Haciendo memoria

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Ya era tarde, me encontraba en aprietos, no sabía qué hacer, mi problema era tan grande que me dejaba la mente en blanco, estaba en shock. Me dijeron que me había desmayado y poco a poco comencé a recordar lo que me había pasado.

Mis días comenzaban bien temprano, me levantaba con mi perrito Chelo, que era mi compañero de vida, les daba de comer a mis demás mascotas, las cuales la mayoría eran recogidas de la calle. Luego me iba a trabajar al jardín infantil, pasaba más tarde a la casa de mi madre, la cual vive a dos cuadras de mi casa en un callejón y finalmente en las noches estudiaba.

En la ciudad que vivía era bastante tranquila cuando llegue. Hace poco habían comenzado a pasar cosas extrañas, desaparecían niñas del colegio que está en frente del jardín en el que trabajaba.

Cuando desaparecían los jóvenes estos eran encontrados muertos al otro día y las chicas solamente desaparecían. Nadie sabía qué pasaba con esas niñas y lo peor es que tampoco hacían algo para averiguarlo, ni siquiera los oficiales, lo único que hicieron fue ocultarse y hacer como si nada pasara, estaban aterrorizados.

Todo estuvo así por un mes completo, desaparecieron en total 27 niñas y 15 niños hallados muertos.

Se puso peor cuando las niñas del jardín infantil comenzaron a desaparecer, una por una. Pasó una semana y hubieron 3 niñas perdidas, de tanta preocupación no podía estudiar en las noches, a penas dormía. Les tenía tanto cariño y conocía a toda la familia de cada uno de mis alumnos.

Una tarde saliendo del trabajo, Chalo me esperaba afuera como todos los días. Salí apurada porque iba tarde para llegar a la junta familiar en casa de mi madre, corrí con Chelo a mi lado hasta una esquina para esperar a cruzar y de repente veo a una de mis alumnas sentada sola en una banca.

Esa niña se llamaba Margaret, era mi pequeña florecilla, vivía solo con su madre, toda su familia había fallecido en un incendio el cual sucedió cuando su madre estaba embarazada de ella y logró salvarse porque ella actuó rápido y así escapo del terrible incendio, al salir se había desmayado y la habían tenido que operar para sacar a Margaret, ya que sus pulmones estaban intoxicados con humo y podría dañar a la bebe.

Margaret esperaba por su madre como todos los días, ella siempre era obediente y tímida, pero muy simpática y cariñosa. Yo solo la observe mientras esperaba por cruzar, un furgón con varios hombres se estaciono detrás de ella, supuse que eran trabajadores. Uno de ellos se bajó a comprar en un negocio cercano y cruce la calle, voltee a mirar, el hombre salió y se sentó junto a la niña, debía esperar nuevamente si me quería devolver, pero una anciana se me cruzo para pedirme indicaciones de una calle. Le preste toda mi atención y le di las indicaciones correctas, volví a mirar y Margaret ya no estaba sentada en la banca y tampoco el furgón estacionado. Busque en todas las direcciones con mi mirada pero no había rastro de ninguno. Lamentablemente pensé que su madre había llegado por ella.

Fui a la junta familiar y se me olvidaron todos los problemas, esa noche llegué completamente agotada y al otro día no debía trabajar así que podría dormir hasta la hora que quisiera.

Era mí día de ocio, una tarde bonita y tranquila, estaba sentada en el patio de mi casa, en el pasto jugando con Chelo. De repente se volteó y comenzó a ladrarle a un hombre desconocido que nos estaba mirando. Le digo desconocido porque no logré ver su rostro, tenía en su mano derecha un hacha, de la cual goteaba un líquido rojo, cosa que me pareció extraña y causó escalofríos por todo mi cuerpo.

Me dio mucho miedo de solo pensar que en un barrio tan tranquilo en donde vivía aquel hombre había sido capaz de dañar a alguien.

