Parte IV

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        ESE mismo día en la tarde después del acontecimiento, Teodoro acabado de merendar llega al cuartel policial y se informa de la situación actual correspondiente al suceso. Diego y Ernesto el señor herido en el local se encuentran atendidos en el hospital, mientras tanto Jesús Morales el perpetrador después de aplicarles primeros auxilios se encontraba encerrado en unas de las celdas del cuartel, aguardando el veredicto que le espera.

Teo entra en la oficina de Gerardo Montiel, el oficial en jefe del cuartel. Montiel se ríe un poco de Teo cuando entra mientras juega una partida de Solitario en su computadora.

-Teo, Teo, Teo... a buena coñiza le diste a ese muchacho- Dice entre risas a Teodoro sin dejar de mirar la pantalla del computador.

-¿Muchacho? Ese tipo ya debe tener treinta y pico- responde Teo buscando un cigarrillo en su caja. -Vos viste lo que le hizo al otro señor y a Castillo, hay que hacer lo que hay que hacer Gerardo- sigue conversando ofreciéndole a Gerardo un cigarro.

-¡Ese hijo de puta se merece eso y más!- contesta Gerardo cambiando el tono de la conversación a uno sumamente serio y lóbrego.

El oficial en jefe apaga el monitor de su computadora oprimiendo el botón con su dedo grueso, abre la gaveta de su escritorio, saca una carpeta manila amarilla arrojándola encima de las manos de Teo sentado del otro lado. Teodoro revisa la carpeta pasando las hojas y lee con cuidado los documentos.

-Jesús Morales... asaltos a mano armada, pero hoy no tenía arma de fuego. Robo de vehículos, 2 homicidios y 3 violaciones a menores... no me digas que...- divaga pensativo.

-Él fue el que violó a mi nieta Teodoro... fue ese maldito...- Interrumpe el jefe de la oficina, sus ojos se humedecen y se traga sus lágrimas.

-Coño Gerardo... ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Viste de quien es sobrino este carajo?- Teo le muestra a su jefe volteándole los documentos.

-Roberto Morales, un narco pesado, él nos paga a nosotros para que lo dejemos transportar su mercancía a Colombia... tú ya lo has acompañado varias veces Teo- justifica Gerardo secándose la frente con un pañuelo.

-¿Le has dicho a alguien más que Jesús Morales está aquí?- habla Teo en voz baja.

-Nada más sabemos tú y yo, Dieguito ni siquiera sabe quién es, lo internaron de emergencia por su antebrazo, parece que le daño parte de los nervios- explica Gerardo señalando el antebrazo con sus dedos.

-¡Vamos a sacarlo hoy mismo de aquí! Lo llevamos lejos, vos le hacéis lo que queráis, lo matamos y lo dejamos tirado en un monte, ¡Eso sí! lejos de Maracaibo- Teo reavivando la mente de su jefe comienza a idear un plan sin muchos fundamentos.

-Yo no puedo ir... si el tipo este aparece muerto, al primero que van a investigar es a mí, Roberto Morales me conoce y sabe lo que ese coño le hizo a mi nieta. Me van a comenzar a seguir en mi patrulla y me terminaran matando o peor... me secuestran y me torturan- dedujo el jefe.

-Yo lo hago, yo me llevo a ese coño, manda a pintar una de las patrullas nuevas, las que parecen gringas que tienen el vidrio antibalas entre los asientos de adelante y atrás, le quitamos la sirena, le cambiamos la placa y la dejo botada, yo me vengo como sea- Teo empieza a estructurar un plan más conciso.

Gerardo Montiel se queda callado por unos cuantos segundos, pensativo, concentrado, analizando el plan malévolo que poco a poco Teo iba introduciendo en su cabeza. Arma sus piezas, las encaja, las estudia nuevamente y se dispone a hablar.

-Vas a ir a Punto Fijo, tengo unos amigos de mi hermano que te pueden ayudar. Voy a mandar un amigo a pintar la patrulla y que le quite todo, tengo un conocido que me puede hacer el papeleo del carro para cambiar las placas y todo, le cambiaremos algunas piezas para que no parezca una patrulla... cuando llegues le vas a entregar a Jesús a los tipos que te voy a decir, también el carro, allá lo vamos a vender y lo enviamos a Caracas o a Ciudad Bolívar, de eso me encargo yo- empieza a maquinar el señor Gerardo con un tic nervioso en sus dedos tocando con fuerza la madera del escritorio cada vez que hace una pausa al hablar.

-Me voy a tomar el día libre, voy a salir en la madrugada con el desgraciado, necesito estar alerta toda la noche, ¿Dónde nos vemos?- se levanta Teo de la silla acomodándose de nuevo el cinturón y el pantalón.

-Yo te llamo a eso de las 8, voy a salir ya mismo a preparar todo y darte plata si surge algún percance- comenta Gerardo sobando su cabeza preocupado y se levanta de la silla.

Ambos caminan a la puerta cuando Gerardo sostiene con fuerza a Teo del hombro, aprieta con brusquedad, lo voltea mirándolo directo a los ojos.

-Yo lo iba a dejar ir Teo... tú me metiste todo esto en la cabeza y no sé cómo... la responsabilidad moral de esto que vamos a hacer cae sobre tus hombros hermano... no quiero...- Teo aprieta la muñeca de su amigo y baja la mano de su hombro interrumpiendo el discurso.

-Mi moral le pertenece a mis hijos y a nadie más, yo ya no tengo moral para los demás amigo Gerardo. A ti te debo muchas cosas y ni con esto que voy a hacer hoy pagaré mis deudas contigo... ¡Me va a gustar esto que haré! Porque así soy yo y tú me conoces mejor que mis exesposas- Teo termina la conversación saliendo por la puerta.

El PasajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora