Capítulo Quinto

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***


Cuando la puerta se cerró, Alycia miró a su alrededor, apreciando el espacio vacío. Estaba sola en aquella gran casa, pero, sin embargo, esa soledad no la inquietó, como la había inquietado en alguna que otra ocasión.

Siguió el olor del café, hasta la cocina de diseño abierto, y se sirvió una taza, tras rebuscar en algunas de las taquillas, hasta que logró encontrarlas, perfectamente clasificadas por colores y tamaños; organización que llamó gratamente su atención.

¿Era Eliza tan meticulosa con todo?

Se sentó en uno de los taburetes de la isla y volvió a mirar a su alrededor, sujetando  la taza caliente con ambas manos.

Un fuerte sentimiento invadió su pecho. Por extraño que pareciera, Alycia sintió que estaba donde quería. De alguna manera, fue como si todo el camino que había recorrido a lo largo de su vida la llevase, directa e inevitablemente, hasta donde se encontraba ahora.

No pudo contener una tímida sonrisa, ni evitar ruborizarse, al recordar lo sucedido la noche anterior. Nunca había estado con nadie tan íntimamente como lo había estado con ella y aunque debería haberse sentido raro o incómodo, la realidad había sido que Eliza había conseguido que se sintiera natural; sus manos, sus labios, sus besos, como algo que su cuerpo había estado esperando o necesitando desde siempre o incluso que había estado echando de menos.

Se distrajo durante minutos con ese pensamiento, bailando con cada sensación mientras bebía el exquisito café, imaginando que el filo de esa suave taza de porcelana eran los labios de la rubia, su piel, hasta que su teléfono vibró en el bolsillo trasero de su pantalón.

Una alarma.

Su recordatorio diario.

Se apresuró en ponerse en marcha y marcó el número de nueve dígitos en la pantalla. Esperó pacientemente, hasta que escuchó la voz al otro lado.

Beckett...

—Soy yo... tengo el dinero...

Hubo un silencio de apenas unos segundos. Beckett bajó los pies de la mesa de su despacho en la que se apoyaba y se acomodó con sus codos apoyados donde mismo había tenido sus pies.

Le hizo un gesto a Expósito y a Bryan llamando su atención.

No tuvo que decir nada más para que sus colegas rastrearan la llamada y comprobaran varios datos en las pantallas de sus ordenadores.

—¿Puedo preguntar cómo lo consiguió?

—¿Es... relevante...?

—Por supuesto... necesito saber que es dinero limpio... no me implicaré de otra manera...

Alycia dudó un segundo.

¿Era ilegal lo que hacía?

La prostitución libre era una situación que se encontraba dentro de la alegalidad; no era legal del todo, pero tampoco era ilegal; siempre y cuando quien la ejerciera lo hiciera en su propio beneficio, sin coacción y evitando hacerlo en zonas públicas y en todo caso, había aceptado formar parte de la subasta  bajo el título de "chica de compañía", lo que distaba mucho, aparentemente, del término "prostituta".

Causa y efecto[[[Elycia AU]]]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang