La joven del parque

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Carolina estaba sentada en el pasto del parque como todos los días. Estaba tan metida en sus pensamientos que no sabía lo que sucedía a su alrededor.

Un muchacho la miraba desde lejos preguntándose quien era aquella linda muchacha de aura tan deprimente, ¿Qué era lo que la tenía así?, ¿sería correcto acercarse a ella? No lo sabía, su curiosidad quería empujarlo para que le hablara, por lo menos para pedirle la hora y así escuchar su voz.

Los pensamientos de la chica la abrumaban, se sentía ahogada, por dentro gritaba, pedía ayuda para que alguien la resguardara de lo que le sucedía. Suelta el tercer suspiro de la tarde mientras corta la punta del pasto, uno por uno los va contando para distraerse del caos que hay en su mente, pero no funciona.

El joven empuña sus manos y se para nervioso de la banca en la que se encontraba, quiere acercarse a ella, pero algo lo detiene y se vuelve a sentar frustrado, pasa una de sus manos por su cabello pensando en alguna excusa para hablarle a la desconocida.

Detrás de Carolina viene caminando un hombre furioso, va de traje, bien peinado, aparenta ser un gran empresario. Detiene su rápida caminata detrás de la joven, pone una mano en el delgado brazo de ella y hace que se ponga de pie con un solo tirón.

La chica no se asusta, permanece neutra a pesar del dolor que le causa y ha causado ese hombre. Él le susurra de manera agresiva que tiene que volver a casa y cumplir con sus deberes. La joven asiente en silencio sin observar los ojos del monstruo que permanece en frente de ella. La toma del mentón y la besa bruscamente "que no se te olvide que eres mi mujer", su voz suena amenazadora, aterradora al igual que sus negros ojos.

El muchacho desde lejos observa lo que sucede, pero no escucha nada, supone que esa linda muchacha esperaba a su elegante novio. Siendo así, se para de la banca y se retira del lugar.

La muchacha, sin percatarse de nada se deja llevar por el hombre, el hombre al cual fue vendida por su padre para la conveniencia de su familia.

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