Capítulo 7: Un Pequeño Precio Por Pagar

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Pasamos varios días preparándonos para poder atacar a Stark. Mi tía aún no se recuperaba del coma y quería vengarme por lo sucedido. Nick se había puesto en contacto con el gobierno de los Estados Unidos fuera de la ciudad. Al parecer, ellos querían muerto a Tony tanto como yo.

Cuando no estuve ocupado vigilando a tía May en su camilla en el área de observación, exploré los alrededores de su viejo edificio en busca de alguna pista o algún indicio sobre quién pudo dispararle. Hasta ahora, lo único que había descubierto fue que la bala que incrustaron en su hombro era de calibre militar y provino de la azotea del edificio conjunto. Sin embargo, no había indicio alguno sobre el tirador de Stark.

Por supuesto que me encargué de averiguar tanta información como pude. Embosqué a cada uno de los sujetos que participaron en el incidente de aquel día. Uno por uno los interrogué hasta el cansancio. Todos y cada uno negaron estar detrás de lo que le ocurrió a la pobre mujer, hecho que no hizo sino enfurecerme hasta perder la paciencia y golpearlos de muerte. En verdad ninguno tuvo nada que ver, o cada uno de ellos recibió un gran y jugoso candado verde por parte de Industrias Stark. Mis manos ahora cargaban con la sangre de todos ellos y, a decir verdad, ya no me importaba.

Toda mi vida creí en los ilusos dichos que decía la gente sobre tomar justicia por su propia mano, sobre lo malo que era hacerlo y que deberíamos dejarlo a las autoridades. En cambio, ¿qué sucede cuando la ley nos falla? ¿A quién recurrimos? ¿Qué podemos hacer para obtener la justicia que nos fue negada?

—Parker –Nick alzó la voz al ver que mi cabeza se encontraba a años luz de su oficina–. ¿Me estás escuchando?

—¿Hm? –agité la cabeza para despabilarme.

—Como te decía –aclaró la garganta irritado– tu parte en esta misión es deshabilitar las defensas antiaéreas que de Tony para que la Fuerza Aérea pueda penetrar su torre y lo podamos sacar de ahí.

—¿Qué hay de la gente que está atrapada de ese lado?

—Es un pequeño precio por pagar para salvar a millones en todo el país –chistó sin esbozar un gesto de pena alguno.

Tragué saliva tras escuchar semejante contestación. Si llevábamos a cabo dicho plan, miles de neoyorquinos sufrirían las consecuencias de un plan caótico como ese.

—Tiene que haber otra forma –negué con la cabeza.

El hombre de color suspiró profundo, cansado de escuchar mis quejidos una y otra vez. En realidad, aquel era uno más de una serie de desquiciados e imprudentes planes que, uno tras otro, rechacé por lo arriesgados que eran.

Nick rascó su barbilla sin despegar su único ojo de mí. Intenté descifrar si estaba frustrado conmigo por descartar sus crudas estrategias o por tener a alguien con la fuerza de cien caballos que se negaba a usarla.

—Chico, entiendo que te preocupen la vida de esas personas, a mí también me preocupan. Pero si no hacemos algo pronto, ellos y millones más pueden morir –suspiró exasperado. Se levantó de su silla y prendió uno de los cigarrillos que cargaba en la cajetilla de su bolsillo, jamás lo había visto fumar al interior de su oficina–. Los países a los que Stark atacó nos dieron hasta mañana para entregarles su cabeza en una bandeja de plata. Si no, podrás disfrutar de la nueva Queensbyl para el fin de semana.

Supuse que al final del día, el hombre con el parche tenía razón. De una u otra forma habría gente que perdería la vida, no obstante, de esta forma podríamos reducirlo al menor número posible.

—Está bien –respondí resignado–. <<—Más sangre en mis manos— añadí en mi mente.>>

—Bien. Le informaré a la Fuerza Armada al respecto. Atacaremos esta noche.

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⏰ Última actualización: May 10 ⏰

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