Primera Parte

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La "Celebración de Luna Nueva".

O como YeoSang lo veía, "La Barbarie de Luna Nueva".

Cada año a finales de agosto, durante Luna Nueva, se llevaba a cabo la dichosa celebración donde todos los jóvenes de la manada con diecinueve años cumplidos, eran sus principales participantes. Por un lado estaban los alfas y betas, hombres que habían sido alejados de sus familias a la tierna edad de ocho años para recibir un arduo entrenamiento en los Barracones hasta regresar once años después como fuertes guerreros y demostrar a la manada, por un día, todas las habilidades que adquirieron.

La demostración siendo nada más ni nada menos que fieras peleas entre ellos. Una tras otra, van descartando a los perdedores, hasta obtener los primeros diez ganadores quienes tienen el honor de elegir a una compañera.

Así es como todas las mujeres, omegas y betas de diecinueve años, esperaban ansiosas a ser escogidas por uno de los ganadores, todas sentadas con coronas de flores en la cabeza, listas para recibir su proposición, su gesto siendo analizador con quien se unirían. Podían rechazar la oferta si el alfa o beta no había llamado su atención, pero generalmente no pasaba.

La mayoría de las veces aceptaban y terminaban esa misma noche siendo reclamadas por quien las escogió, al día siguiente teniendo una bonita hilera de dientes en su cuello que significaba una sola cosa: estaban emparejadas.

Rudimentario y tosco, si le preguntaban a YeoSang.

Siendo uno de los pocos cambiaformas omega, YeoSang tenía la "suerte" de no ir a los Barracones como el resto de los hombres, pero si tener que esperar una proposición al final de la Celebración de Luna Nueva, durante la ceremonia. Una oportunidad que él simplemente había desechado.

De hecho, este año sería la segunda vez que YeoSang faltaba a la celebración, la graduación de los nuevos alfas y betas que se harían hombres frente a todos al mostrar sus destrezas en combate, importándole bien poco.

Desde la primera vez que fue, cuando tenía diecinueve años, decidió que nunca más regresaría. En parte porque no estaba de acuerdo con la Celebración en sí. En parte también, porque con solo unos minutos ahí sentado, no pudo aguantar observar tal brutal demostración de fuerza a manos de lobos que no se dejaban nada y lo daban todo en la arena. Los zarpazos, las mordidas y los gruñidos, simplemente lo hicieron encogerse y la sangre terminó por acabarlo.

Hasta hoy en día tenía grabado en la memoria el olor a hierro, junto las náuseas que lo hicieron finalmente salir de ese estadio atiborrado de gente en busca de aire fresco.

Cuando se vio fuera de la gran construcción, los gruñidos a lo lejos, el viento azotándole el rostro, supo que eso no era para él.

Él simplemente no era como los demás omegas que podían estar ahí estáticos observando esa repugnante barbarie ni tenía estomago para tolerar el olor a sangre, por lo tanto tampoco tendría ojos para ver a los combatientes y decidir después si lo quería como compañero o no.

En otras palabras, para YeoSang no tenía sentido seguir aguantando hasta la ceremonia y por lo mismo decidió no regresar.

Por supuesto, su decisión tuvo consecuencias, la primera siendo la ira de su progenitora.

Cuando su madre lo encontró en casa, no hubo ningún pero, ni un argumento si quiera, para detener los gritos y bullente furia de la mujer ante la vergüenza que había cometido por escabullirse en mitad de tan simbólica celebración.

"¿Quién te va a querer después de esto? ¡Perdiste la oportunidad de ser elegido, ser el orgulloso omega de un alfa!" le había gritado más de una vez, junto con la frase "Mancillaste el honor de la familia", la cual repitió tantas veces que YeoSang estaba seguro que se lo había grabado a fuego en el cerebro por el resto de su vida. También estuvo la frase "¿Qué sucede con los omegas de estos días?".

El Aroma De Una Orquídea [JongSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora