la miro desconcertada, pensaba a que llegaría.

— Eso no le gustaría y no entiendo —no callo y se lo dijo.

— Me refiero a que mejor desobedecer lo, tu padre cree que te tiene en sus manos, siento ser sincera pero te ha controlado desde que eres una niña, hará lo que quiera con tu vida y eso no puedes permitirlo, haz algo que lo desafíe para demostrar que controlas tu vida —no negaba que tenía razón, pero no sabía que hacer exactamente.

— ¿Pero que? —pregunto con desesperación.

— No lo se, empieza por no obedecer lo más —ánimo su amiga.

— No lo se Kyoka, no lo creo una buena idea.

— ¡Ya se! —grito como niña— Enamora a tu mayordomo, o a otro que no sea de su círculo —aconsejó traviesa.

— ¿Eh? —artículo pensando, tal vez era una magnífica idea.

— ¿Como es el mayordomo? —cuestionó emocionada su amiga, ella se sonrojo.

— Es alto, joven y no se ¿guapo? —Jirō se río ante su osadía.

— Ya le echaste ojo, haz eso, dile que te gusta tu mayordomo que te irás con él si te compromete.

— Eso, eso le molestaría.

— Esa es idea.

— ¿No está mal?.

— Nop, es genial, le pagas así que te sirva para salirte con la tuya —sonrió emocionada.

— ¡Lo haré! —aceptó con timidez pero con decisión.

— ¡Yeih Yaomomo! —celebro ella.

Y he aquí un plan que saldría mal.

Mi señorita (TodoMomo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora