Capitulo Primero.

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Eliza no podía creer que realmente se encontrase en una subasta de esa índole. A pesar de su corta edad, creía haberlo visto todo, pero si no fuera porque se encontraba atascada en mitad de aquella sala, jamás hubiese dado crédito a lo que veían sus ojos.

La primera vez que Henry le habló del tema, Eliza se mostró un tanto escéptica. Dijo que aquellas subastas sucedían una vez cada mucho tiempo, pero a veces (por no decir siempre) su contable no era de fiar, especialmente cuando no estaban tratando temas de trabajo.

Su contable era un fantasioso, de esa clase de persona que percibía la realidad de una manera muy peculiar, muy distinta y distante a la forma en que Eliza percibía las cosas, y lo más importante, conocía mejor que nadie su pasatiempo, su hobby, uno que ocultaba en mayor parte a su familia, razón por la que la rubia creyó que, una vez más, solo estaba tomándole el pelo.

Pero a los dos días, la sorprendió entregándole una tarjeta en la que figuraba una dirección, un día, una hora, un número -el número 10- y un teléfono de contacto.

"Si te animas... confirma tu asistencia... no tendrás otra oportunidad..." Le dijo con tanta seriedad que la rubia empezó a sospechar que no bromeaba.

Eliza entonces solo hizo una mueca y dejó aquella tarjeta en el cajón de la mesa de escritorio de su despacho y no pensó más en ello hasta que, dos días más tarde, volvió a abrir el cajón y encontró aquella tarjeta dentro.

En aquel momento, a pesar de su negativa inicial, su estado de ánimo y su pesadez mental tras un horrible día de trabajo, la hicieron coger la invitación y salir de su despacho, confirmando su asistencia de camino a su destino.

Mostró su identificación al personal de seguridad de la entrada, y el camarero de sala la acompañó hasta la mesa número diez, tal y como figuraba en su tarjeta.

Se sentó con decisión y miró a su alrededor, no reconociendo a nadie, lo que en parte fue un gran alivio. Sin embargo, había más gente de lo que jamás hubiese esperado, detalle que la puso un tanto tensa y la hizo dudar se si debía quedarse o marcharse antes de que alguien la reconociera.

Aunque no le gustase la idea, no dejaba de ser un personaje público e importante, gracias a que en los últimos años había aparecido ocupando un lugar dentro de los diez primeros puestos del ranking de las mayores fortunas personales del mundo, según la revista Forbes, lo que había hecho que su imagen no pasara desapercibida para la prensa o los indeseables que trataban de chantajearla.


Y aunque era consciente de que pocas cosas harían que su imperio se desmoronase, Eliza siempre había llevado una vida ejemplar y había mantenido un perfil bajo a pesar de ser una de las diez mujeres más ricas del mundo; no solo por ella sino por respecto a su familia; y era así como le gustaría que siguiera siendo.


Era la primera que llegaba a trabajar y la última que se marchaba. No faltaba nunca y rara vez se tomaba un tiempo para sí misma; salía lo justo y estrictamente necesario más allá de las salidas por asuntos oficiales y cuando le apetecía beber y relajarse lo hacía en casa, con Thomas, su hermano mayor, Bob, amigo de ambos de la infancia y Jessica, su asistente personal y amiga.

Colaboraba con numerosas ONGs además de ser la fundadora de alguna de ellas y ofrecía la mayor oferta de empleo privado en el mundo con más de dos millones de empleados a su cargo.





Sin embargo, allí estaba, a pesar de que aquella subasta pudiera ser una de las pocas cosas que pondrían en tela de juicio su integridad como persona, la moralidad o la ética con la que actuaba y por lo que no dudarían tacharla de "excéntrica ricachona".




Causa y efecto[[[Elycia AU]]]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang