Esa noche en el sillón, no ocurrió más que eso, un beso.
O múltiples besos, si se quiere ver objetivamente.
Al final de todo, terminaron en un silencio tácito lleno de intimidad, con ojos brillantes y corazones rebosantes antes de dormir abrazados. YeoSang ni siquiera pensó en sacarle en cara a JongHo que había dicho que no se aprovecharía, ya que simplemente no venía al caso.
Después de esa honesta conversación nocturna con besos incluidos, YeoSang esperó que las cosas fueran más fluidas entre ellos, pero al día siguiente no pudo evitar cierta timidez y cantidades enormes de embarazosa vergüenza al darse cuenta de todo lo que habían hablado y hecho. Claro que no se comparaba con la primera vez que se conocieron; no habían tenido sexo ni nada de eso en el sillón.
Pero, aún así YeoSang se sentía mucho más cohibido que antes.
No estaba seguro del porqué. Quizás era por los honestos que habían sido entre ellos. Quizás también por los besos.
Besos profundos, dulces, íntimos, mucho más que cualquiera que se hubieran dado en el pasado.
Podía sonar ridículo, hasta cierto punto.
Ellos ya habían tenido sexo después de todo; muy desnudos y JongHo entrando en lo profundo de su ser. Pero, para YeoSang los besos de la noche anterior, en esa intimidad proporcionada por la confianza nacida en su conversación, provocó que esos besos tuvieran un cáliz especial.
Uno que no podía describir en palabras.
Simplemente, eran como si le hubieran tocado el alma.
Lo hacía sentir feliz, pero a la vez avergonzado, sus ojos desviándose de tanto en tanto para no encontrarse con los de JongHo y así evitar ponerse rojo. Que su corazón latiera desbocado en su pecho sin ayudarlo ni un poco.
JongHo lo vio con curiosidad, pero al final optó por darle su espacio, el cual aumentó cuando unos días después tuvo que irse a una misión de reconocimiento a la frontera.
YeoSang mentiría al decir que no sintió nada cuando JongHo le dio la noticia de que se iría por un par de días. Cierta preocupación le atenazó el pecho estrujándoselo, junto con la necesidad imperiosa de decirle que no fuera, naciendo desde el fondo de su garganta.
Sin embargo, pese a todo eso, no se opuso. Solo se limitó asentir como si fuera lo más normal, sin expresar su real sentir.
Del miedo de que le pasara algo.
Cuando JongHo partió, YeoSang simplemente lo despidió con un "que te vaya bien". Ni un "cuídate" o "esperaré tú regreso". Fue lo más impersonal que pudo ser y se odió por eso, pero simplemente sentía que si decía algo más dejaría ver la opresión en su pecho, se quebraría y le pediría que se quedara. Era mucho en todos los sentidos y YeoSang se negaba a sentir tanto solo por una partida.
Él era más fuerte que eso y JongHo no necesitaba un omega llorón que le formara una escena solo porque debía partir a trabajar.
Así que ahí se quedó. Frente la puerta cerrada, los pasos de JongHo perdiéndose en la lejanía mientras que a YeoSang lo carcomía el remordimiento por no haber dicho o hecho algo más.
¡Déjalo ya!, se dijo en un intento de borrar esa nube negra sobre su cabeza.
JongHo era fuerte después de todo, entrenó por años en los Barracones, fue el primero de la Competencia y por lo mismo sabía que regresaría a salvo de su primera misión. No tenía por qué preocuparse. Además, ese tiempo lejos de él le ayudaría a ordenarse, a ordenar sus sentimientos hacia JongHo.
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El Aroma De Una Orquídea [JongSang]
FanfictionSer reclamado por un alfa no estaba en las expectativas de Kang YeoSang. Siendo un omega cambiaformas, YeoSang tenía bien claro que tener un compañero no estaba en sus prioridades, como tampoco seguir las normas impuestas por la manada y su madre. P...