Se habían conocido hacía menos de un año y no habían tardado ni dos semanas en besarse por primera vez. Hay veces que conoces a alguien y, simplemente, lo sabes, sabes que va a encajar contigo. Es lo que pensaron en aquel momento, no les había pasado nunca antes.
Empezó cuando Mia llevó a Marizza al estudio en el que estaba grabando Sobresalto, su primer disco. El mundillo de los estudios y la producción le llamaba desde que lo había descubierto. Mia le puso una maqueta y le explicó como, tomando eso como inicio, grababan de nuevo una y otra y otra vez, arreglaban la base y la volvían a arreglar, probando mil derivados de un mismo sonido. Llegó un punto en el que a Marizza le sonaban todos igual.
Se sentó en un sofá que había en la sala mientras su amiga seguía grabando y aprovechó para revisar sus notificaciones. Respondió a Luján que sí, que mañana quedarían para editar el corto que habían hecho para clase. Marizza sabía que su amiga iba a quejarse de su novio, pero aún así no lo iba a dejar.
Al acabar la hora tuvieron que irse, fuera estaba esperando un grupo de chicos de los cuáles Marizza sólo conocía a uno, Manuel, el novio de Mia. Se llevaba bien con él, lo aprobaba para su amiga completamente, además sería un marrón no soportar al novio de tu compañera de piso, y la verdad es que no sabía que habría sido de ella si Mia no la hubiera cuidado tanto cuando se mudó a Barcelona a estudiar. La pareja los presentó y Marizza les dio besos a todos, se quedó con sus nombres, Marcos, Pablo y Rocco, pero pasados cinco minutos ya no sabía cuál era cuál.
Las dos fueron al bar de enfrente y pidieron unas cañas mientras esperaban por Luna, que llegó a los diez minutos.
—Sigo sin entender porqué quedamos aquí y no en el sitio de siempre, ¿sabéis cuánto pesa todo esto? He tenido que ir de pie en el metro y eso en la línea que me lleva a casa desde el trabajo no me pasa —suspiró ante las caras de sus amigas—. Hola.
—Hola, Luna, ¿día estresante?
Asintió y pidió una caña a la camarera cuando se acercó a su mesa. Ya sentada les empezó a contar que la estaban presionando para acabar un proyecto y que si seguía así no iba a quedar bien.
—Es que he dibujado más de diez bocetos y todos son una mierda, yo no sé cómo me han contratado.
—Luna, respira, por dios —intentó calmarla Marizza, aquella escena no era la habitual, siempre era Luna la que ayudara a las otras dos—. Es viernes y hoy no te vas a preocupar por ningún diseño.
—Tienes razón, preciosa. ¿Qué tal las clases?
—Pues sinceramente he escogido unas optativas de mierda porque en realidad no me importa nada la producción de videojuegos, pero al menos dicen que la aprueba todo el mundo así que —se encogió de hombros— es lo que hay.
—¿Te gustó estar en el estudio?
—Me encantó, Mia, ¿ves? La producción de sonido es mucho más interesante, aunque lo que más me llama es la televisión.
Hablaron un poco más de sus días y Luna volvió a su primera duda.
—¿Por qué estamos tomando algo aquí y no en el bar de enfrente de casa? ¿Porque no queríais moveros hasta allí desde el estudio? Total tendremos que volver a casa igualmente.
—Por Manuel, ¿no, Mia?
—Sí.. Pero también porque... Bueno... Es que me insistió en hacer de Celestina.
—¡¡Mia!! —se quejaron las otras al unísono.
—Perdón, perdón. Es que uno de su banda lo ha dejado hace nada con su ex y está bastante destrozado y hay otro también soltero... Yo qué sé, me convenció Manu y tampoco me pareció mala idea.
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dos segundos | Pablizza
RomanceCuando se conocen la conexión es automática y no enamorarse resulta imposible. ¿Podrán superar todo lo que se les ponga por delante.