"Quédate"

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No sé cuánto tiempo pasé llorando en ese baño, pero me parecieron una eternidad. Las lágrimas habían dejado de salir, pero el dolor y la pena, no desaparecían. Me sentía roto, era como si me hubieran arrancado salvajemente una parte de mí, y en teoría era verdad, una de las personas más importante de mi vida se había ido. Intentando olvidar por un momento mí tormento. Ahora lo único que necesitaba era ver a Laura y saber que todavía está viva, que ella no me había dejado. Me levanté y salí de ese oscuro y frío baño. La luz del pasillo me cegó unos segundos al salir, pero cuando conseguí ver con claridad continué caminado por el largo pasillo. Cuando estaba a mitad del pasillo un par de enfermeras y un doctor pasaron a mi lado corriendo en mi misma dirección.

- Doctor, es un código rojo.- Informó una de las enfermeras.

- Avisa a algún cardiólogo. Y tú a un ginecólogo- Dijo el doctor al pasar a mi lado señalando a cada enfermera Y cuando estaba el final del pasillo gritó algo que me heló la sangre.- Qué se dirijan lo más rápido posible a la habitación 301, la paciente ha empeorado. 

Sus palabras me paralizaron un segundo y después me hicieron correr hacía la habitación 301, la habitación de Laura.

Cuando llegué el médico de antes estaba comprobando sus constantes vitales mientras una enfermera le ponía algo. Vi a Vanessa llorando desconsoladamente en una silla.

- Vanessa ¿qué ha pasado?- Le pregunté angustiado.

- No-o lo sé, estaba bien cuando su pulso a empezado a bajar rápidamente.- Dijo entre lágrimas.

- Doctor, no tiene pulso.- Dijo la enfermera.

- Placas - Le pidió el médico mientras le practicaba el masaje cardiaco.- Adminístrale 10 miligramos de adrenalina y continúe con el oxígeno manual.

Me sentía tan inútil en ese momento, no había nada que pueda hacer por ella, solo ver cómo se va, como moría. Me acerqué a la cama, besé sus labios y le susurré a oído.

- No puedes irte Laura, no puedes dejarme solo. Tú no. Por favor quédate. Por favor- Le dije con las lágrimas recorriendo mis mejillas. 

- Preparadas.- Dijo entregándoselas. Él médico la cogió rápidamente y empezaron los segundos más eternos y agónicos que había pasado en mi vida. 

- Sigue sin pulso.- Anunció la enfermera, después de cuatro intentos.

- Aumente la dosis de adrenalina y la potencia de las placas.- Ordenó el médico.

- Laura, quédate, no me dejes. Te amo- Le decía llorando.

- Hecho- Dijo la enfermera.

- Vamos, no te rindas.- Le dijo entre dientes a Laura. 

- Doctor, sigue sin responder, creo que se ha ido- Dijo la enfermera después de 5 intentos más.

Mi mundo se paralizó con esas palabras. No podía irse, ella no. Era mi única esperanza de seguir adelante. Era lo último que me quedaba, el único trocito de felicidad que me quedaba. Se lo prometí a mi padre, cuidar de ella, y ahora también fallaría. Mi mundo se rompió en mil pedazos, todo dejó de tener sentido, era como si los sonidos se hubieran apagado y todo era gris.

Un año después:

- Gracias Riker- Le dije cuando me tranquilicé. - Realmente lo necesitaba. 

- Para eso están los hermanos mayores.- Me dijo sonriéndome.- Además, mamá estaba muy preocupada por ti. Para ti fue incluso peor. No solo perdiste a tu padre, también perdiste a...

-  Lo sé. Ya hablaré con mamá para tranquilizarla. -Le dije interrumpiéndolo. No quería recordar ese día.

- Ross, ya sé que siempre has evitado hablar del tema, porque piensas que esa es la mejor manera de superarlo y demostrar que eres fuerte, pero eso no te hará bien. 

- Riker, ya antes me desahogué contigo, por lo de papá luego hablaremos de eso, no quiero recordarlo.- Le confesé.

- De acuerdo.- Dijo Riker resignado.

Hola, otra vez. Aquí otro capítulo, espero que os guste. El siguiente ya será el último. muchas gracias por comentar y votar, siempre me animan escribir. Kisses.

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