Me levanté para observarlo mejor y vi que detrás de él había un furgón con hombres, un furgón muy similar al que estaba estacionado detrás de Margaret, no supe qué hacer ni cómo reaccionar ante eso.

Me acerqué tratando de sentirme lo más tranquila posible para preguntarle si necesitaba algo. Me miró fijamente, sus ojos negros como la mismísima oscuridad, esa oscuridad tan negra que te hace sentir un miedo inmenso, tez blanca y alto, un hombre completamente intimidante, con su mera presencia ya sentía mi cuerpo temblar y la voz de mi cabeza gritarme que corra como nunca.

-¿Estás sola?- Pregunto con su voz grave luego de observarme unos minutos.

Le respondí que eso no era de su incumbencia, a lo que él me dijo que necesitaba hablar conmigo sobre mi madre. Ese día no la fui a visitar, la curiosidad y nervios me carcomían por dentro así que lo invité a pasar.

Le hizo señas a los demás y todos se bajaron del furgón, entre a mi casa junto a mi perro y los 6 hombres entraron detrás de mí. Al momento de que el ultimo entrara y cerrara la puerta tras de sí, mi respiración comenzó a fallarme, algo me gritaba que estaba mal, que fui estúpida.

De un momento a otro ya estaba amarrada con hombres tocándome y abusando de mí, Chelo no dejaba de ladrar e intentar defenderme, lo golpearon y no lo escuché más. Todo sucedió muy rápido, cuando terminaron me golpearon hasta caer en la inconciencia.

Desperté en la madrugada, estaba en un bosque, sentada, amarrada a un árbol. Comencé a levantar la mirada poco a poco, mis piernas estaban ensangrentadas y mi cuerpo dolía. Alrededor había tres niñas, también amarradas. Les hablé para preguntarles sobre lo que les había pasado y me contaron lo mismo que me habían hecho anteriormente. Me dio mucha pena saberlo, ya que eran muy pequeñas.

Tenía que pensar en algo, debía sacar a las niñas de ahí.

Luego de unas horas, aproximadamente, llegó el mismo hombre junto a otros dos. Pasaron observándonos y revisándonos. Uno de ellos se me acercó, se agacho en frente de mí, encendió un cigarrillo y expulsó el humo en mi rostro, rió y se paró para seguir. Al guardar su encendedor en el bolsillo se le callo y volteó a mirar por el ruido provocado, comencé a moverme y sollozar para confundirlo, me dio una cacheta obligándome a callar y quedarme quieta. Siguieron revisando y el más intimidante escogió a una de las niñas, la desataron y se la llevaron.

Cuando desaparecieron de mi vista comencé a revolver las hojas del suelo hasta encontrar el encendedor y acercarlo con mis pies al árbol, comencé a girar hasta que mis manos lo tocaron y queme la soga con la que me tenían atada.

Al ver el sol supe que ya eran medio día, termino de liberar a las niñas y comenzamos a correr como nunca, no sabíamos a dónde íbamos, solo queríamos escapar de aquella pesadilla y estar a salvo.

Luego de correr lo que supuse fueron horas porque estábamos muy cansadas, encontramos un arroyo, tomamos un poco de agua y nos mojamos para refrescarnos. Al percatarme de que una niña no se movía, solo miraba rio arriba. Miré al mismo lugar y era el cadáver de la niña que anteriormente estaba con nosotras, estaba desnuda a la orilla del agua desnuda con heridas muy grandes y por ende con mucha sangre. Me puse a vomitar y me desmayé.

Lo último que recuerdo es haber despertado en un campamento abandonado. Estaba en una cabaña empolvada, recostada sobre una cama. Me levanto sintiéndome mareada y un sabor amargo en mi boca. Me acerco asustada a la ventana más cerca y logro divisar a un hombre dándole de comer a las niñas. Me acerco a la puerta y antes de abrirla se me viene un dolor de cabeza terrible junto un mareo y me desmayo nuevamente.

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